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Acción de gracias

Fuentes: Rebelión

A sus amigos Beatriz Morales, Santiago Alba Rico, Nekane Jurado, Luis Alegre Zahonero, Carlos Fernández Liria, Pascual Serrano, Irene Amador, Carlo Frabetti, Lupe y Julio César Guanche y Michel Collon. Con motivo de una fecha para nosotros tristemente memorable, la muerte de Eva Forest el 19 de mayo del año 2007. Queridos amigos: El pasado […]

A sus amigos Beatriz Morales, Santiago Alba Rico, Nekane Jurado, Luis Alegre Zahonero, Carlos Fernández Liria, Pascual Serrano, Irene Amador, Carlo Frabetti, Lupe y Julio César Guanche y Michel Collon.

Con motivo de una fecha para nosotros tristemente memorable, la muerte de Eva Forest el 19 de mayo del año 2007.

Queridos amigos: El pasado 19 de mayo me llovieron como del cielo vuestros testimonios en el recuerdo de Eva. Hasta hoy no he podido respirar normalmente para permitirme escribiros estas breves líneas, que son como la pequeña prosa de nuestro agradecimiento y del mío propio en particular. Evita ya os ha dicho algo desde su corazón, que es más fuerte que el mío.

Para encabezar estas palabras no he puesto vuestros nombres en un orden determinado pero tampoco en el que nuestro admirado Bergamín llamaba el «desorden alfabético». Los he tomado como una baraja querida, y he barajado al azar; así que ninguno está antes ni después que otro. Todos en el mismo lugar. Todos aquí, al mismo tiempo. Todos juntos en el mismo corazón.

Yo comparto ardientemente vuestra admiración por ella, y también creo que hoy su presencia espiritual entre nosotros es evidente. Evita dice que Eva está de viaje, siguiendo su eterno programa solidario. (En realidad, todos estamos de viaje –homo viator-, cuando no por la geografía de la realidad social, por los andurriales del espíritu; y todos tenemos nuestro lado invisible. En cuanto a ella, toda invisible, sigue siendo una gran maestra de las «andanzas» -como a ella le gustaba decir- solidarias, y es de recordar que aprendió sus mejores lecciones en el espíritu patriótico y revolucionario de Viet Nam y en la realidad de Cuba , durante su estancia de varios meses en una Granja de Pueblo. Esto último es evidente en su magna obra Los nuevos cubanos, que uno de vosotros ha comentado ahora con lucidez, dándole por fin a ese trabajo la importancia que tiene).

Yo siempre digo que la actividad de los seres humanos es una mezcla de praxis y de agonía, y que para los paleomarxistas fue siempre, y sigue siéndolo, sólo «praxis», y que, en fin, para los viejos existencialistas fue sólo «agonía» (Kierkegaard, Heidegger, Sartre) , y que ello me apartó siempre de las posiciones escolásticas de uno y otro lado. Eva aparece en vuestro recuerdo más, o casi sólo, en el plano de la praxis -y es cierto que vivió ese plano con una gran pasión- pero también yo tengo que decir que en Eva los aspectos agónicos eran secretos. Ella presentaba siempre la «facies» del optimismo, y siempre intentaba salvarnos de nuestras miserias y debilidades.

En cuanto a nosotros dos, fuimos durante muchos años como un comando, del que ella era naturalmente el jefe. Yo la acompañé siempre con mucha fidelidad y, desde luego, le debo mucho de lo poco que he llegado a ser. Uno de vosotros dice que Eva le salvó la vida. A mí también, y yo procuré así mismo salvaguardar siempre la suya, admirable, ante las grandes amenazas, incluso de muerte, que la cercaron durante la dictadura. (Nuestra vida común fue también, un poco, una novela de aventuras; y yo me recuerdo ahora, por recordar algo, participando en sus tentativas de fuga de la cárcel de Yeserías con técnicas propias de los tebeos «Pulgarcito» o «DDT» -nos reíamos mucho con ello-, por ejemplo pasándole una lima a la cárcel dentro de un pastel). La verdad es que además lo pasábamos muy bien y estábamos contentos con nuestras pequeñas locuras.

La deriva vasca de nuestra familia se la debemos a ella. Yo, solo, hubiera sido solamente un ciudadano solitario, quizás en una buhardilla de Madrid, y hubiera vivido -¡muy inconformista, eso sí!- entre unos cuantos libros y muchos papeles. ¡Eva, bendita seas por mi liberación de mí mismo! Es a eso a lo que yo llamo mi salvación.

La lectura de vuestros textos me ha puesto muchas veces al borde de las lágrimas. Gracias, amigos del alma.

Alfonso

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.