La observación de lo próximo deja entrar con la palabra en «Mercado Común», libro de poesía de Mercedes Cebrián, a la fuerza más astuta y eficaz en la lucha contra las convenciones, a esa que tumba con su ligero soplo el castillo diario que defiende la vida vana. El cinismo instituido, el encumbramiento que se […]
La observación de lo próximo deja entrar con la palabra en «Mercado Común», libro de poesía de Mercedes Cebrián, a la fuerza más astuta y eficaz en la lucha contra las convenciones, a esa que tumba con su ligero soplo el castillo diario que defiende la vida vana. El cinismo instituido, el encumbramiento que se hace de lo que nos pierde como seres diminutos, la fina ironía, la burla de lo dominante, … que habitan en «Mercado Común» tienen la fuerza del portazo verbal en el interior de alguien dormido profundamente. ¿se enterará el que despierta de lo que le ha ocurrido? Ahí queda tirado el acto cotidiano y minúsculo, el acto que no resulta escandaloso entre quienes lo repiten sin pensar nunca, en ningún momento de todos los días de su vida, por eso, entre otras cosas, nefasto, como el gusano que tiene horadado el cerebro de un individuo, como el gusano multiplicado por millones que empeña su tiempo en un mismo acto dañino e infinitamente más terrible que el asesinato repentino que echan a nuestros ojos desde las pantallas televisivas, ese acto repetido a diario y con carácter de crimen social, por las consecuencias de alienación producidas en el conjunto de la sociedad.
Dividido el libro en tres partes como en tres niveles, la primera da título al conjunto, «Mercado Común», y arranca con estos versos:
«Aquí están los adultos de la Unión / Europea. Aquí también su manera discreta / de expulsar de sus vidas / a los otros adultos / …»
Encontramos el siguiente:
«Aquí no se esta fundando nada, como mucho / se cambia una bombilla vieja por otra /que no luzca…»
Si el primer escalón del libro es «Mercado Común», bajo el segundo título, «España limita» , se rastrea la condición ancestral, vieja, que sigue condicionando a una buena parte de los habitantes con los pies en lo oscuro. Empieza «España limita» con el fragmento de Álvaro de Campos:
«Me cerraron todas las puertas abstractas y necesarias.
Corrieron cortinas por dentro de todas las hipótesis que yo podría ver desde la calle.»
Abre el lenguaje y saca de él significados de taberna bárbara de provincia reducida y rendida al turismo fatuo, y también con aquellos que por lejanos parecen enseñarnos lo desconocido como más próximo y más grande sin que lo hayamos visto o vivido.
En «Futuro del páramo» recoge de modo magistral la vaciedad que se siembra en la vida, y termina: «… Y ahí nos preguntaremos: ¿quién / ha traído todo / ese líquido nuevo de muerte al páramo?»
Cómo no captar el sentido del título del apartado España limita» en unos versos del poema «Claves de nuestra fauna» :
«Nos convendría saber más / sobre la mula. / … / Hija de asno y de yegua, decir / mula es como decir ángel: la boca / se nos llena / de la misma esterilidad, del mismo desinterés / por el género, aunque los mulos hembra, con esfuerzo, / paren potros pequeños.»
Mercedes Cebrián continua su búsqueda por las desconfianzas que nos habitan fruto de raíces, continua su búsqueda en los encuentros con el mundo y resalta costumbres que manifiestan carencias, continua su búsqueda en la insalubre modernidad que nos borra la mirada directa, propia, e instala en el blanco el espíritu vacío de nuevo rico, ese ignorante supino que quiere cegar al que mire para que no vea otra cosa que a él.
En la tercera parte de este «Mercado Común» titulada «Población flotante», encontramos un golpe al cretino que, como es artificioso, de repente se descubre puesto en su contra como un inútil:
«De acuerdo: las criadas que usen / nuestro perfume y vistan nuestra ropa serán / despedidas de inmediato, pero lo que nos / pasa, el centro mismo de lo que nos pasa, es justo / lo contrario de esa clase de arma / arrojadiza. Las tijeras / nos llevan gran ventaja divulgando / su modo contundente / de zanjar.»
En «Mercado Común» cada palabra escuece, habla de lo que los modelistas de esta barbaridad que quiere ocultarse llamándose modernidad, no quieren que se trate porque es su pilar sostenedor. Cada palabra escuece porque es necesaria, y se sabe porque cada palabra abre camino a la observación, a la reflexión, esos espacios que cuando hemos pasado, Mercedes Cebrián cierra la puerta y nos deja dentro alborotándolo todo. Quien se congestione por falta de oxígeno y parezca que se avergüenza, puede darse a la reconstrucción de todo aquello que se le haya caído, y que lo haga con ideas nuevas. Cada lectura de un poema es un caballo de Troya que hemos metido voluntariamente en nuestra más o menos fortaleza. Desaprender para cambiar.
Título: Mercado Común. Poemas. Autora: Mercedes Cebrián. Editorial: Caballo de Troya.