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Bolivia: colonialismo mental y estado nacional

Fuentes: Rebelión

Los dos años y medio del gobierno del presidente Evo Morales marcan el nuevo ritmo de la relación entre sociedad, política y economía en Bolivia, en un contexto latinoamericano y mundial en el cual han retornado importantes procesos de transformación antiimperialista, el mismo que se proyecta hacia la mayor unidad de los pueblos de la […]

Los dos años y medio del gobierno del presidente Evo Morales marcan el nuevo ritmo de la relación entre sociedad, política y economía en Bolivia, en un contexto latinoamericano y mundial en el cual han retornado importantes procesos de transformación antiimperialista, el mismo que se proyecta hacia la mayor unidad de los pueblos de la Patria Grande

A pesar de los discursos de algunos de los ideólogos del gobierno, particularmente aquellos que mantienen una fuerte dependencia con la categorías y concepciones procedentes de los centros imperiales, que impulsan la formación de 36 naciones en el estado boliviano, o que consideran que el Estado Nacional es una entidad fuera de la historia, en un mundo postmoderno que, suponen, ha dejado atrás todas las formas modernas de cultura, sociedad, política y vida humana, el proceso boliviano avanza con firmeza.

Lo anterior ocurre, pese a que desconocen, incluso frente a sus propios actos, que la contradicción fundamental es la que enfrenta al imperialismo, que continua con su estrategia de dominación de las naciones oprimidas con los pueblos oprimidos que, en la construcción su integración y unidad, enfrentan las presiones de las poderosas transnacionales aliadas a Estados Unidos, la Unión Europea, los grandes medios de comunicación, los Organismos Internacionales como el FMI, BM, OMC y ONG de distinto tinte.

PRINCIPALES DEFINICIONES

El proceso objetivo de la emancipación de los pueblos sometidos en Bolivia y América Latina y el Caribe está en la consecuente lucha contra la dominación imperialista y en el fortalecimiento del Estado Nacional, que es la única institución que puede concentrar las fuerzas populares y nacionales que se unen para controlar y generar hegemonía precisamente sobre el conjunto de la sociedad y de los aparatos que permiten el control de las orientaciones históricas del país y de la región.

Las definiciones fundamentales puestas en práctica en la gestión de Evo Morales están precisamente en el control estratégico, de parte del Estado, de los recursos naturales de la patria, con la nacionalización de los hidrocarburos (a pesar de las concesiones a las petroleras a través de los nuevos contratos), de las fundiciones mineras, de las telecomunicaciones, del transporte de gas y petróleo, de los proyectos de energía hidroeléctrica, de la construcción y control de las carreteras e inclusive en la entrega de bonos a ancianos y niños y de donaciones a los municipios del país. La política de soberanía estatal sobre las tierras para sanearlas legalmente y luego repartirlas entre los campesinos sin tierra corresponde a esta perspectiva.

El control territorial sobre zonas antes abandonadas por los gobiernos liberales y coloniales es también parte de esta estrategia de fortalecimiento del Estado Nacional, enfrentando los poderes locales de las oligarquías que pretenden continuar succionando las riquezas naturales y los excedentes económicos con fines particulares, a partir del principio constitucional aún vigente, cuya continuidad se debe defender, de que las riquezas y los recursos tierra, agua y otros son de dominio originario de la Nación Boliviana.

Baste comparar los datos de la economía. Hasta los años ochenta, la mayor parte del proceso económico y especialmente la producción de bienes y servicios era generado por empresas nacionales, con predominio estatal, desde los noventa esto cambio con la generación mayoritaria del producto nacional por transnacionales que exportaban multimillonarios recursos, especialmente de los hidrocarburos, la minería, la banca y el comercio. Hoy, precisamente como resultado del proceso de recuperación nacional, nuevamente es el Estado el que asume el control mayoritario de la capacidad productiva del país y, a partir de esto, es posible generar políticas sociales y sectoriales que benefician tanto la actividad económica, como la redistribución social de los excedentes.

PENSAMIENTO PROPIO

Los hacedores de la historia, los movimientos populares definidos por su origen, posición y prácticas sociales, económicas y culturales tienen en común su condición de bolivianos, situación que permite la real unificación de fuerzas, no solamente contra las oligarquías locales antinacionales, antibolivianas, sino contra la dominación imperialista.

El intentar aplicar de manera mecánica y obsesiva las categorías de los teóricos del capitalismo decadente de Europa o Estados Unidos, como lo hacen algunos seguidores de Evo, está a contra flecha de lo que realmente ha construido el pueblo boliviano desde el año 2000 y especialmente desde la insurrección de octubre de 2003, hito histórico que derrumbó todo el sistema político dominante, la ideología difundida por los medios y a los ideólogos que la sostenían. El colonialismo mental es tanto o más pernicioso que el colonialismo material que nos oprime y explota secularmente.

El nacionalismo popular latinoamericano o el populismo antiimperialista que han sido estigmatizados por los intelectuales de la dominación imperialista y de las clases dominantes como «anomalías históricas», son en realidad las manifestaciones más legítimas y autenticas, más endógenas de las fuerzas populares y nacionales que buscan la autodeterminación nacional en el contexto del fortalecimiento del Estado Nacional, convertido en el único escudo defensivo frente a la intromisión de las potencias capitalistas. Fortalecer el Estado Nacional es lo que precisamente hace el gobierno de Evo Morales cuando enfrenta la ingerencia de la política de Estados Unidos en Bolivia o cuando denuncia y nacionaliza a las transnacionales que intentan mantener privilegios que les beneficia millonariamente o cuando fortalece las Fuerzas Armadas de la Nación o la Policía Nacional.

PELIGRO DE YUGOSLAVIZACION

La idea de las 36 naciones con derechos políticos, económicos, jurisdiccionales, sobre los recursos naturales, así como las autonomías indígenas, departamentales o regionales, contemplados en el proyecto de nueva Constitución, está a contracorriente con los procesos de liberación nacional del siglo veintiuno o el socialismo latinoamericano porque en lugar de unificar, divide, en lugar de generar una estrategia común, fragmenta las fuerzas favoreciendo al imperialismo, en lugar de conquistar y desarrollar un proyecto propio, endógeno de desarrollo nacional, tiende a enfrentar y frenar las energías revolucionarias.

Las fuerzas objetivas y subjetivas de los pueblos de América Latina y el Caribe, en el contexto de los procesos mundiales de formación de bloques (EU, UE, China, Rusia, Mundo Arabe), se orientan hacia la realización de un destino común sobre la base del proyecto bolivariano de la plena emancipación americana, actualmente encarnado en los procesos venezolano, boliviano, ecuatoriano y cubano.

«Todos somos bolivianos» dice la publicidad oficial. Esta debe ser la consigna en la hora actual, cuando precisamente las oligarquías y el imperialismo, a través de algunos Prefectos, Comités Cívicos, Embajada de Estados Unidos, algunos medios de comunicación, transnacionales petroleras, mineras y financieras, pugnan por generar las condiciones de división por distintas vías, como las autonomías que buscan fragmentarnos y dividirnos en departamentos federales, naciones indígenas, regiones independientes, buscando debilitar, en ultima instancia, el aún frágil avance de la recuperación del Estado Nacional. Es la estrategia de la yugoslavización de Bolivia.

UNIDAD BOLIVIANA Y LATINOAMERICANA

Los Toni Negri, aquel teórico del fin del imperialismo y el capitalismo o los Boaventura de Souza Santos, quien divulga el discurso de la división tribal e indígena, favorecen directamente las estrategias de la fragmentación no solamente al interior de Bolivia, sino en América Latina, en un momento trascendental de la construcción de un proyecto de unidad de la Patria Grande a partir de las coincidencias antiimperialistas.

La mejor manera de derrotar al colonialismo mental, aun dominante en algunos centros intelectuales de Bolivia, incluidos los del gobierno, es fortalecer aun mas la unidad nacional con la toma y el control del Estado por las fuerzas de la sociedad boliviana, pero sobretodo rescatar el pensamiento de la unidad latinoamericana y boliviana y la cosmovisión indoamericana de la armonía del hombre, la naturaleza y el cosmos.

La hegemonía del nacionalismo indígena en el proceso de la construcción del gran movimiento nacional y popular debe evitar, por sobre todas las cosas, caer en las provocaciones que se manifiestan en aislar las fuerzas, dejando de lado a las importantes poblaciones mestizas, con todos sus matices, que son prácticamente extrañadas en el proyecto de Constitución Política del Estado.