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Ante la Secretaría de Cultura, el descontento que une a miles

Fuentes: Rebelión

En un artículo de Témoris Grecko publicado en Eme Equis hace un par de días, titulado “Los apuros de Alejandra Frausto. El grupo de whats que encendió la rebelión”, en el que el articulista consulta a algunos de los participantes del mencionado grupo, se filtra nuevamente la instrucción, no precisamente, a decir de los funcionarios consultados, de “desactivar” a los colectivos, pero sí de desactivar algunas de sus propuestas entre las que destaca, ante la posibilidad de un Congreso Nacional, el carácter vinculante de los resolutivos de este.

Es decir, sale a la luz nuevamente lo que desde la comunidad artística venimos advirtiendo desde tiempo atrás: no existe una intención de las autoridades de la Secretaría de Cultura (SC) de negociar nada de fondo. Si los resultados de un congreso nacional de artistas no van a ser resolutivos y vinculantes, entonces cuál es el sentido de realizarlo. Es más atole con el dedo; más simulaciones; y una estrategia clara de buscar enfrentar a los colectivos artísticos y de trabajadores de la cultura, entre los dimes y diretes, en una coyuntura en la que el descontento y la unidad del sector crece a niveles nacionales. Ya somos miles.

La Secretaría de Cultura, en obscenos comunicados, quiere chamaquear a toda una nación disculpándose de dientes para afuera distrayendo su actuar hacia un desafortunado error humano, disculpándose por el nombre de un chat, “desactivación de colectivos”, reorganizando un nuevo equipo de trabajo “negociador” formado por personajes ajenos a la Secretaría, y en la mejor disposición de “dialogar”. ¿De dialogar qué? ¿las migajas de una política cultural mediocre que nunca a tenido ni pies ni cabeza? ¿concesiones para quienes se cuadren a la corta visión de quienes observan a la cultura como un “pilar de transformación” hecho de papel? El chat es solo la punta del iceberg, no nos distraigamos ni perdamos la memoria de lo construido hasta ahora, con una zanahoria ya podrida apodada “diálogo” que vuelven aventarle a la comunidad artística y cultural.

Por otro lado, el entramado organizativo de los colectivos y actores independientes crece, pero con ello crece el oportunismo, el avasallamiento y el caudillismo al que está sujeta, lamentablemente, toda construcción colectiva que se forma desde la diversidad de haceres y saberes (todos preceptos de una cultura errada sobre el ejercicio del poder, heredada de la mezquindad de políticos y gobiernos corruptos desde hace décadas y décadas). Es crucial en estos momentos, la autocrítica incisiva, escucharnos, dialogar, no imponernos, convencernos, mandarnos obedeciendo y armonizar en la medida de lo posible, todos principios esenciales de una construcción colectiva horizontal e incluyente. Entender que nadie es más que el otro, es fundamental; entender que ya hay trabajo caminado y que los atisbos de soberbia de quienes ya se marearon arriba de un ladrillito y quieren reinventar e imponer el hilo negro nuevamente, solo empantanan las rutas ya trazadas.

Rutas como el Estatuto de Artista y el Trabajador de la Cultura, basados en los 7 lineamientos propuestos y construidos desde hace años por más de 140 países a través de la UNESCO, y avanzado desde hace unos años por varios colectivos artísticos y culturales en México de manera conjunta; la construcción de un Parlamento Abierto, Resolutivo y Vinculante de Arte y Cultura, ya probado y reconocido por autoridades de la CDMX, alejado en gran medida de esta nueva figura propuesta, sin menoscabo, llamada Congreso Nacional de Artistas; rutas autonómicas de participación y construcción colectiva sustentadas por la Constitución mexicana; la caminata conjunta y sin distinciones paternalistas, racistas o discriminatorias con actores y comunidades artísticas de los pueblos originarios y comunidades indígenas, son algunos ejemplos de lo caminado y cimentado por cientos de artistas y colectivos durante varios años y de manera más específica, desde la unidad desde hace tres años, antes de que llegara el nuevo gobierno, y construidos de manera autonómica para quienes llegaran al poder, como propuestas de participación y construcción de las políticas culturales y con fundamento en toda la legislación nacional e internacional, nada sacado de la manga sino sustentado.

Es tiempo de la unidad como nuestra fuerza ante un gobierno que pregona la participación y la consulta ciudadana pero que la desdeña o descalifica, cuando supera sus intereses políticos, partidistas o individuales de quienes ejercen el poder. Sabemos o al menos se sospecha que al presidente de la República le mienten sus lacayos, le entregan verdades a medias, mentiras completas y hasta informes alterados como pudimos corroborar con el 2o Informe de Gobierno en el que la Secretaría de Cultura alteró datos. Todo debidamente documentado e ingresado ante la CNDH y la Función Pública en tremendos expedientes que crecen a diario y caminan en una ruta jurídica, ante la cerrazón de quienes no ven, no escuchan y hablan sandeces, y que continuará hasta las últimas consecuencias. La postura de estos colectivos sigue siendo, con la ley en la mano, la renuncia de Alejandra Frausto y un giro de 180 grados en la política cultural de México, pero con la participación de todas y todos los actores y comunidades artísticas, trabajadoras y trabajadores de la cultura que hacemos de nuestra Patria, también una Nación digna.

Publicada en Pao Libre: https://pasolibre.grecu.mx/ante-la-secretaria-de-cultura-el-descontento-que-une-a-miles/