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Algunas primeras reflexiones sobre las PASO 2017

Fuentes: Rebelión

La degradación de la clase política burguesa en Argentina y del propio sistema político pocas veces quedó tan en evidencia como en la noche-madrugada posteriores a estas últimas PASO. Ver el festejo ensayado y hueco del oficialismo por un triunfo que no es tal, escuchar las palabras más huecas todavía de Larreta, Vidal, Carrió y […]

La degradación de la clase política burguesa en Argentina y del propio sistema político pocas veces quedó tan en evidencia como en la noche-madrugada posteriores a estas últimas PASO.

Ver el festejo ensayado y hueco del oficialismo por un triunfo que no es tal, escuchar las palabras más huecas todavía de Larreta, Vidal, Carrió y Macri, dejando una sensación de ganadores en la población antes de irse a dormir, continuando en la brecha de vender espejitos de colores para hacer ver una realidad que no existe, provoca erupciones entre bronca y asco a los que intentan analizar los hechos concretos a partir de los datos que surgen del escrutinio.

Mucha gente habrá apagado su tv o radio a la noche creyendo en un triunfo por 7 puntos de Cambiemos en Provincia de Buenos Aires y de más de 10 en Santa Fe, para despertarse en la mañana con un vuelco en esta última provincia y un empate en el distrito más grande del país.

La realidad que surge de los números fríos es que el gobierno sufrió un contundente cachetazo del electorado respecto del 2015, ya que perdió 4.600.000 votos, aunque los medios masivos y el oficialismo quieran pintar los resultados como un triunfo. La bronca popular por los despidos, la precarización, los tarifazos y la represión se expresó en las urnas y anuncian un futuro de agudización de la lucha de clases en el país.

Otro dato importante que surge del sufragio es el desbarranque del kirchnerismo y de su líder, CFK: aunque termine ganando en el recuento definitivo, lo hará por muy poco contra un contrincante patético, sacando menos votos aún que los que había conseguido Aníbal Fernández en el 2015. El kirchnerismo-pejotismo perdió aún más votos que el oficialismo en aquella votación a nivel nacional: nada menos que 5.331.832. Sólo desde la soberbia de una corriente que se creyó eternamente la dueña de la voluntad popular puede no verse el repudio mayoritario que genera en la sociedad argentina.

Por otra parte, en la Provincia de Buenos Aires gobernada por la inflamada nazi Vidal, Cambiemos perdió 432.395 votos respecto de 2015. El kirchnerismo, 59.705.

El peronismo entonces, atraviesa una crisis de la que no se sabe cómo saldrá, pero la forma que asuma en el futuro seguramente no será volcarse hacia posturas de izquierda sino todo lo contrario.

La izquierda electoralera cumplió otra vez, su papel de legitimador del sistema de explotación. Ni siquiera en estos momentos de crisis puede pasar de su insignificancia pequeñoburguesa.

Para finalizar el cuadro de situación, hay que decir lo que en los medios masivos de comunicación, tan afines al gobierno, no van a decir nunca: el ausentismo fue de 9.269.823, lo que sumado al voto en blanco, al anulado y a los impugnados redondea la cifra de 10.638.020, lo que representa el 32% del Padrón, una cifra que demuestra la poca adhesión a las políticas del gobierno, la desconfianza hacia la oposición institucionalizada y la bronca creciente del pueblo trabajador.

De acá en más habrá que organizar más fuerte que nunca el «FUERA MACRI» y el «Que se vayan todos» para retomar la rebelión inconclusa que estalló en el 2001: las condiciones están dadas para ello.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.