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Entrevista al doctor Antonio Brailovsky

«Argentina confía tanto en los transgénicos que los esconde en el rotulado de los productos»

Fuentes: Rebelión

M.H.: Quiero que me explique una cosa. El 14 de octubre el Ministerio de Agricultura Ganadería y Pesca oficializó una resolución la 216/2020 que es una iniciativa que implica 200 millones de toneladas de oleaginosas y legumbres con el objetivo de impulsar el desarrollo de nuevas inversiones, puestos de trabajo, el agregado de valor, etc. Esto se haría sobre la base a las nuevas tecnologías ACT TECH. 

E.B.: Aparentemente es trigo transgénico. El tema es que están llegando demasiado tarde, porque cuando el resto del mundo está tratando de sacarse de encima los transgénicos justamente por la cantidad de plaguicidas que necesitan, yo creo que es un error insistir en esto. Tendrían que trabajar sobre formas de producción que no necesiten plaguicidas. Ya se sabe que los agrotóxicos van de la mano de los transgénicos. Yo creo que es un error de tiempo. Hacerlo hace 20 años se hubiera entendido más. Hacerlo ahora me parece un error importante. 

M.H.: O sea que esto tiene relación con el anuncio que se hizo de trigo HD4. 

E.B.: Yo creo que van juntos. 

M.H.: Vi unas declaraciones al respecto del ex ministro de Ciencia y Técnica, Lino Barañao, que dice “el apoyo a la biotecnología por parte del gobierno es fundamental a la hora de tomar decisiones basadas en la evidencia, porque el rechazo a los organismos genéticamente modificados por parte de un sector de la población tiene que ver con una posición rayana más en la superstición que en la racionalidad que debería imperar en los tiempos que nos toca”. 

E.B.: Cuando hubo un científico llamado Andrés Carrasco que demostró que los organismos genéticamente modificados y los plaguicidas usados para eso provocaban daño genético en animales de laboratorio lo que hizo Barañao fue perseguirlo, impedirle publicar, tratar de echarlo de la comunidad científica. Las evidencias son, hasta que aparezcan evidencias científicas que piensen distinto que él o que demuestren cosas que no le gusten a Barañao. De modo que la visión de Barañao de la evidencia científica es, mientras la evidencia diga lo que él quiere todo bien, cuando diga otra cosa, empezar a perseguir.  

M.H.: Si nosotros producimos 60 millones de toneladas de oleaginosas y legumbres y queremos pasar a producir 200 millones, triplicar la producción, eso implica el uso de más tierras de las que se cultivan actualmente. 

E.B.: No hay que sorprenderse entonces de que hayan incendiado tanto este año.  

M.H.: Justamente iba a preguntarle si tenía relación. 

E.B.: Yo creo que hay una relación directa. No se quema por casualidad. 

M.H.: Para hacer esto se necesitan incorporar tierras, no veo otra forma. 

E.B.: La forma más sencilla de incorporar tierras es incendiar lo que hay encima. 

M.H.: Otra cosa que le quiero preguntar sobre este trigo transgénico que supongo que va a llegar a nuestra mesa a través del pan, fideos, galletitas. 

E.B.: Recordemos que la mayoría de los países europeos tienen obligado un rotulado de lo transgénico. El consumidor puede decidir si compra o no un producto con transgénicos. Argentina no autoriza que los productos indiquen si tienen transgénicos o no. De manera que confían tanto en los transgénicos que los esconden. Van a llegar a nuestra mesa disfrazados, no nos vamos a enterar. 

M.H.: Este trigo transgénico está asociado a un herbicida que es el glufosinato de amonio y según he estado leyendo, es 15 veces más tóxico que el glifosato. ¿Esto es así? 

E.B.: El tema no es solamente la toxicidad, se llama toxicidad al daño que genera en el momento; sino que estas cosas se largan al mercado sin tener el efecto sobre la salud y los ecosistemas a largo plazo. Nadie sabe qué efectos tiene estar comiendo productos con restos de glufosinato de amonio durante 5, 10 o 20 años. Simplemente no se sabe. Pero hay una cuestión de precaución, qué sentido tiene exponer a millones de personas como conejos de indias si la experiencia puede hacerse primero en animales, para ver si sobreviven o no. En vez de hacerlo con millones de personas. 

M.H.: Esto me recuerda mucho a una de las últimas producciones de Pino Solanas, hay una parte de “Viaje a los pueblos fumigados” donde se hace un estudio en Mar del Plata y este indica que él tenía un alto grado de toxicidad en su organismo. 

E.B.: Él tenía un grado de toxicidad en sangre y orina, yo llamé a los que organizaron ese estudio, la ONG Bios conducida por Silvana Bujan. Le pedí el contacto con el laboratorio y me dijo que no hacía falta que pagara el estudio, que no tiene sentido, que viviendo en una ciudad ya tengo un porcentaje alto de cada una de esas sustancias. Es innecesario el análisis. Usted, yo y todos los oyentes tenemos plaguicidas en sangre y orina. 

M.H.: Pino Solanas se sorprende porque dice que lo único que come es un bifecito con ensalada a diario. Y los médicos le decían que justamente ahí están los agrotóxicos. 

E.B.: Es así. En algún momento hay que sincerar esto y plantear cuál es el sentido de seguir intoxicando a millones de personas con productos químicos.  

M.H.: Tuvimos incluso la amenaza de que iban a fumigar a los del Proyecto Artigas vinculado a la hermana de Echevehere.  

E.B.: Hubiera sido un acto criminal. Fumigar personas con esos productos es lo mismo que balearlos, absolutamente.  

M.H.: No me hubiera llamado la atención porque han hecho cosas peores.  

E.B.: Es cierto, pero hay que decirlo porque no todo el mundo lo sabe. Tenemos el caso de Rigoberta Menchú, una luchadora indígena maya que recibió el Nobel de la Paz. Ella contaba que un par de hermanos murieron durante una fumigación, estaban trabajando en el campo, la empresa les pasó por encima con un avión fumigando y los mató. De modo que estamos hablando de esto. No que la gente empiece a toser un poco. Matan gente con estas cosas.