1. Las manifestaciones de protesta y lucha cada Primero de Mayo antes de los años sesenta fueron muy batalladoras. Me hacen recordar de manera emocionada aquel pasaje de la novela de Gorki, La Madre (que leí a los 19 años), cuando los obreros salían en masa a la calle y, con el grito de «muera […]
1. Las manifestaciones de protesta y lucha cada Primero de Mayo antes de los años sesenta fueron muy batalladoras. Me hacen recordar de manera emocionada aquel pasaje de la novela de Gorki, La Madre (que leí a los 19 años), cuando los obreros salían en masa a la calle y, con el grito de «muera el gobierno y los patrones», provocaban que la caballería armada se lanzara contra ellos, teniendo que pelear con los gendarmes. Desde entonces nunca me saque de la cabeza que todos los primero de mayo eran días de álgido combate contra la explotación. Desde aquellos días cada año debía salir a manifestarme con los obreros cordeleros anarcosindicalistas que eran casi lo únicos que tras un camión de redilas con oradores, hacían paradas frente a los diarios y el palacio de gobierno.
2. En la ciudad de México antes de 1968 salíamos a manifestarnos siempre con la duda de que: seríamos reprimidos o nos dejarían caminar por La Reforma. Nos apostábamos alrededor de la glorieta del Ángel vigilando si había movimiento de gendarmes y esperando que llegaran más compañeros; sólo así mediante una seña de los más valientes, con alegría gritábamos: «júntense, júntense». El zócalo sólo podía ser ocupado por los sindicatos al servicio del gobierno encabezados por «el señor presidente». El Primero de mayo desfilaban cientos de miles de obreros con sus líderes espurios levantando mantas de agradecimiento al gobierno. En varias ocasiones el presidente de la República, rodeado de cientos de líderes sumisos, encabezó los desfiles.
3. El movimiento estudiantil de 1968 pudo ocupar el Zócalo y desde entonces el gobierno burgués de Díaz Ordaz tuvo que abrirlo a todas las protestas. En los años setenta -década de las mayores movilizaciones y huelgas obreras por aquello del «nacionalismo revolucionario»; pero también de la «guerra sucia» que llevó a la cárcel, a secuestros y asesinatos de cientos de jóvenes de izquierda, la combatividad obrera creció y la participación electoral bajó entrando en crisis los partidos políticos. Fue entonces cuando López Portillo y Reyes Heroles -ambos- sacaron las campanitas para ofrecer a la izquierda y derecha registro de partidos, subsidios en millones de pesos, diputaciones, senadurías, gubernaturas y demás.
4. Entonces las manifestaciones del Primero de Mayo se tornaron pacíficas y civilizadas. No se pedía permiso pero había que avisar de la ruta para que la policía acordonara «amigablemente» las marchas. Comenzó a ser «chistoso»: el gobierno ejercía una vigilancia estricta «para que los manifestantes no fuéramos agredidos». A partir del pasado 2 de octubre (2013) el gobierno sólo ha cerrado sus columnas para encapsularnos y llevarnos donde haya ordenado, evitando siempre que ocupemos el Zócalo o nos dirigiéramos a otro lugar. Y parece que las masas y muchos de sus dóciles líderes están dispuestos a obedecer, con excepción de los jóvenes anarquistas que se consideran ofendidos en su dignidad libertaria.
5. Este primero de mayo los compañeros de la Nueva Central de Trabajadores (NCT) están citando una marcha de electricistas y maestros esencialmente. A pesar de que sigue siendo la CNTE organización a la que pertenezco y apoyo, y que además los electricistas del SME los que en los últimos 20 años han encabezado las marchas de ese día, no puedo olvidar que el gobierno ha contratado en los últimos meses a más de 200 mil nuevos soldados y policías con la exclusiva tarea de someter a todas las batallas de oposición radical. Pienso que a los marchistas los dejarán entrar al Zócalo porque horas antes -como en los últimos 15 años- estarán los líderes charros en la mañana, los neocharros al medio día y la izquierda -bien controlada- en la tarde.
6. Pienso que la izquierda radical tiene que inventar otras formas combativas de manifestación para no repetir el «paseíllo tradicional» absolutamente controlado. Antes por lo menos servían de desahogo, hoy sólo un obligado compromiso muy molesto. ¿Qué? Hace unos días el flamante secretario del Trabajo dijo algo como «que este año no habrá ninguna huelga de asalariados en el país». Puta, preguntan los obreros, ¿hacer huelga en medio del gigantesco desempleo que se registra en México y en el mundo? Ya desde principios de los años sesenta los analista de la Escuela de Frankfurt: Adorno, Horkhaimer, Marcusse -identificándose con el marxismo- examinaron a la clase obrera y el «establecimiento». ¿Será indispensable dar otro sentido al Primero de Mayo?
7. Sería ridículo repetir el discurso de los obreros de Chicago o de las huelgas de Cananea y Río Blanco; de la lucha por ocho horas de trabajo y los nombres de los líderes de entonces. Ahora tenemos poderosos gobiernos, grandes inversionistas e imperios extranjeros que se ríen y burlan de los paseíllos de los trabajadores. Los jóvenes anarquistas -que desde los años sesenta ocupan las vanguardias de las luchas sociales en el mundo- deben inventar nuevas formas de lucha que obliguen a la clase dominante a resolver los problemas del pueblo o a quitarse del camino. Como dirían los zapatistas; hay que organizar «otro», muy otro, Primero de Mayo.
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