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¿Cambiará Bolivia el próximo 20 de Octubre?

Fuentes: Rebelión

A principios del presente siglo, la ciudad de La Paz, sede de Gobierno de Bolivia, era insoportable. El hegemónico sistema neoliberal, en menos de dos décadas, había generado una generalizada incertidumbre sociopolítica casi sin precedentes, y la convulsión social nacional, como respuesta, adquiría ribetes apoteósicos. Finalmente, aquella hecatombe sociopolítica encontró su cause disipador en la […]

A principios del presente siglo, la ciudad de La Paz, sede de Gobierno de Bolivia, era insoportable. El hegemónico sistema neoliberal, en menos de dos décadas, había generado una generalizada incertidumbre sociopolítica casi sin precedentes, y la convulsión social nacional, como respuesta, adquiría ribetes apoteósicos.

Finalmente, aquella hecatombe sociopolítica encontró su cause disipador en la histórica sublevación electoral del 18 de diciembre del 2005. Acto en el que por primera vez, en las casi bicentenarias repúblicas latinoamericanas, indígenas y campesinos logran colocar en la presidencia a uno de los suyos: Evo Morales Ayma.

Pasaron casi 14 años, y Bolivia ya no es más el «Estado fallido» o el «país pordiosero». Pero, tampoco Evo Morales fue sustituido en el poder desde hace 14 años atrás.

En este período, en Bolivia, se celebraron 16 procesos electorales. Entre ellos tres presidenciales. Y Morales, como jamás ocurrió en la historia latinoamericana, ganó las tres con más del 50% más uno de votos.

Bolivia, con una macroeconomía ejemplar para América Latina, con una estabilidad democrática, económica y social, y con una auto estima y aceptación internacional óptima, va nuevamente a las elecciones generales, este domingo 20 de octubre.

La consigna es sacar a Evo

«La primera vez (2005) voté por Evo. Pero, ahora, permitió quemar la Chiquitanía. Eso no le perdono. Votaré por Carlos Mesa para que se vaya Evo Morales», me indica una entrevistada, enfermera de profesión, que consiguió trabajo estable en el Estado hace 6 años atrás, en la ciudad de La Paz.

Ella, cuando le insinué: «pero, ahora, tienes trabajo». Me respondió sin tapujos: «Sí, pero Él quiere que médicos y enfermeras trabajemos 8 horas diarios».

Este es uno de los razonamientos que moverá a ir a las urnas a muchos de los más de 7.3 millones de bolivianos (dentro de ellos 2.5 millones de jóvenes), este próximo domingo, para elegir Presidente, Vicepresidente, 63 senadores, 130 diputados y 9 representantes supranacionales. Son nueve los partidos políticos que participan.

Futuro seguro es la consigna del partido oficialista

El partido oficialista, Movimiento Al Socialismo (MAS), que lleva a Evo Morales como candidato para la Presidencia, aprovechando todos sus logros de estos 14 años de gobierno continuo, plantea a sus electores un Futuro Seguro, aunque nadie sabe a ciencia cierta ideológicamente en qué consiste exactamente ello.

Bolivia cambió. Eso no cabe duda. Pero el corpus teórico del proceso de cambio está lejos de materializarse.

García Linera indicaba, hace 10 años atrás, que la tríada de principios básicos del proceso de cambio era: Estado Plurinacional, autonomías territoriales y economía mixta.

En la actualidad, de Estado Plurinacional no se mira mucho en la cotidianidad. Ocurre porque no se apostó a la implementación de las autonomías territoriales. Imposible materializar Estado Plurinacional sin autonomías territoriales. Las economías comunitarias tampoco fueron implementadas.

En lo estatal se construyó y consolidó un Estado centralista casi tradicional, con un proyecto de redistribución de los excedentes económicos hacia la población. En lo económico, los actores principales son el Estado y las empresas privadas.

Como diría, García Linera, ideólogo de este proceso que cambia: «No hemos logrado cambiar el sentido común de los bolivianos», imagino que se incluía también él como boliviano y actor del proceso de cambio que cambia. Otra tarea pendiente a partir del próximo lunes.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.