El presidente electo, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) confirmó que su decisión es «obedecer el mandato de los ciudadanos» y construir, en tres años, un aeropuerto internacional en la base aérea militar de Santa Lucía, al que se llegará por una vía confinada desde el Benito Juárez y reutilizar el de Toluca. Corolario: canceló la […]
El presidente electo, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) confirmó que su decisión es «obedecer el mandato de los ciudadanos» y construir, en tres años, un aeropuerto internacional en la base aérea militar de Santa Lucía, al que se llegará por una vía confinada desde el Benito Juárez y reutilizar el de Toluca. Corolario: canceló la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) enTexcoco.
En la consulta convocada por el presidente electo, en la que participaron más de un millón de ciudadanos, ganó la opción de un aeropuerto civil en la base aérea militar de Santa Lucía, mantener el Benito Juárez y ampliar las operaciones en el de Toluca, y por ende no continuar con la construcción del pomposamente llamado NAIM emprendido en este sexenio presidencial en Texcoco. Así lo decidió el 70% de los ciudadanos.
AMLO consideró «normal» la depreciación del peso en las horas posteriores al resultado de la consulta y consideró que, conforme se difunda su decisión, la moneda mexicana recuperará terreno frente al dólar.cA la críticas de los empresarios, el presidente electo respondió que nunca los engañó, como acusó la Coparmex. «El próximo gobierno no estará al servicio de una minoría. Es el gobierno del pueblo y siempre va a prevalecer el interés general, lo que convenga a la nación. Les guste o no les guste», dijo.
López Obrador explicó que la terminal en Santa Lucía no se licitará, porque se construirá con los mismos recursos disponibles en el fideicomiso constituido para construir el aeropuerto de Texcoco y descartó cualquier litigio de la cúpula empresarial. A los contratistas «se les va a liquidar completo, si así lo deciden», agregó, y ofreció garantías a los tenedores de bonos que se emitieron para financiar la obra.
Lamentó que durante la consulta se creó un ambiente «de zozobra, de miedo, de los mercados financieros. ¡Imagínense el Estado mexicano, democrático, de derecho al que aspiramos, supeditado a mercados financieros. «¿Quién manda? ¿No es el pueblo? ¿No son los ciudadanos? ¿No es eso la democracia? Ese es el cambio. Entonces se acabó el predominio de una minoría y la vinculación de poder económico y político, la toma, que el gobierno esté secuestrado, solo al servicio de un grupo», aseveró.
El próximo secretario de Comunicaciones, Javier Jiménez Espriú, dijo que con la decisión del presidente electo se creará un sistema aeropuertuario con el Aeropuerto Internacional de Ciudad de México, el de Toluca y uno nuevo internacional en la base aérea de Santa Lucía, que permitirá atender entre 60 y 70 millones de pasajeros al año.
Jiménez Espriú deberá negociar con los empresarios, con contratos en Texcoco, a partir de ahora. «Vamos a hablar también con los empresarios, con los contratistas, para llegar a un acuerdo, hay la posibilidad de que sigan con los contratos, haciendo la obra en Santa Lucía. El mismo volumen de obra en Santa Lucía o llegar a arreglos», ofreció.
Participación ciudadana
Hoy, a menos de un mes de dejar el poder, Peña Gómez se encuentra con que el buque insignia de su administración se ha ido a pique. Algo similar le ocurrió también a Vicente Fox durante su sexenio: comenzó su periodo emitiendo un decreto expropiatorio que afectaba tierras ejidales de Atenco para construir un gran aeropuerto. A mediados de 2002, ante la protesta de los campesinos, dio marcha atrás y canceló el proyecto.
Cuatro años más tarde, en mayo de 2006, se cobró venganza: reprimió salvajemente a los integrantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT). Policías asesinaron al estudiante Alexis Benhumea y al menor Javier Cortés, abusaron sexualmente de 26 mujeres, golpearon a mansalva a centenares de pobladores y encarcelaron durante años a los dirigentes. Su sexenio quedó marcado por Atenco.
El analista Luis Hernández Navarro señala que López Obrador convirtió la consulta sobre la continuidad de la construcción del NAIM en un pulso para ver quién manda en el país: si la alianza de grandes empresarios y políticos que perdieron las elecciones en julio, o él y la coalición por la cuarta transformación. Sin embargo, el sondeo no salda de manera definitiva este combate y el pleito por ver quién está al frente del timón continúa, añade.
En este pulso se metieron de lleno los pueblos y comunidades de Texcoco para hacer valer sus intereses.Al poner la defensa del lago en el centro, la campaña construyó un referente que iba más allá de las demandas de un grupo de pobladores. Mostró cómo al defender su territorio se defiende la vida.
Desmontó la falacia de que la construcción del NAIM es por el «bien de la nación». Generó empatía con las resistencias de comunidades de Texcoco, en contraste con la devastación provocada por el nuevo aeropuerto. Enmarcó la oposición al NAIM en un contexto más amplio que es la lucha por el paradigma del país. Fue clave en construir las fuerzas para dar jaque mate a los empresarios y su proyecto, señala Hernández Navarro.
Desde antes de asumir el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador intenta poner en práctica la participación ciudadana en la resolución de los problemas del país y, sobre todo de los viejos conflictos heredados.
El nerviosismo por el resultado de la consulta es porque en el próximo gobierno se acabará la corrupción, afirmó el presidente electo. Es «a los camajanes (poderosos), a los fifís a quienes no les gusta la consulta», dijo.
La consulta versaba sobre si se sigue con el aeropuerto «nuevo» (pero con más de cuatro años de envejecimiento en su muy inicial obra realizada) con un enorme derroche de dinero. Muchos sostienen que la solución no está en otro aeropuerto sino con un sistema de ferrocarriles de alta velocidad, lo que no está en el debate, centrado en el proyecto «menos peor» para desechar al enorme «nuevo» aeropuerto.
Las voces de quienes han defendido las tierras campesinas y el lecho del Lago de Texcoco nombraron lo que parecía imposible: #YoPrefieroElLago. Ante ello, el discurso económico y tecnócrata sobre el Nuevo Aeropuerto Internacional de México, impuesto sobre la superficie del último espacio vacío de la cuenca, quedó agrietado.
Hasta antes de la campaña, los medios de comunicación presentaban al NAIM como un proyecto sin territorio, una maravilla arquitectónica que parecía flotar en el limbo. El primer acierto de la campaña #YoPrefieroElLago residió en mostrar las imágenes de la devastación ambiental provocada por la obra.
La consulta obradorista sobre el NAIM, es un ejemplo de lo que puede ser más que un ejercicio ciudadano: una resonancia de espacios sobre el fondo del asunto: el choque radical entre un civilizatorio basado en el despojo y una opción de vida fincada en una íntima relación con el medio ambiente.
Ante el anuncio del próximo gobierno de cancelar la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, Alexandre de Juniac, director general de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA), consideró esta decisión como un «gran revés para la industria aérea y para la economía mexicana».
Es «extremadamente decepcionante» que el próximo gobierno pretenda cancelar ese proyecto «de clase mundial», cuyos efectos se harán sentir en el empleo y la economía de México, dijo en Panamá ante decenas de empresarios del sector aeroportuario. Ya la central empresaria había presionado con una campaña de terror mediático.
Al final del capítulo llamado «nuevo aeropuerto», López Obrador evitó ser cómplice del desprestigio social derivado de las acciones de la administración de Enrique Peña Nieto, quien impulsó la construcción del NAIM junto a sus amigos constructores, que causaría un ecocidio en esa región del valle de México, tras vulnerar los derechos humanos de miles de residentes para apoderarse de sus tierras, su agua y su medio ambiente.
Esta disputa por los terrenos mexiquenses para desarrollar una estación aérea ya costó la vida de un puñado de ciudadanos, la prisión a otros más, el acoso a miles de pobladores; que hoy pueden valuar que su lucha valió la pena. El agua, la tierra y el medio ambiente se conservarán; y los pobladores del valle no temerán por su vida ni por la prepotencia de la fuerza para que vendieran sus tierras.
El sexenio de Enrique Peña Nieto termina como se inició: marcado por la lucha de los pobladores de San Salvador Atenco en defensa de sus tierras, de su territorio y del lago de Texcoco. Fue un paso hacia la participación ciudadana en las decisiones gubernamentales, aunque ni la consulta y menos sus resultados les haya gustado a los medios hegemónicos ni al empresariado.
Gerardo Villagrán del Corral. Antropólogo y economista mexicano, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE, www.estrategia.la)
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