El 11 de febrero del 2003, se produjo una rebelión policial en La Paz (por demandas de sindicalización y salarios), como preámbulo a la caída del hoy prófugo y ex presidente neoliberal Goñi Sánchez de Lozada, con un saldo de muertos y heridos, en alrededor de Palacio Quemado, que pasó a la historia como «febrero […]
El 11 de febrero del 2003, se produjo una rebelión policial en La Paz (por demandas de sindicalización y salarios), como preámbulo a la caída del hoy prófugo y ex presidente neoliberal Goñi Sánchez de Lozada, con un saldo de muertos y heridos, en alrededor de Palacio Quemado, que pasó a la historia como «febrero negro». Diecisiete años después, el motín policial vuelve a aparecer, pero esta vez a nivel nacional y contra el presidente indígena (que durante su gobierno de quince años se jactó de la «alianza militar-campesina» dándole al primero una serie de prebendas y cuotas de poder en las empresas nacionalizadas), y que en medio de una forzada reelección ha polarizado socialmente al país, logrando que los líderes de la oposición capitalicen el descontento popular y demanden su dimisión por haber realizado un «fraude» en las elecciones presidenciales del domingo 20 de octubre.
El ascenso del sujeto campesino al poder se da en medio de insurrecciones populares
El ascenso de Evo Morales al poder fue histórico y «progresista» en la medida que se dio en medio de insurrecciones populares (2003/2005), e implicó una revolución política con el sujeto campesino cocalero como líder del «proceso de cambio», inaugurando un nuevo tipo de «nacionalizaciones» al imponerle a las transnacionales mayores impuestos por la explotación del gas, a cambio de garantizarles la «estabilidad» para sus negocios, desarrollando así un gobierno campesino y corporativista, que terminó excluyendo a los movimientos sociales que no se regimentaban a su política (un sector de mineros, ponchos rojos, cocaleros de Los Yungas, etc.).
Durante estos años, Evo Morales, tuvo varios conflictos sociales, destacando entre estos el del TIPNIS, los médicos, estudiantes, cocaleros de Yungas, y la entrega de la Chiquitanía al capital agroindustrial brasileño (que operó el golpe de Estado que sacó a Lugo del poder en Paraguay). Esta cuestión se explica por el carácter nacionalista burgués de su gobierno que, por más retórica indígena y antiimperialista, en la práctica, siguió gobernando para los poderes fácticos. Es por eso que a la vez que apoya a Nicolás Maduro, también saluda al «hermano» Bolsonaro (twit Evo, 01/01/19), entregándole al refugiado político de la izquierda italiana Cesare Battisti.
Las maniobras del gobierno corporativista
Cuando la Asamblea Constituyente plurinacional del 2008, una de las clausulas principales fue el derecho a una sola reelección presidencial. Evo, acostumbrado a ganar todas las elecciones por el rol bonapartizante que jugo su ascenso al poder (capitalizando las insurrecciones y arbitrando en el conflicto entre las clases sociales en contienda), fue derrotado en el referéndum del 2016 con el 51% de la población en contra de una cuarta reelección. No habiendo formado un sucesor por su carácter caudillesco y teniendo en cuenta de la relevancia del factor indígena en la revolución política, Evo, al estilo de lo que algunos podrían señalar como «fujirmorista», realizó una interpretación auténtica de la constitución plurinacional, apelando al Tribunal Constitucional y al Tribunal Supremo Electoral (BBC, 05/12/18), que finalmente le dieron carta libre para continuar con un nuevo mandato reeleccionista hasta el 2025.
Esta maniobra gubernamental contó, al principio, con el apoyo de la burguesía nacional (que iba dividida a las elecciones gracias a la política gramsciana del gobierno de lograr la hegemonía nacional en alianza con líderes de la oposición), y la OEA en declaraciones de Luis Almagro. Y es que durante estos casi quince años de gobierno evista, la clase dominante y las transnacionales han hecho negocios redondos gracias al crecimiento del PBI que bordeó el 5 %. No obstante, si bien es verdad, la crisis política actual tiene características propias, pues, el control de la economía por la Elite y la caída de la demanda de materia prima boliviana, también «alimenta» la crisis.
Crecimiento económico sin cambios estructurales
En este sentido hay que señalar que las transnacionales no tienen ningún compromiso para explorar nuevos pozos petroleros (lo cual pone en riesgo las reservas). «…San Cristóbal, la principal mina boliviana dedicada a la exportación, ha pasado a ser cien por ciento propiedad del monopolio japonés Sumitomo; y el gobierno acaba de firmar un acuerdo para entregar gran parte de la producción de litio (mineral en alza en el mercado mundial) a una empresa mixta con la alemana ACI Systems, entre otras expresiones de esta orientación…», redactó Rafael Santos (prensa obrera, 18/10/19). Además, las RINs de Bolivia, alcanzaron los $ 10.081 millones en el 2016 abarcando el 28% del PIB, una disminución de 17% en comparación con el 2014, lo cual convirtió a Bolivia en sujeto de crédito internacional.
Bolivia tiene una deuda externa de $10 000 millones (el 25% de su PBI), lo que permite que su economía sea más estable y no llegue al nivel de bancarrota de Argentina, Ecuador o Chile. Sin embargo, ya hay alertas al respecto. Solo en el 2017, la Administración evista contrató 24 nuevos créditos por $ 3.162 000 millones.
«… Los 23 nuevos préstamos restantes por 2.162 millones de dólares se suscribieron con organismos multilaterales como el Banco Mundial, CAF Banco de Desarrollo de América Latina, Banco Europeo de Inversiones, Fonplata, la OPEP y con acreedores bilaterales. Estas obligaciones tienen una tasa de interés promedio ponderada de 2,5% y un plazo promedio de 21 años con el siguiente desglose por acreedor. La fundación Jubileo advirtió que el Gobierno sigue gastando como en la época de bonanza a costa de endeudamiento. «El crecimiento tan acelerado de la deuda externa podría resultar en una situación de insostenibilidad en el mediano plazo y dejar un peso demasiado grande a las generaciones futuras», redactó Página 7 (25/03/18).
Esta cuestión manifiesta claramente que el crecimiento económico boliviano se construye sobre bases capitalistas de endeudamiento y de dependencia a la economía financiera mundial, lo cual, a la vez, expresa (por más retórica antiimperialista que se haga), el carácter semicolonial que sigue teniendo Bolivia bajo la Administración indígena. En otras palabras, «un cambio sin cambios estructurales».
Además, Bolivia, es el primer país exportador de Gas Natural de Sudamérica (el 2014 exportó 62% y 37% a Brasil y Argentina, respectivamente, por un valor de $6 030 millones) , el cuarto a nivel de América , y el décimo séptimo a nivel mundial. No obstante, según el jefe del INE, Santiago Farjat, «… la actividad de petróleo crudo y gas natural presentó un crecimiento negativo de 7,82% por la disminución de la demanda de gas natural por parte de Argentina y Brasil…» (América economía, 24/04/19).
La oligarquía cruceña aprovecha la crisis y prepara el golpe de Estado contra Evo Morales
Al parecer, esta perspectiva de caída del crecimiento del PBI, es la que detonó el desencanto de las clases medias y que se expresó en el voto en las elecciones pasadas. A la vez, también el deterioro de la economía (caída de precios del gas, soja, cobre, petróleo, etc.), parece ser el que produjo el desencanto de la oligarquía cruceña (donde el MAS ganaba antes con el 54% de los votos), en seguir apoyando al gobierno campesino, y a no seguir pagando los impuestos a los que les había acostumbrado el mandatario.
Es en este contexto que se desarrolla la actual crisis política, donde la oposición, dividida en un principio (entre un sector cívico ultraconservador con un discurso religioso, putchista y revanchista liderado por Luis Camacho, y otro, más moderado y electoralista liderado por Carlos Mesa), se ha unificado exigiendo la renuncia del mandatario indígena.
«…La falta de reacción del gobierno muestra que el MAS se fue volviendo una organización excesivamente burocratizada con mucha cooptación oficial y pérdida de dinámica «social» interna. Su confianza en el desempeño macroeconómico (muy bueno) fue excesiva dado que Bolivia es un país «subdesarrollado» y pobre…», redactó el connotado periodista argentino Pablo Stefanoni (Fb, 09/11/19). Y en efecto, tanto en la conferencia dada por el vicepresidente García Linera, así como en la respuesta a la ofensiva neoconservadora cruceña, se nota la falta de brújula de la Administración indígena.
Y es que, si bien es cierto, Evo Morales, llamó a la movilización «pacífica» del movimiento popular, pues, toda su estrategia estaba centrada en la auditoría de un organismo que el Che Guevara definió como el «Ministerio de colonias de los yanquis: La OEA». Es así como a pesar que los intelectuales (Atilio Borón) y sus simpatizantes peruanos, en una confusión y contradicción descomunal, llamaban a desconocer a la OEA y a incentivar la rebelión popular, en Bolivia, el presidente indígena, se allanaba a la «decisión vinculante» de la OEA.
Talvez la oposición derechista de Mesa, como la de Capriles en Venezuela, no tenía clara la perspectiva de lo que podía pasar el 20 de octubre, pero la oposición ultraconservadora de Camacho y la Media luna sí. Es así como sorprendentemente de desarrollaron los motines de la policía.
La pérdida de hegemonía del nacionalista Evo y un nuevo liderazgo conservador y pro oligárquico
«…Bolivia es el paraíso de la lógica de las equivalencias de Laclau: apenas se arma quilombo y se ve débil al Estado todos se suman con sus demandas, indignaciones y frustraciones, que son siempre muchas dado que es un país pobre y con muchas carencias, además de muchos microdespotismos (muchos) en todos los ámbitos del Estado: los motines policiales expresan lo de siempre, encono de sectores bajos con los mandos más altos, por temas de desigualdad económica y abusos de poder entre las «clases» (así fue en 2003, luego en el motín de 2012, etc.)…», redactó Pablo Stefanoni (Fb, 09/10/19).
Esta cuestión aunada a la perdida de la hegemonía política «gramsciana» (haciendo alianzas con candidatos de la derecha cruceña), la «revolución democrática y cultural» (sin romper con la estructura/superestrcutura de dominación capitalistas), y el «capitalismo andino» que el vicepresidente García Linera, defendía, en las conferencias que daba en todo el mundo, y el contradecirse, al forzar una cuarta reelección de Evo Morales, produjeron la situación crítica en la que se encuentra Bolivia.
Luego continúa Stefanoni, «…Potosí, enfrentado con Evo desde hace años por sentir que sus riquezas (ahora el litio) se esfuman y ellos siguen siendo siempre pobres también se sumó a la rebelión; y lo mismo sectores disidentes de todas…Luego de varios años de impotencia política y electoral de la oposición tradicional -los viejos políticos como Tuto Quiroga, Samuel Doria Medina o Carlos Mesa- aparece un «liderazgo carismático» nuevo, Fernando Camacho, producto de una crisis previa en el cruceñismo que le abrió paso a la dirección del Comité Cívico- y con su discurso de Biblia, «pelotas» y audacia personal- expandió su liderazgo a Occidente -por primera vez si quitamos a Banzer…La decisión del gobierno de dejar-que-todo-pase luego de la crisis del conteo de votos -que actualizó el desconocimiento del referéndum y mezcló «fraude» e «ilegitimidad» – resultó funcional al «macho Camacho» y sacó de juego a Mesa, que se transformó en convidado de piedra en la fase de radicalización…», (Ibid).
Es así como se puede comprender que, aun estando Evo Morales y García Linera en el poder del Estado capitalista, hayan obtenido solamente el 46% de los votos en las últimas elecciones cuando antes el MAS ganaba de lejos. En el 2005 ganó con el 54% de los votos. En el 2009 ganó con el 64% y en el 2014 ganó con el 61% de los votos. Estamos hablando de casi un 20% de votos menos que antes.
Asistimos al derrumbe de las tesis políticas de García Linera sobre la revolución democrática/cultural y el capitalismo andino boliviano. Es decir, una polarización entre el nuevo nacionalismo pro burgués del MAS (con una base cocalera, campesina, etc.), y la vieja derecha oligárquica clásica expresada en la figura de Mesa y Camacho.
Por su lado, la oligarquía cruceña/brasileña con su actual líder Camacho, utilizó bien la retórica religiosa y dejo sin iniciativa contundente al gobierno evista, al viajar Camacho hacia La Paz para entregarle una carta con la biblia en la mano. García Linera respondió con otra biblia, pero desencajado, sin seguridad de lo que decía, y avizorando un futuro turbulento y poco beneficio para la dupla de Palacio Quemado. Por su puesto que Camacho nunca llegó a salir del aeropuerto de El Alto gracias a los bastiones de simpatizantes del MAS.
En medio de este desarrollo de la crisis política, las polarizaciones a los extremos iban ganando «terreno». Las casas de los gobernadores de Sucre y Cochabamba, así como la de la hermana del presidente Evo fueron incendiadas, obligando a los dos primeros a renunciar. Anteriormente, la alcaldesa de Vinto (Cochabamba) fue agredida brutalmente, por sectores racistas de la oposición política. Estas cuestiones, además del amotinamiento policial, que a medida que pasaba el tiempo, iba desarrollándose a nivel nacional, produjo un viaje inesperado de Evo Morales a su base histórica cocalera en el Trópico de Cochabamba.
Hay rumores de que la base cocalera estaba partida en tendencias. Algunas queriendo radicalizar la resistencia mientras que otras querían conciliar. Hay que recordar que, el movimiento cocalero, además de ser la base social del que se valió Evo para llegar al poder por la vía democrática burguesa, es también un sector combativo y corporativista. Evo a la vez que fue presidente de la Nación boliviano ejerció la presidencia de la Federación de Cocaleros. Así las cosas, pareciera que el viaje del mandatario, fue tan solo para echarle más paños fríos al fuego de la rebelión popular ya que éste se había comprometido a respetar la decisión de la OEA.
Evo se allanó a la OEA y convoca a nuevas elecciones
Y en efecto, en un «… informe señala que «la existencia de 1.575 actas TREP en el cómputo final corresponde a un aproximado de 350.000 votos. El margen de victoria en primera vuelta es menor a 40.000 votos. Por lo tanto, una irregularidad de estas dimensiones es determinante para el resultado. Por estas razones el equipo auditor no puede validar una victoria en primera vuelta». A esto se agrega la existencia de más de 170 actas con firmas falsificadas y otras irregularidades en el sistema…», (La Razón, 10/11/19), la OEA, resolvió convocar a nuevas elecciones. De la cual Evo Morales, desencajado, se hizo eco inmediatamente.
En verdad, con el aparato policial amotinado, las FF.AA. declarando que, «…no iban a enfrentarse con el pueblo…», y la renuncia de varios gobernadores, embajadores y ministros de gobierno, el poder de Evo estaba derrumbándose como un castillo de naipes. Ahora, la pregunta es si él va a volver a postular o si la oposición camba de la Media Luna cruceña, con, Luis Camacho a la cabeza, va a recular en su propuesta de que «Evo debe renunciar» o va a allanarse a la OEA. Lo más probable es que Camacho no acepte la convocatoria de nuevas elecciones con el MAS en el poder y va a solicitar un gobierno de transición o en su defecto la unidad de toda la oposición política con una sola candidatura (Mesa quedó segundo con más del 35% de los votos mientras que el descendiente koreano y religioso Chi Hyun Chung sacó alrededor del 8% de los votos).
La respuesta de la OEA se da en medio de una profunda crisis del régimen político que ha polarizado más a los bandos en pugna, con el bloqueo de delegaciones de los Comités Cívicos (jóvenes universitarios, profesionales y pobladores de periferia, etc.), hacia la Paz; así como el incendio de la comisaría de El Alto, y el incendio de la casa de Masistas en el oriente y centro boliviano, etc. con la estrategia de tratar de descomprimir la ola de violencia que se está desarrollando. No obstante, no es seguro que pueda pararla.
Bolivia, está marcada por las Tesis de Pulacayo de los 40s, la revolución de 1952, la guerra de guerrillas del Che Guevara, la Asamblea popular de los 80s y las insurrecciones del 2003/2005, donde el rol de la Central Obrera Boliviana (COB) en el imaginario colectivo pesa bastante.
La renuncia del Evo y la «pacificación del país»
No obstante, fue la COB, la que también le exigió al gobierno de Evo Morales su renuncia a la presidencia para lograr la «pacificación del país». Esta cuestión aunada a la demanda de renuncia al presidente por parte de las FF.AA., dejaron sin «piso» al líder indígena, obligándolo a dimitir.
En su mensaje a la Nación, Evo, volvió a plantear la «pacificación del país» y a la vez que denunció un golpe de Estado en su contra, llamó a la derecha golpista a respetar las propiedades de los demás en alusión al MAS y su familia. Sin embargo, es iluso pensar que al golpismo le va importar «respetar» no solo los bienes sino la vida a los simpatizantes del evismo. El golpismo ahora se siente fuerte y va a ir por la revancha que se teñirá de sangre obrera, campesina y popular. Ya hay anuncios de Camacho pidiendo la aprehensión de Evo Morales.
Es poco probable que Evo vuelva bañado en popularidad al menos que lo arresten y lo mantengan vivo. La derecha va a exigir un juicio de responsabilidades sobre los tres muertos y las decenas de heridos en los conflictos de esta semana. En verdad, Evo, tiene poca correlación de fuerzas. Varias provincias como Potosí, Oruro, etc. que antes eran parte de su correlación de fuerzas, ahora, se han pasado al bando opositor gracias a las políticas pragmáticas y soberbias del evismo de gobernar para Dios y para el Diablo.
Ironías de la vida. Fue Evo Morales, quien en el 2005 capitalizó las jornadas revolucionarias que terminaron con el gobierno de Carlos Mesa Gisbert. Hoy 2019, es Carlos Mesa, quien es parte de la dirección que logró la renuncia de Evo Morales.
Un amigo desde la Paz, escribió, «…Ahora bien, la analogía puede perder su potencia: lo que pasa una vez como tragedia se repite después, como farsa. Los movimientos sociales convertidos en grupos de choque de hoy carecen del aura romántica y emancipadora que adornaba a las milicias del MNR, «semillas de un nuevo poder revolucionario», elementos constitutivos del «poder dual» de la COB, ejército paralelo que, si todo lo otro fuera exagerado, contaban al menos con el mérito y el orgullo de haber vencido al Ejército rosquero con sus propias manos, prácticamente desnudas, en las jornadas de Abril. Tampoco el MAS, pese a todas sus similitudes, es el MNR, pues éste no solo nacionalizó la industria extractiva, como él, sino que, además, fue responsable de la reforma agraria, impuso el voto universal, «inventó» Santa Cruz, etc…», redactó Fernando Molina, (La «crisis de octubre»: analogías históricas, Brújula digital).
Luego, continúa, «…No obstante, si hoy hubiese un golpe militar en contra del gobierno, ¿no lo apoyaría esta clase?», Una pregunta queda: cómo evolucionará el MAS respecto a la clase media tradicional en el futuro. Parece bastante difícil, por su raigambre social, que imite la trayectoria del MNR, esto es, que pase de continente de los sectores populares indígenas a instrumento estratégico de las élites blancas del país. ¿Quedará entonces, congelado, como el enemigo histórico de la clase media? Y… ¿podrá sobrevivir así caracterizado? Otra pregunta es si el MAS seguirá representando monopólicamente a las clases populares y, por tanto, seguirá siendo predominante en la correlación general de fuerzas. El MNR contaba con los campesinos, pero, a partir de 1964, estos se fueron pasando al bloque barrientista. Cierto que el MAS tiene una fuerte raigambre campesina y popular, pero ningún monopolio está garantizado para siempre, como hemos comenzado a ver en esta crisis. Quizá el caso de Potosí, en donde fuertes sectores populares se alinean con la oposición, esté mostrando un fenómeno en desarrollo…», (Ibid).
Estas elucubraciones, aunque pueden revertirse de perseverar la reacción oligárquica, son elocuentes en cuanto al derrumbe del MAS y la era Post Evo.
En Perú, los simpatizantes del MAS, se olvidan de la máxima mariateguista del sujeto político revolucionario y terminan decepcionados o confundidos por la estrategia evista de allanarse a la OEA. Observan estupefactos el «punto final» del desarrollo dialéctico y no se preguntan cómo llegamos a esta situación. Igual que cuando se cayó la URSS o el Muro de Berlín o Allende, acusan esquemáticamente solamente a la CIA, cómo si ésta hubiera podido derrotar a la revolución cubana a pesar de ser económicamente más vulnerable.
Para los que editamos la revista La Abeja, las explicaciones están en todo el proceso de desarrollo dialéctico del MAS, el liderazgo evista, su programa y las tesis del ex EGTK y vicepresidente García Linera. Los mariateguistas creemos en la fuerza auto organizada del pueblo y la intervención de la clase obrera como sujeto político revolucionario. El Encuentro Obrero, Estudiantil y Popular apunta en ese sentido. Y la estrategia de autodefensa armada del pueblo, así como el desarrollo de la consigna «ahora sí, guerra civil» a través del «poder popular», será clave para derrotar al golpismo pro imperialista.
César Zelada. Director de la revista La Abeja (teoría, análisis y debate).
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