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Reseña de Rosa Luxemburg en la tormenta, de Ana Muiña (La linterna sorda)

Biografía y selección de artículos de la mítica revolucionaria polaca

Fuentes: Rebelión

Rosa Luxemburg ocupa un lugar muy especial entre los que entregaron su vida a la lucha revolucionaria en la época convulsa que enlaza los siglos XIX y XX. Su lucidez teórica y su indomable compromiso iban unidos a una ausencia de dogmatismo y una visión crítica que hacen que sea reivindicada con igual fervor desde […]

Rosa Luxemburg ocupa un lugar muy especial entre los que entregaron su vida a la lucha revolucionaria en la época convulsa que enlaza los siglos XIX y XX. Su lucidez teórica y su indomable compromiso iban unidos a una ausencia de dogmatismo y una visión crítica que hacen que sea reivindicada con igual fervor desde el campo marxista y el libertario. Además, su infame asesinato hizo de ella una mártir con aura de leyenda, invocada en todos los combates que siguieron.

Rosa Luxemburg en la tormenta ofrece una aproximación a la vida, el pensamiento y la huella de esta mujer, extraordinaria en sus facetas de teórica y activista, y atenta fustigadora de los vicios autoritarios que acabarían dando al traste con los proyectos emancipadores que arrancaban en sus últimos años. La obra, plenamente en la tradición de La linterna sorda, es otro buen ejemplo de cómo hacer libros se convierte en manos de algunos editores en ocasión para conjugar brillantemente textos e ilustraciones y producir auténticas obras de arte.

Una rosa en el torbellino

El volumen comienza con una amplia biografía de Rosa Luxemburg. Sabemos así de su nacimiento en 1870 o 1871 en Zamosc, una hermosa ciudad de Polonia oriental por entonces perteneciente al Imperio ruso, en el seno de una familia judía, culta y cosmopolita. De pequeña estatura y aquejada a partir de los cinco años, tras una enfermedad en la cadera, de una cojera, nuestra protagonista destaca pronto por su extraordinaria inteligencia e inicia sus estudios en Varsovia, donde se había trasladado su familia. En 1886 se afilia a Proletariat, un partido revolucionario que está sufriendo una dura represión. Tres años más tarde, perseguida, ha de abandonar Polonia y se refugia en Zúrich, cuya universidad va a ser su alma mater.

A partir de 1890, Rosa milita en partidos socialdemócratas de Alemania (SPD) y Polonia (SDKPiL) adheridos a la II Internacional. Dentro de ellos defiende los objetivos revolucionarios, contra el reformismo de Eduard Bernstein, y las tendencias internacionalistas minoritarias, alejadas del chauvinismo que incubaba el desastre. Ya en el siglo XX, se opone a la participación de los socialistas en gobiernos burgueses, y lo razona muy claro: «Con la entrada de un ministro socialista en el gobierno, la dominación de clase sigue existiendo. El gobierno no se transforma en socialista, sino que el ministro que era socialista se transforma en burgués.» En estos años alterna prisiones polacas y alemanas con congresos obreros y agitación revolucionaria. Junto a Karl Liebnecht y los sectores más izquierdistas del SPD, consigue que éste apruebe en 1905 la estrategia de la huelga de masas, afín al anarquismo. La polémica sobre este asunto va a seguir en los años siguientes, contra los reformistas y parlamentaristas mayoritarios, liderados por Karl Kautsky.

En 1914, ante la amenaza inminente de la guerra, la actividad de los que dentro del SPD se oponen a ella es frenética, y les vale condenas de cárcel. En agosto, cuando el partido vota en el Reichstag a favor de los créditos de guerra, rompen con él, tildándolo de «cadáver pestilente». Rosa permanece encarcelada de febrero de 1915 a febrero de 1916 y desde su celda clama en sus artículos contra el exterminio del proletariado y su energía revolucionaria en los campos de batalla. Su instrumento político ahora es la Liga Espartaco, que lidera la lucha antibélica. En julio, es encerrada de nuevo, y 1917 y 1918 los va a pasar en gran parte entre rejas, mientras se extiende por Alemania una oleada de huelgas, que con la firma del armisticio en noviembre dan paso a la revolución. La amnistía que se decreta entonces le devuelve la libertad.

En un llamamiento de ese mismo mes de noviembre, la Liga Espartaco defiende la vía parlamentaria para avanzar hacia la democracia socialista. El país vive una efervescencia revolucionaria que aspira a ser pacífica, pero es reprimida ferozmente por unos dirigentes socialdemócratas (Ebert, Noske,…) que han asumido el rol de verdugos al servicio de la burguesía. El brutal asesinato de Rosa Luxemburg y Karl Liebnecht el 15 de enero de 1919 es un capítulo más de esta espiral represiva que produjo miles de víctimas y marcó el bautismo sangriento de la república de Weimar.

Ecos de la lucha

Tras la síntesis biográfica, Ana Muiña nos acerca a impresiones y ecos del asesinato. La anarquista norteamericana Emma Goldman lamenta la pérdida y remarca el fatal error de intentar domar a la bestia socialdemócrata, lacaya por naturaleza de la burguesía. De hecho, la izquierda marxista alemana se escinde en esos momentos entre los que aceptan la dictadura del Capital y los que escogen el autoritarismo del Kremlin. El legado intelectual de Rosa, el luxemburguismo, será condenado en 1925 por el Partido Comunista Alemán como una herejía plagada de errores, pero su crítica de la deriva de la Revolución rusa era profética, y sus ideas sobre el papel del colonialismo en la acumulación capitalista, o de los consejos obreros en la dinámica revolucionaria han sido y son una de las referencias más sólidas que encuentran los que buscan estrategias contra el Moloch que nos rige.

Respecto a la difusión de su pensamiento, Ana Muiña resalta el hecho lamentable de que un 80% de la obra escrita de Rosa Luxemburg, incluyendo centenares de artículos, no ha sido traducida aún al castellano, inglés o francés. Después, recoge testimonios aparecidos en la prensa de izquierdas española de la época sobre su trabajo revolucionario, su incansable activismo contra la guerra y su espantosa muerte.

Selección de artículos

En el volumen se recogen piezas divulgativas publicadas en la prensa obrera en relación con la fiesta del Primero de Mayo, y también una crítica de las iglesias cristianas que toman partido por los explotadores contra los obreros, en flagrante oposición al espíritu del evangelio y al comunismo de los primeros cristianos. Encontramos asimismo una defensa apasionada de la huelga de masas, fechada en 1905, y una selección de artículos de una de sus obras teóricas más importantes: Introducción a la economía nacional. En ellos desarrolla la idea de que la revolución capaz de abolir el régimen de explotación vigente resultará de la unión de dos polos opuestos: la ciencia económica, que pone ante nuestros ojos la maquinaria del Capital, y la conciencia de un proletariado dispuesto a destruirla para crear una sociedad sin clases.

Otros artículos describen la miseria en que vive la población obrera de Berlín, con un cálido homenaje a las mujeres proletarias, tan frecuentemente esclavas de los esclavos. «¿Qué quiere la Liga Espartaco?» publicado en diciembre de 2018, en plena marejada revolucionaria, contiene un programa detallado de la transformación social, pacífica y democrática que en ese momento latía en el corazón de millones de alemanes y parecía a punto de alumbrar una nueva era. «El orden reina en Berlín», escrito la víspera de ser asesinada, es un canto vibrante a la esencia de la revolución, anhelo íntimo inmune a todas las derrotas. Fue ella quien dijo: «En la tormenta siento la verdadera alegría de la vida».

Una mujer con una meta

El libro aporta datos sobre la faceta más humana de Rosa Luxemburg, y así sabemos por ejemplo que en aquel tiempo en que estaba mal visto que una mujer viajara sola o hablara en público, ella hacía mofa de todas estas estupideces. Nos enteramos además de que encajó las flechas que Cupido tuvo a bien destinarle, y mantuvo largas relaciones amorosas con dos correligionarios: Leo Jogiches, entre 1891 y 1907, y Konstantín Zetkin, desde ese año hasta que fue reclutado en 1915. No obstante, en la odisea de luchas sociales que fue su vida, la vemos volcada siempre, sobre cualquier otra cosa, en la apasionante y decisiva partida de ajedrez en la que el proletariado pugnaba por librarse de sus cadenas. Su carácter fuerte y su voluntad indomable estaban fijas en ese objetivo.

Con su texto generosamente anotado e ilustrado con reproducciones de documentos, fotografías, algunas de ellas inéditas, y grabados de la época, Rosa Luxemburg en la tormenta consigue llevarnos al corazón de la era convulsa en la que se asentaron los cimientos de lo que habría de ser el orden mundial del siglo XX. Una mujer menuda e inquieta, sabia y corajuda, estuvo allí con su pensamiento y su esfuerzo para tratar de encauzar el río de la historia. El espléndido trabajo de Ana Muiña con este libro nos lo muestra cumplidamente.

Blog del autor: http://www.jesusaller.com/

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