Desde la mirada de dos niños, el director refleja la Chile de Salvador Allende y la posterior represión.
Así como Marcelo Piñeyro retrató los años de plomo en Kamchatka, centrándose en un protagonista niño, el chileno Andrés Wood refleja los días previos al golpe de Estado que derrocó en setiembre de 1973 a Salvador Allende en Chile en Machuca. Quien da el título al filme es un niño de escasos recursos, que ingresa con una subvención a un colegio de chicos ricos, una medida adoptada antes de que Augusto Pinochet usurpara el poder. La historia se centra en él y su compañero más pudiente Gonzalo Infante.
La película, que aquí se conocerá el jueves, ganó premios en varios festivales, fue candidata al Goya, y pasó por el festival de Cannes, además de exhibirse en el de Mar del Plata y el de Buenos Aires este año, entre otros. Y tiene la particularidad de que uno de los personajes secundarios, Ochagavia, es interpretado por Federico Luppi.
Antes de partir a la Universidad de Notre Dame, donde exhibió sus tres largometrajes, Andrés Wood (40 años, estudió Economía en Chile y Cine en Nueva York), pasó por Buenos Aires.
Tenías ocho años cuando fue el golpe que destituyó a Allende. ¿Qué recuerdos tenés, qué te han contado tus padres?
Tengo un recuerdo lejano, casi no politizado. Fueron días en que los padres se quedaron en las casas, de ver mucha televisión, de gente celebrando y otros más silenciosos. A veces salíamos a la calle a jugar y pasábamos de jugar a la pelota a ver a los soldados. Yo empecé a entender bastante después la significación del golpe.
Vos formaste parte del proyecto educativo del colegio Saint George’s, en el que se basa tu película. ¿Sirvió, fue provechoso, o un fracaso?
Pienso que para los que vivimos esa experiencia desde niños fue muy marcador, tanto para los alumnos de escasos recursos como para los más acomodados. Sin duda, en mi caso, me determinó tanto como lo hizo mi familia, y pienso que el tipo de cine que hago proviene de esos años. Mucho se ha discutido si el proyecto fue un fracaso o no, pero la verdad es que es muy difícil medirlo, ya que el golpe cortó el apoyo a los niños pobres. Yo estoy seguro de que es una gran iniciativa como medio de igualar oportunidades, y casi tan importante como eso, como una forma nueva de relacionarse entre personas distintas, ya sea por tu condición social, racial, sexual. Un tema que nos falta mucho por avanzar en Chile.
¿En quién te reconocés en la película?
Me reconozco en Gonzalo Infante. Ese es mi mundo, no exactamente, pero yo era del otro lado del río y tenía zapatillas Adidas.
¿Qué opinión te merecen las medidas del Gobierno sobre Pinochet y el probable indulto a represores?
Me cuesta entender que después de tanta precaución y, por no decir miedo, en nuestra transición a la democracia, logramos por fin encontrar las claves para avanzar en la verdad y la justicia, ahora viene el Presidente y da una señal en otra dirección. Tengo la confianza que haya sido sólo un paso en falso.
¿Cómo ves el cine chileno, el argentino y el latinoamericano?
Al cine argentino, al igual que el brasileño y en algunos años el mexicano, lo veo llevando la batuta del cine latinoamericano. Con muchos creadores consagrados, con nuevas generaciones muy fuertes, con películas que pasarán a la posteridad. El cine chileno, junto con el resto de Latinoamérica, estamos más atrás e intentamos subirnos al tren de los grandes. No ha sido fácil reconstruir nuestra cinematografía después de casi veinte años en que se hicieron cinco películas en total… Estamos recién recuperando un espacio en la sociedad.
¿Quiénes te gustan de los cineastas argentinos?
Burman, Trapero, Martel, de la nueva generación. Sorín, de los mayores, y Campanella de la generación intermedia.
Tu película fue un éxito en tu país, y anduvo bien en los festivales, algo que es poco común. ¿A qué lo atribuís?
No me gusta analizar eso. Tengo miedo que me paralice si encuentro razones muy claras. Cuando partimos escribiendo Machuca, mis amigos me decían para qué me metía en un tema así, si estaba comprobado que a nadie le interesaba. Una posibilidad que me agrada como respuesta es que la película es abierta, con muchas capas donde la gente puede apropiársela. Y que el punto de vista para el contexto personal y social es claramente subjetivo y fragmentado.
¿Por qué elegiste a Federico Luppi?
A Federico lo propuso la coproducción española, yo jamás pensé que podía tener acceso a un actor de su categoría. Fue un placer trabajar con él, tanto en lo profesional como en lo personal. Lo admiro desde la época de Tiempo de revancha.
¿En qué estás trabajando ahora?
Estoy empezando a escribir una historia coral. Mucho más no me gusta decir, ya que cuando uno habla, los proyectos no salen.
Perfil
Luego de estudiar cine en Nueva York, Wood regreso a su país, escribió y dirigió Historias del fútbol (1987), por la que ganó una mención especial al mejor director nuevo en el Festival de San Sebastián. Con La fiebre del loco (2001) obtuvo más premios. Con Machuca pasó por Cannes.