1. El expriísta y neopanista Javier Lozano, secretario del Trabajo del gobierno de Calderón, con ese despotismo que lo caracteriza («dinero o cuello») está dispuesto a brincarse todos los obstáculos para imponer la reforma a la Ley del Trabajo; ley que el pasado gobierno de Fox, con el empresario Abascal como su secretario de trabajo, […]
1. El expriísta y neopanista Javier Lozano, secretario del Trabajo del gobierno de Calderón, con ese despotismo que lo caracteriza («dinero o cuello») está dispuesto a brincarse todos los obstáculos para imponer la reforma a la Ley del Trabajo; ley que el pasado gobierno de Fox, con el empresario Abascal como su secretario de trabajo, no pudo lograr que se aprobara. Fox, «el presidente empresario y para los empresarios», luchó mucho para imponerla pero varias organizaciones obreras (independientes y charras) la rechazaron. El centro de la reforma busca eliminar (o casi desaparecer) a) la contratación colectiva, b) el derecho de huelga, c) la organización sindical, d) las conquistas laborales y d) las prestaciones sociales. Nada de estos derechos obreros, logrados durante casi un siglo con luchas, cárceles y muertes de abuelos y padres, debe quedar. Los empresarios y el gobierno derechista deben garantizarles a los nuevos inversionistas ganancias seguras y estabilidad.
2. A pesar de que la clase obrera nació controlada por la clase dominante, con leyes e instituciones laborales, organizaciones sindicales corporativas y líderes charros o vendidos, hubo durante décadas presiones de organismo obreros independientes (pequeños, pero muy combativos) que muchas veces obligaron a la burguesía a hacer leyes sociales. La misma revolución mexicana, a pesar de sus objetivos capitalistas, se vio obligada a plasmar en su Constitución algunas demandas sociales, como los artículos 3 (acerca de la educación), 27 (sobre las tierras) y 123 (del trabajo) Aunque estos artículos nacieron mediatizados al contener apartados contradictorios, y por reglamentos que muchas veces nulifican las ideas generales, contienen muchas cosas en beneficio de los trabajadores y la población. Por ese motivo el artículo 123 constitucional es defendible en las condiciones actuales en que los empresarios y el gobierno derechista quieren reformarlo.
3. La contratación colectiva, el derecho de huelga y la libertad de los obreros para organizarse sindicalmente son los puntos básicos en que no se puede ceder ni un ápice y por los que la clase trabajadora debe salir a las calles. Por ningún motivo se debe confiar en las organizaciones dirigidas por líderes charros siempre dispuestos a venderse por algunos millones de pesos que ha dispuesto el empresariado y el gobierno para ser repartido. Si esa Ley se aprueba todos los cambios que se han estado imponiendo en las fábricas desde hace 25 años (sobre todo a raíz de la implantación en México de las maquiladoras) se legalizarán, además de otros que serán impuestos con gran facilidad.
4. Contra la contratación colectiva los empresarios exigen la contratación individual, es decir, un contrato en el que el obrero (sin protección alguna) va a tener siempre una espada colgada con un delgado hilo sobre su cabeza, vigilada por el empresario dispuesto a dejarla caer cuando quiera. Antes la organización sindical, aunque charra o vendida, se convertía en punto de negociación con posibilidades de ser presionada. Por el contrario la contratación individual no le garantiza ninguna estabilidad al obrero y los convierte en un simple esclavo que deba someterse a los deseos del dueño de la fábrica o al capataz para que no lo echen a la calle en cualquier momento. En México, por el gigantesco desempleo que cada día es mayor, los empresarios se aprovechan de la enorme oferta de brazos para explotar con intensidad el trabajo humano, sea por horas, por día o en horarios necesarios para el capital. La contratación individual debe ser combatida con toda la fuerza obrera,
5. El derecho de huelga figura en la Constitución por lo menos desde 1917. «La huelga es la suspensión temporal del trabajo llevada a cabo por una coalición de trabajadores» (440 de la LFT) La huelga, comentan los abogados Trueba, es un derecho social económico cuyo ejercicio le permite a los trabajadores alcanzar mejores condiciones de trabajo, prestaciones y salarios, y en el porvenir sus reivindicaciones sociales. Ese derecho no puede ser nulificado con reglamentos que en la práctica busquen anular el derecho. ¿No es imbécil acaso tener que pedir permiso para hacer una huelga o que cada obrero tenga que probar con documentos individuales que pertenece a la empresa? La empresa también busca eliminar las huelgas por solidaridad, cuando este tipo de acciones son las que unifican la fuerza obrera ante los empresarios y los gobiernos siempre unidos. Si eliminan o complican el estallido de una huelga, el instrumento más importante de la lucha obrera, será muy grave.
6. Destruir la organización sindical, mediatizarla o convertirla en blanca, es decir, al servicio de los empresarios, es el gran objetivo de la reforma sindical que busca imponer el gobierno panista. El sindicato es una asociación de trabajadores para la defensa de sus intereses. A nadie se le puede obligar a formar parte o no formar parte de él. Los sindicatos pueden ser gremiales, industriales, nacionales de industria, de oficios varios. Aunque la historia de los sindicatos haya sido muy desprestigiada por la corrupción de sus dirigentes, los trabajadores no pueden mejorar sus condiciones de trabajos, su estabilidad y su vida, sin organizarse colectivamente. Ni modo, hay que seguir dando la lucha interna para limpiar los sindicatos de líderes charros o vendidos, pero los obreros necesitan vivir organizados porque los empresarios sólo pueden respetar la fuerza de los obreros. Por eso buscan hacer contratos individuales que no den oportunidad a la organización sindical y la huelga.
7. Además, en la reforma a la ley del trabajo, se busca eliminar todas aquellas conquistas sindicales como vacaciones, días feriados, el derecho de las mujeres embarazadas y con hijos, aguinaldos, reparto de utilidades y demás prestaciones que no fueron merced al gobierno o a los empresarios sino producto de luchas gloriosas, intensas, heroicas, de los años treintas, cuarenta, cincuenta, etcétera de abuelos y padres que sufrieron descuentos de salarios, despidos, golpes, encarcelamientos y asesinatos. Dejar ir o perder una conquista sindical es irresponsable cuando se sabe el gran costo y sufrimiento de la clase obrera. ¿Para qué sirvió la caminata de los obreros de Nueva Rosita, la gran lucha ferrocarrilera y los miles de presos encarcelados, la batalla de los maestros othonistas de la IX, la batallas de la CNTE que luchan contra la reforma del ISSSTE, los oaxaqueños, los electricistas del SME, los mineros, el EZLN? ¿Para qué sufrir cárceles y asesinatos si luego nos vamos a vender?
8. Al parecer la aprobación de la ley laboral dependerá también de la aprobación de la privatización petrolera. Si nos derrotan en esta lucha que hasta hoy ha estado encabezando López Obrador, el panismo y el Príamo inmediatamente continuarán con lo laboral; por el contrario si les ganamos también nuestra batalla evitará las reformas siguientes. Mientras la burguesía se presenta unida las fuerzas de izquierda luchan divididas cuidando sectariamente su causa. La sección 22 de Oaxaca ha obligado a la dirigente charra Gordillo y al secretario de Gobernación a iniciar pláticas, sin embargo no será fácil porque esos dos sujetos se la saben de todas todas y tratarán de hacer trampa contra los profesores. De todas maneras la batalla de los oaxaqueños deberá continuar porque hay mil una cosas pendientes, sobre todo la libertad de los campañeros presos políticos. Con estas batallas se puede unificar a la clase obrera y otros sectores a luchas contra la privatización del petróleo y contra la reforma de la ley laboral.