Este texto hace parte de un reportaje realizado por el autor para Le Monde Diplomatique, publicado en las versiones internacionales de junio o julio
Estaban en una cafetería de La Paz, y en una mesa contigua había una señora con sus hijos. Entonces presenciaron algo que los marcó para el resto de sus vidas: La indígena «cuidadora de los chicos estaba echada en el suelo y los chicos le tiraban las sobras de sus sándwiches para que las comiera como si fuera un perrito.» Esta escena sucedió en julio de 1953, y la vivió Ernesto Guevara durante el segundo y último recorrido que realizó por Latinoamérica, unos años antes de ser conocido como el «Che», junto a su amigo Carlos Ferrer. (1)
«Es que tan sólo en 1952, me cuenta el periodista boliviano Jorge Cuba, se le dio a los indios el pleno derecho a ser ciudadanos. Eso quedó trunco, pero fue el primer paso para que Bolivia saliera del apartheid.» Fue durante el primer gobierno del presidente Víctor Paz Estenssoro (1952-1964). Decisiones como esa molestaron a la «alta sociedad». Guevara y Ferrer, que andaban entre ella, escucharon decir: «No es gente como uno. Imagínate el país en manos de esos indios».
Y los despreciados, al fin, se lo tomaron en enero del 2006. Bolivia hoy tiene un presidente aymara, Evo Morales Aima, y un Congreso repleto de indígenas, campesinos y obreros, donde el saco y la corbata son minoría. «Es la primera vez que los vilipendiados, por su clase e identidad, se han convertido en protagonistas activos de su propio devenir», me dice Hugo Moldiz, director del semanario boliviano La Época.
Nos recuerda el señor Cuba que con el gobierno de Morales «apenas se empezó a apuntalar una verdadera estructura estatal. Lo existente era algo ausente, de rasgos colonialistas, al servicio de un grupo de personas que desde la colonia se valieron de las masas para extender sus fortunas.» Y este clan no se siente bien ahora que son gobernados por una clase inferior. Siguen teniendo poder económico y cierta capacidad de maniobra política, pero se les dificulta mandar y usufructuar de los recursos de la Nación como antes.
Washington, como siempre, tampoco se ha podido sentir a gusto con este gobierno. El presidente George Bush inauguró su segundo mandato, enero del 2005, con la decisión frenar el avance de los movimientos populares que lideraba el entonces candidato a la presidencia Evo Morales. Cuando se comprobó que Morales ganaría, en pleno periodo electoral, sucedió un hecho insólito.
La embajada estadounidense, en contubernio con altos mandos castrenses, había utilizado a sus Marines para sustraer de los arsenales los 28 misiles tierra-aire con que contaba el país, para ser desactivados. Sucedió en octubre.
Morales hizo la denuncia. La derecha lo trató de loco oportunista, la embajada lo negó rotundamente, y los militares dijeron que esas afirmaciones pisoteaban la dignidad de la institución.
La posesión de Morales era el 22 de enero del 2006, y cuatro días antes el ministro de la Defensa tuvo que dimitir. Cuando iba en camino de la destitución, el comandante del Ejército declaró que tal armamento se había inutilizado «porque Estados Unidos temía que Morales ganara las elecciones presidenciales (…) y la embajada estaba preocupada por el peligro que podría representar para la seguridad global y la lucha contra el terrorismo que un gobierno de izquierda estuviera en posesión de los misiles.» (2)
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Notas:
1) Carlos «Calica» Ferrer. De Ernesto al Che. El Segundo y último viaje de Guevara por Latinoamérica. Marea Editorial. Buenos Aires, 2007.
2) «Bolivia: crisis militar». BBC, 18 de enero del 2006. http://news.bbc.co.uk/hi/
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