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Cacería de brujas y guerra sucia, dentro del «Plan México»

Fuentes: Rebelión

  1. No sé si la mayoría de los izquierdistas que vienen de 1968 y antes, como declaró el coordinador de la diputación perredista, «tengamos que empezar a preocuparnos y a escondernos» ahora que los militares, el CISEN y demás organismos policíacos (de acuerdo con el Plan México) comienzan a «desenterrar» archivos de luchas sociales […]

 

1. No sé si la mayoría de los izquierdistas que vienen de 1968 y antes, como declaró el coordinador de la diputación perredista, «tengamos que empezar a preocuparnos y a escondernos» ahora que los militares, el CISEN y demás organismos policíacos (de acuerdo con el Plan México) comienzan a «desenterrar» archivos de luchas sociales pasadas. La realidad es que por lo menos desde las grandes luchas magisteriales y ferrocarrileras de fines de los cincuenta, en los archivos policíacos hay miles de millones de fotografías y otros cientos de miles de expedientes de luchadores sociales de todas las edades que desde entonces venían enfrentando la represión del ejército y la policía al solidarizarse con las luchas de los trabajadores. Ese peligro represivo que cada día se hace más grande se ha sentido a partir de dos programas radiofónicos de Carmen Aristegui donde se denunció el pasado guerrillero del senador perredista René Arce

 

2. Al parecer e n todo el mundo, en todas las culturas pasadas, así como en el presente, han habido personas acusadas por religiosos, fanáticos o capitalistas, de ser brujos, hechiceros, comunistas o anarquistas, que buscan desestabilizar a la sociedad y el sagrado derecho de propiedad. Las persecuciones y asesinatos a estas personas por las clases dominantes, desde hace más de 500 años, han sido conocidas como «cacería de brujas». El presidente ilegítimo Felipe Calderón, desde septiembre del año pasado comenzó a diseñar ese camino en lo que hoy conocemos como el Plan México. Una cacería de brujas contra todos aquellos miembros de la oposición que se niegan a someterse a su mandato. Todas las fuerzas policíacas/militares han comenzado a investigar historias, a intervenir teléfonos, correos electrónicos, etcétera, en ese Plan que contempla a medios de comunicación y multimillonarias inversiones.

 

3. Parecería que Calderón, con la participación del ejército, quisiera reeditar la llamada «guerra sucia» del México de los años setenta mediante acciones de represión militar y gubernamental contra la oposición política, tal como sucedió en la Argentina en setentas y ochentas y en España de los GAL de 1986/87. Hace unos días basándose en informes militares, en un reportaje se «descubrió» que un senador del PRD (por cierto socialdemócrata) era «dirigente guerrillero del Ejército Popular Revolucionario» y que además desde hace 25 años este senador se cambió de nombre. Han sido tan insistentes las acusaciones de la autora de la investigación que se dio a conocer en el programa radiofónico de Carmen Aristegui, que parecería haberse hecho por encargo del gobierno panista de Calderón tomando como base archivos y fuentes policíacas. La realidad es que esas denuncias que buscan enlodar, dan mayor prestigio a los luchadores sociales.

 

4. Vicente Fox le entregó a Felipe Calderón la responsabilidad política del país a los pocos días de que éste fue declarado «Presidente electo». Las elecciones fueron a principios de julio de 2006, Calderón tomo posesión formalmente el 1 de diciembre, pero desde el mes de septiembre el problema de Oaxaca y el de los mineros fue determinado por él, porque según Fox al presidente entrante correspondía negociar con el PRI, con el gobernador de Oaxaca y con los empresarios mineros. Así que la represión contra la APPO en Oaxaca, el encarcelamiento de sus líderes, además del bloqueo a la solución de los problemas de los trabajadores mineros desde septiembre fue de la total responsabilidad de Calderón. Fox desde hacía varios meses «no quería queso sino salir corriendo de la ratonera». Desde el 1 de septiembre, cuando no pudo informar (porque el PRD le tomó la tribuna) entregó todo el poder a Calderón.

 

5. Desde esos días Calderón y sus equipo militar/policiaco, así como de relaciones Exteriores, comenzó un gran Plan estratégico que involucrara a todas las «fuerzas del orden» con el fin acabar con la «delincuencia», el narcotráfico, las bandas armadas y los grupos guerrilleros que «buscan desestabilizar al país». Frente a las grandes protestas del lópezobradorismo contra las elecciones fraudulentas, exigiendo el «recuento de los votos casilla por casilla», que reunían a cientos de miles, incluso millones de manifestantes, varios asesores militares (que han sido alumnos de la Escuela de las Américas) propusieron un Plan Colombia para México con la participación de militares yanquis en la asesoría. Pensaron que ese Plan debería ser muy amplio y abarcaría guerra contra las drogas, el crimen organizado, lucha contra terrorismo, cursos de capacitación, suministro de equipo y tecnología y finanzas multimillonarias.

 

6. Con dicho plan, México recibiría en los dos primeros años de ejecución entre 700 y mil 200 millones de dólares, donde también se incluiría tecnología para espionaje y extremada vigilancia tal como intercepciones telefónicas y radares para rastrear envíos de traficantes por aire, aeronaves para transportar grupos de elite, así como «diversos tipos» de entrenamiento militar y policial. Se mencionó que se estaría negociando la «donación» de siete helicópteros muy bien artillados (magníficos para el transporte de tropas) y un incremento de recursos para el desarrollo de centrales de inteligencia. Se dijo que «la conducción operacional» estará a cargo de efectivos mexicanos, no de extranjeros. México evitó implicarse con la presencia militar extranjera, aunque no de la asesoría, el equipamiento, sobre todo el financiamiento que por sí sólo obliga al país a someterse a los dictados de quien entrega los millones de dólares.

 

7. Rodeada de gran secreto, la negociación de lo que ha dado en llamarse Plan México (escribe Carlos Fazio) se inició en enero pasado e involucró a distintas instancias del gobierno estadunidense (los departamentos de Estado y de Justicia, la Secretaría de Seguridad Interna, el Pentágono, la CIA, la FBI, la agencia antidrogas DEA) y al Congreso, y a la Secretaría de la Defensa Nacional, la Marina de Guerra, la Secretaría de Seguridad Pública, la Procuraduría General de la República y el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen) por la parte mexicana. El plan fue afinado en marzo pasado, durante la visita del presidente Bush a Mérida, y en mayo funcionarios mexicanos del área de seguridad se reunieron en Washington con la secretaria de Estado, Condoleezza Rice, y fijaron los términos de un memorando de entendimiento, que contendría objetivos, metas, mecanismos y recursos.

8. Los funcionarios calderonistas, tanto policiacos, militares y de relaciones Exteriores han querido esconder el llamado Plan México, pero sobre todo niegan que se esté iniciando una cacería de brujas contra los luchadores sociales. Sin embargo los de la APPO oaxaqueña, los de Atenco, los de la CNTE, los mineros, los del EZLN y los del EPR lo han sufrido en carne propia. Washington, en su programa internacional de «combate al terrorismo» se ha encargado de financiar la represión contra las luchas sociales y los mil 200 millones de dólares que invertirá en México en los dos primeros años de asistencia militar y policial condicionada, no es nada para ellos cuando de limpiar sus fronteras se trata. Sin embargo, dado que la cantidad es fuerte el presidente Bush se verá obligado a llevar la aprobación de los fondos a votación del Congreso, en el corto periodo que se abre en septiembre. Así lo hizo Clinton en 2000 cuando solicitó mil 300 millones para dar inicio al Plan Colombia.

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