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Lo que los estadounidenses pueden aprender de una mala película de Hollywood sobre la vida bajo la ocupación

Amanecer rojo, blanco y azul

Fuentes: CounterPunch

Traducido para Rebelión por Germán Leyens

Las sorprendentes analogías entre la actual ocupación de Irak por EE.UU. y los sucesos retratados en la película «La batalla de Argel» han sido ampliamente discutidos. El clásico de 1965, una dramatización de la lucha anticolonial, hasta llegó a ser proyectado en el Pentágono en 2003, al parecer como una cinta instructiva.
Pero, como han señalado unos pocos comentaristas, existe otra película que, si la ponemos frente a un espejo ideológico, provee una perspectiva de la catástrofe iraquí. «Amanecer rojo», estrenada – parece bastante adecuado- en 1984, fue cine del peor; sin embargo, como ejemplo de la paranoia de la Guerra Fría fue una obra maestra. Al imaginar una invasión soviética de EE.UU. en un futuro cercano, la película mostró la lucha de un grupo de jóvenes de Colorado contra las fuerzas de ocupación.
Cuando fue estrenada, los ataques contra Amanecer Rojo se concentraron en lo absurdo de la premisa en la que se basa la película – una exitosa invasión terrestre de las fuerzas soviéticas – y su potencial para estimular la histeria anticomunista. Pero no recuerdo a nadie que haya criticado su retrato de la determinación de estadounidenses normales y corrientes de resistir a una invasión, si ésta llegara a ocurrir.
Tengo en mi poder una copia del guión original de Amanecer Rojo (de Kevin Reynolds). Lo utilizaré para ilustrar el modo, más allá de las tonteras de Hollywood, la película planteó dos aspectos importantes: (1) a pesar de todas las dificultades, la gente resistirá inevitablemente contra un ejército invasor y (2) la ocupación militar provoca una espiral descendiente de brutalidad de ambas partes.
Para comenzar, veamos dos breves extractos:
[Un encuentro con tropas invasores en un autocine abandonado]
Los SOLDADOS apenas tienen tiempo para reaccionar. Una DESCARGA asesina los alcanza. Algunos se lanzan a buscar armas.
Sandy tira una granada propulsada por cohete contra un camión. Vuela por los aires.
Unos pocos soldados sangrantes se ocultan detrás de la pantalla, aterrorizados.
Robert les dispara.
Jed: -¿Robert? ¿Son todos?
Robert: (voz en «off»): -Sí.
Un golpe.
Andy: -¿No toman prisioneros?
Jed: -No nos arriesgamos.
***
Primer plano – Jed
Ha sido alcanzado por fósforo ardiente. Tremendo RUIDO DE GRANADAS DE CALOR que desgarran la tierra con sus cargas perfiladas. Un GEMIDO chillón cuando un misil antitanque rebota en la torreta del T2 sin detonar.
Jed mira a Robert – Daryl – Tony; todos lo miran a él. Se pone de pie de un salto, corre. Lo siguen. Caen proyectiles, el CAÑÓN ruso dispara. Salen disparados, jadeantes, en su huída apresurada.
***
Los espectadores que hace dos décadas podrían haber vitoreado a los muchachos de Amanecer Rojo probablemente verían a la resistencia iraquí de un modo muy diferente, como un movimiento dominado por yihadíes no-iraquíes que se proponen asesinar a civiles. Es ciertamente la impresión que se tiene al mirar las noticias en la televisión.
El Pentágono afirma que la mayoría de los atacantes suicidas son extranjeros. Pero la resistencia en general – unos 30.000 – es en su abrumadora mayoría iraquí. Un artículo del Washington Post del 17 de noviembre cita cálculos del analista Anthony Cordesman y otros de que los extranjeros representan entre un 4 y un 10 por ciento de todos los guerrilleros en Irak. Según Cordesman: «Los iraquíes y los representantes de la coalición exageran a menudo el papel de infiltrados extranjeros y subestiman el papel del resentimiento iraquí en la insurgencia».
La violencia cometida por la resistencia de origen interior iraquí contra los estadounidenses y sus seguidores debe ser condenada (tal como condenamos la violencia cometida por el ejército de ocupación), pero también hay que comprender que es la reacción absolutamente predecible de un pueblo dominado por una superpotencia extranjera. No importa si la bandera es roja o es roja, blanca y azul.
Los jóvenes rebeldes en «Amanecer Rojo» tampoco dejaron de tener una conducta cruel: ejecutaron prisioneros, arrancaron la cabellera a miembros mexicanos de la «coalición» dirigida por los soviéticos, y cometieron torturas. Habla a favor del guión el que muestra una actitud negativa ante semejante conducta: los jóvenes héroes que cometieron los actos no parecen pasarlo bien, sino que los consideran como una amarga necesidad bajo las circunstancias.
Otro extracto:
Exterior del campamento – antes de la madrugada.
El soldado del grupo de choque está sentado en el suelo con las piernas cruzadas, se ve estoico, sus codos atados detrás de la espalda. Tiene diecinueve años
Sandy y Matt lo interrogan – nerviosos. En segundo plano, chicos a medio vestir agarran pertenencias como si estuvieran locos.
Sandy: -¿Hablas ingles?
Robert: -Mátalo.
Matt sujeta el artefacto del compás delante de la cara del comando.
Matt: -¿Qué es esto?
No hay respuesta. Sandy golpea al prisionero. Robert sujeta un cigarrillo.
Robert: -¡Dale con la culata!
Sandy está asustada, lo hace. El soldado grita, Se debate de dolor.
Soldado: -¡Ándate a la mierda! ¡Maldita sea tu madre!
Jed llega corriendo y lo agarra por la camisa mojada de sudor.
Jed: -¿Cómo nos encontraste?
Soldado (asustado, pero ha sido entrenado): -¡Jódete, yanqui!
Jed le da un porrazo.
Jed: -Si quieres vivir, habla.
Sandy: -Mejor nos vamos.
El prisionero endurece su cara.
Soldado: -Gorsky, Stepan Yevgeny … Teniente – – –
Robert lo patea en el estómago a todo lo que da.
Robert: -¡A nadie le interesa quién eres, cabrón!
Vuelve a patearlo… una y otra vez…
***
Es posible oponerse con éxito a la invasión y a la ocupación por medios no-violentos, pero depende de los ciudadanos de la nación invasora. (Incluso Gandhi admitió que el movimiento no-violento por la independencia de sus partidarios podría no haber tenido éxito contra otro poder colonial menos contemporizador que la Gran Bretaña de posguerra). La resistencia violenta iraquí a la ocupación de EE.UU. continúa porque nosotros en este país hemos sido frustrados hasta ahora en nuestros intentos por poner fin a la guerra o a la ocupación mediante la oposición pacífica.
Si, en EE.UU., la marea realmente comienza a cambiar a favor de un fin de la ocupación se salvarán muchas vidas… pero será demasiado tarde para miles de estadounidenses y decenas de miles de iraquíes. Si los principales legisladores demócratas siguen resistiendo a la voluntad de una sólida mayoría de ciudadanos y permiten que continúe la ocupación, será demasiado tarde para miles más.
Dos escenas más. Esta vez, he cambiado los nombres de los jóvenes combatientes estadounidenses por nombres que podrían ser los de jóvenes iraquíes. Y he puesto nombres y nombramientos estadounidenses a los rusos (Trata de hacer lo mismo con las escenas anteriores):
Salim: -La guerra es diferente de cerca.
No hay respuesta.
Salim: -Uno se acostumbra después de un rato.
Bashir: -Así es.
Salim está que echa humo, en silencio.
Salim: -Debe ser algo especial matar a un hombre a diez kilómetros de distancia. Estar sentado calentito en tu avión y ver ese pequeño destello a lo lejos. No hay cuerpo, no hay sangre, no hay gritos.
***
Sargento Strickland: -Dale una medalla al muchacho… lo matamos e igual nos derribó.
Los soldados arrastran dos muñecas de trapo desgarradas y las tiran en una pila. Ghalib, Bashir. Sus armas están depositadas a su lado.
Un soldado con una cámara de cine filma el espectáculo desde diversos ángulos, luego vuelve la cámara hacia Strickland.
VISTA DESDE LA CÁMARA
La imagen es vuelta a enmarcar para no mostrar al piloto muerto en el segundo plano.
Oficial del Pentágono: -Diría que el recuento preliminar de pérdidas enemigas es de 12 K.I.A. ¿no cree, sargento?
Strickland: -Yo veo dos.
Oficial del Pentágono: -Pero se llevan a sus muertos.
Strickland, con su bota, levanta la cabeza de Ghalib para un primer plano. Resuena una explosión distante, amortiguada.
***
Si estas conversaciones tienen sentido al reubicarlas de Colorado a Irak, es porque a medida que un ciclo de violencia progresa, se hace cada vez más difícil distinguir las acciones de un lado de las del otro. Las motivaciones originales del invasor y el deseo natural del invadido de defender su territorio patrio se pierden en el caos.
Inexplicablemente, el Pentágono asignó el código «Amanecer Rojo» a la operación que capturó a Sadam Husein en diciembre de 2003. Es obvio que ninguno de los que participaron en la selección de ese nombre estaba familiarizado con la película – o tal vez tenían un agudo sentido del humor. Y la ironía de su elección, en días en los que EE.UU. fuertemente armado tenía el papel un invasor que combate a un ejército improvisado de gente local, pasó desapercibida a todos, con la excepción de unos pocos periodistas.
Pero más de 20 años después de que llegara por primera vez a los cines, la tan criticada «Amanecer Rojo» puede haber terminado por tener un papel útil en la sociedad, al obligarnos a ponernos en el lugar de los iraquíes – o de los palestinos, o de cualesquiera otros – que viven bajo la ocupación.
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Stan Cox es cultivador y escritor en Salina, Kansas. Para contactos: [email protected]

http://www.counterpunch.org/cox11232005.html