1. Me alegra encontrar este domingo 11, dos artículos de mis colegas Armando Bartra y Guillermo Almeyra que llevan como yo varias décadas de militancia política en la izquierda. En los dos trabajos en La Jornada, se plantean situaciones políticas de López Obrador y Morena, así como del EZLN en las próximas elecciones. A los […]
1. Me alegra encontrar este domingo 11, dos artículos de mis colegas Armando Bartra y Guillermo Almeyra que llevan como yo varias décadas de militancia política en la izquierda. En los dos trabajos en La Jornada, se plantean situaciones políticas de López Obrador y Morena, así como del EZLN en las próximas elecciones. A los dos camaradas les tengo respeto y admiración por las décadas que se han entregado -sin oportunismo alguno- a analizar estos asuntos de incumbencia mundial. Personalmente me he mantenido independiente de ambas posiciones(Morena y EZLN), pero nunca he dejado de apoyar personalmente sus batallas y al mismo tiempo ser un crítico de algunas de sus concepciones, tales como el caudillismo que impide la posibilidad de trabajos conjuntos unitarios. De todas maneras aquí no se acaban las cosas, pero sí puede iniciarse un análisis y discusiones muy importantes para toda la izquierda y la socialdemocracia.
2. Armando Bartra escribe que «en 2018 hay que votar y debe hacerse por un candidato o candidata confiable por su trayectoria y comprometido con un programa consensuado de salvación nacional, pero, sobre todo, hay que votar por quien tenga reales posibilidades de triunfo. Lo otro es ganar visibilidad como indios, pero a costa de que el PRIAN repita en Los Pinos y Trump nos acabe de fregar. Y en ese escenario de poco serviría haberse posicionado políticamente con una campaña testimonial». Explica: «En 2006 los poderes no dejaron que López Obrador llegara a la Presidencia y Calderón nos partió la madre a todos, incluyendo 120 mil muertos y 30 mil desaparecidos que con otro gobierno hubiésemos evitado. Así las cosas, sería suicida que en 2018 no sumáramos fuerzas. Sería imperdonable que no hiciéramos todo lo posible por sacar al PRIAN de Los Pinos y a México del corral estadunidense. Conocemos sus mañas y sabemos que quizá no nos dejen ganar. Y de ser así ningún cálculo político poselectoral nos compensará por la derrota. En todo caso que digan que no pudimos, pero que nadie pueda decir que ni siquiera lo intentamos».
3. Guillermo Almeyra por su parte señala: «Los montes temblaron y rugieron, pero terminaron pariendo un ratoncito». Dice que «El congreso (de MORENA) fue más bien un show del Jefe-Caudillo, pues no hubo discusión seria de ponencias y posiciones y el programa allí aprobado no llega ni siquiera al paupérrimo nivel de los programas de los gobiernos progresistas
(como el de Dilma en Brasil o el kirchnerista). Se presenta un programa estatista-paternalista con algunos toques leves de asistencialismo y de nacionalismo echeverrista y ni siquiera indica cómo piensa concretar lo que propone y quién va a pagar las facturas, si los trabajadores con los impuestos inicuos, como el IVA, o los capitalistas. Luego recomienda: «Es necesario un viraje radical. A la política puramente electoralista de Morena no basta contraponer otra campaña igualmente electoralista. La organización de poderes locales activos y conscientes es la tarea principal para dar fuerzas reales a la candidatura del CNI-EZLN».
4. Son obviamente dos posiciones diferentes. Armando, desde los setenta, se ha dedicado a los análisis agrarios y de las luchas campesinas. Ha escrito varios libros y ensayos y desde hace varios años ha coincidido con el lópezobradorismo y, además de ser un pensador ha desarrollado muchas actividades de apoyo a Morena. Guillermo, más internacionalista, ha hecho análisis de la política mundial y en México ha apoyado esencialmente las luchas obreras. Cada uno en su campo buscando caminos por los que pudiera avanzar la lucha social mundial. Parece que ahora, con la llegada de Trump muchas cosas pueden cambiar y acelerarse en México y en el mundo sin entender aún la velocidad y el sentido, pero han comenzado ya. Pienso que con la Clinton -igual de peligrosa que Trump- se hubiesen mantenido las cosas igual mientras el mundo sigue viviendo la miseria, la superexplotación y la guerra. Preparémonos no para acabar con Trump sino para enterrar el capitalismo.
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