Pocas horas después del discurso de Milei en la ONU la prensa dio cuenta de una reunión entre la Canciller Argentina Diana Mondino y el Secretario de Relaciones Exteriores del Reino Unido David Lammy. En dicho encuentro se arribó a un acuerdo cuyo contenido esencial consiste en ‘avanzar en medidas concretas en materia de conservación de pesquería y en favor de una mejor conectividad, en virtud de los arreglos alcanzados en 2018, incluida la reanudación del vuelo semanal de San Pablo a las islas, que realizaba una escala mensual en Córdoba’. Adicionalmente se anuncia el reinicio de tareas de reconocimientos de los cuerpos en el Cementerio de Darwin así como una nueva visita a las islas de familiares de caídos antes de fin de año.
Como era de esperar, todas las organizaciones de Veteranos de Guerra de Malvinas se pronunciaron en contra del Acuerdo pues no hace más que consagrar los intereses de Gran Bretaña en cuestiones de negocios y de conexión aérea de las islas con el mundo, utilizando tramposamente el factor humanitario como coartada para su aprobación pública. La única organización que festejó esta nueva y escandalosa claudicación fue la ‘Comisión de Familiares de Caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur’, entidad presidida por la Diputada de la Libertad Avanza (línea Villarruel) María Fernanda Araujo, que adquirió recientemente cierta notoriedad por ser una de las que visitó la cárcel de Ezeiza para solidarizarse con el grupo de torturadores allí detenidos por delitos de lesa humanidad. Como se ve, el apoyo a los centuriones de la dictadura oligárquica pro-norteamericana de Videla y Martínez de Hoz es enteramente compatible con la subordinación del país a los intereses británicos en la cuestión Malvinas. Ambos elementos son parte inseparable del paquete entreguista del tándem Milei-Villarruel. Es necesario volver a subrayar un hecho evidente: el ejército que reivindica la ‘malvinera’ vicepresidenta no es el que combatió al usurpador colonial en 1982 sino el que bombardeó la Plaza de Mayo en 1955, exilió a Perón por 18 años y más tarde perpetró los crímenes del terrorismo de Estado. Hay que recordárselo una y otra vez a los que insólitamente cifran expectativas en un fantasmagórico perfil ‘nacionalista’ de Villarruel a la que, dicho sea de paso, aun no se la escuchó decir una palabra sobre el Acuerdo que reseñamos.
En lo que concierne a la cuestión Malvinas la orientación seguida por el gobierno liberticida exhibe una perfecta continuidad con la que inauguró la dictadura de Onganía en 1968 al suscribir un Memorándum de Entendimiento con Gran Bretaña, línea que se extenderá años después con diversas declaraciones bilaterales de tono amistoso y se profundizará con los Acuerdos coloniales de Madrid I y II en plena euforia primermundista del menemismo (nunca derogados). El pintoresco personaje noventista Carlos Escudé le dio estatus pseudo-científico a esa capitulación llamándola ‘Teoría del realismo periférico’, un hallazgo intelectual que podría resumirse en lo siguiente: ‘somos un país sometido y debemos renunciar a cualquier extravío emancipador, solo nos queda hacer buena letra para ‘ganarnos la confianza’ de los dueños del mundo y obtener sus migajas’. El más reciente y abyecto Pacto Foradori-Duncan de 2018 (firmado por el vicecanciller argentino bajo los efectos del alcohol, según declara en sus memorias la contraparte británica) es otra perla de esta saga de claudicaciones de nuestro país ante la política británica que, en contraposición a la Argentina, persigue sin titubeos la preservación y ampliación de su enclave colonial en el Atlántico Sur. Obsérvese que el nuevo gobierno laborista en Inglaterra no ha modificado en lo más mínimo su orientación sobre el tema.
En su discurso en la ONU Milei declaró una vez más su completo alineamiento a la OTAN y al sionismo. Calificó a los 70 años de existencia de la ONU como un período de ‘crecimiento económico y paz mundial’ ignorando las centenares de guerras imperialistas que se desarrollaron durante ese período entre las cuales está, ni más ni menos, la que libró su propio país, la Argentina, contra el ocupante colonial británico. Estamos ante un caso sorprendente de ignorancia histórica, rastrerismo moral y bajeza política consumado en el podio de un organismo cómplice de los intereses de las grandes potencias occidentales que, mientras tanto, fortalecen su base militar en nuestras Malvinas. Pocas horas después del discurso infame de Milei su Canciller se reunía con el par británico, lo que revela una coherencia estratégica entre ambos hechos.
Frente a este panorama atroz para los intereses nacionales, los VGM debemos denunciar en todos los espacios a nuestro alcance a este gobierno guerrerista y cipayo que nos quiere convertir en peones del imperialismo anglosajón en decadencia. Debemos sumarnos con nuestros planteos a la corriente popular de resistencia que está madurando aceleradamente en el corazón de las mayorías a remolque de una crisis social y moral que se torna intolerable.
Fernando Cangiano es exsoldado combatiente de Malvinas y autor del libro ‘Malvinas, la cultura de la derrota y sus mitos’ Ed. Dunken – 2019
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