A Bulmaro lo conocí cuando era estudiante de la UNAM. Como parte de las brigadas de apoyo a los movimientos sociales se organizaban guardias a las huelgas, entre ellas, a la del SITUAM. En nuestro caso realizamos varias actividades de solidaridad en la UAM-X.
Pero el recuerdo que más tengo de él es la labor que desarrolló durante la huelga del CGH de la UNAM de los años 1999-2000.
Esta huelga inició el 20 de abril de 1999 y terminó con la entrada a Ciudad Universitaria del ejército disfrazado de Policía Federal Preventiva el 6 de febrero de 2000. Eran tiempos difíciles. El Banco Mundial, la OCDE, el FMI habían establecido que la educación debería ser una mercancía más y quién quisiera acceder a ella tendría que pagar, dejando fuera a miles de jóvenes de escasos recursos. Este lineamiento fue aceptado por el gobierno federal de Ernesto Zedillo, por los grupos de poder que controlaban a la UNAM encabezados por el ex rector Guillermo Soberón y por el rector Francisco Barnés de Castro. Esta campaña también la promovieron los medios de comunicación, la iglesia, los empresarios, los partidos y sectores de “izquierda”.
En medio de esta ofensiva por derrotar al CGH, los jóvenes estudiantes estuvieron a la altura y se plantaron frente al gobierno y a todos sus aliados y declararon: “En la defensa de la educación pública y gratuita no hay marcha atrás y llegaremos hasta sus últimas consecuencias”. En cuestión de días después, por decisión de asambleas muy concurridas decidieron estallar la huelga el 20 de abril de 1999.
Fueron diez meses rompiendo el cerco mediático a través marchas, volantes, carteles, brigadas que diariamente acudían a los sindicatos, colonias populares y otras universidades. Diez meses de estar resistiendo y defendiendo la educación como un derecho.
Esta heroica resistencia de los estudiantes contó con el apoyo de sectores amplios de la población y de importantes organizaciones como la CNTE, EZLN, FPFV-I y por supuesto el SITUAM. En esos años Bulmaro Villarroel era el Secretario de Relaciones y Solidaridad del sindicato.
A lo largo de la huelga, había reuniones que se realizaban con organizaciones para evaluar el desarrollo y el rumbo de la huelga. Después de varios meses la situación se ponía difícil y la amenaza de la entrada de la policía a la UNAM era real. Bulmaro al principio llegaba muy preocupado y nos decía: “busquen una salida porque les van a poner en la madre” Después de horas de discusión se convencía que había que sostener la huelga y al final de la reunión decía. “Está bien, voy con ustedes ¿qué les falta? y le decíamos: apoyo para propaganda, víveres, arroz, frijoles. Y en esa misma semana llegaba la ayuda y la huelga continuaba.
Esta huelga para un sector de la izquierda le parecía muy radical, muy plebeya, que no era bonita como la del CEU de 1986-87. Esto motivó que sectores de izquierda guardaran distancia. En medio de este ambiente, Bulmaro no tuvo titubeos ni mucho menos dudas en comprometerse hasta las últimas consecuencias con la huelga del CGH.
Después de 10 meses en huelga, el 6 de febrero del año 2000, entró la Policía Federal Preventiva (PFP) al auditorio Che Guevara de Ciudad Universitaria y detuvo a cerca de 1000 estudiantes y profesores. El apoyo de Bulmaro continuo hasta lograr la libertad de todos los presos políticos.
Esta huelga de los estudiantes de la UNAM derrotó la política de las instituciones financieras internacionales y del gobierno por privatizar la educación superior en nuestro país.
Este triunfo del CGH, sin duda, también es del SITUAM y en ello Bulmaro contribuyó con su granito de arena. Ahora ya no se encuentra entre nosotros, pero su compromiso con el sindicalismo independiente y con la educación pública y gratuita siempre lo tendré presente.