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Cambiemos: conservadores y perversos

Fuentes: Rebelión

No me gusta autoreferenciarme al escribir una nota de opinión. Sin embargo en este caso necesito hacerlo para justificar una parte importante de mis próximas afirmaciones. En los varios años que viví forzadamente en Alemania conocí una Señora que sostuvo a lo largo de toda nuestra amistad ser «Condesa». Si bien todos los títulos nobiliarios […]

No me gusta autoreferenciarme al escribir una nota de opinión. Sin embargo en este caso necesito hacerlo para justificar una parte importante de mis próximas afirmaciones. En los varios años que viví forzadamente en Alemania conocí una Señora que sostuvo a lo largo de toda nuestra amistad ser «Condesa». Si bien todos los títulos nobiliarios habían sido derogados el 11 de Septiembre de 1911 con la Constitución de Weimart, ella siguió ostentando orgullosamente su Título nobiliario. Era alta, delgada, de cabellos oscuros y ojos celestes, tenía unas manos que nunca había visto y creo que tampoco volveré a ver. Vivía en Baden Baden, con todo lo que esto significa en la historia moderna de Europa y en particular de Alemania. Tenía una casa hermosa repleta de obras de arte de los más reconocidos artistas europeos. No quedaban dudas era una Condesa. Como tanto insistía en nuestras conversaciones en autodefinirse como «conservadora, un día decidí preguntarle qué significaba ser Conservador. Me dio una respuesta breve pero contundente: «Ser conservador», me dijo, «es conservar lo que se tiene y que nada cambie». Me interesó particularmente la segunda parte de su respuesta. Ante mi requerimiento se explayó largamente sobre el tema. En síntesis lo que me quiso decir es que cambios sociales tales como la educación pública, la salud pública, la reducción de la jornada laboral, el aumento de los salarios reales, la movilidad social, los nuevos derechos individuales básicos logrados por anarquistas, marxistas y liberales. Es decir para resumir todos los avances sociales progresistas que alumbraron dos siglos de la humanidad, habían sido la causa de su pérdida de privilegios que casi por acción divina le correspondían.

Recordando aquellas anécdotas inevitablemente tuve que hacer una comparación con la realidad actual de nuestro país.

Mi primera conclusión reafirmada por mis lecturas de los grandes pensadores liberales: Adam Smith, David Ricardo, Locke, Hume, Popper, Weber y contemporáneos tales como Von Misses, Galbraith, Keynes, Samuelson y muchos otros es que Cambiemos no encarna el desarrollo de un proyecto liberal, sino que se trata de un programa estrictamente conservador. Para esto no hay que preguntarse qué hacen sino para quién lo hacen. Esta desgracia que se ha encaramado en el poder con promesas liberal/progresistas, se ha instalado para implementar un programa netamente reaccionario y clasista. Cambiemos gobierna para tres sectores bien definidos: la clase alta, tradicional, patricia o aunque no les guste demasiado aristocracia. Esta que constituye por sus modismos, forma de hablar y lenguaje, una caricatura berreta de la nobleza europea. Son los de la Guía Social (antes llamada Guía Azul), y sobre todo los dueños de enormes superficies de tierra rural en los mejores lugares de país. Integran además el directorio de numerosas Empresas. (En este sentido recomiendo enfáticamente a todos los investigadores de las ciencias sociales visitar y revolver la información disponible en la Inspección General de Justicia de la Nación), por otro lado sus ingentes ingresos les permiten realizar cuantiosas operaciones financiera y especulativas tan de moda.

Esta subclase social no está sola, por el contrario está acompañada muy de cerca por lo que algunos han dado en llamar los «dueños de la argentina». Esta otra subclase no puede mostrar los antecedentes sociales y culturales de la anterior, pero es infinitamente más rica. Está formada por grandes fortunas de dudoso origen muchas de ellas constituidas y/o consolidadas al amparo de la última Dictadura Militar Argentina. Para que esto no quede en una anunciación retórica, examinaremos breve mente sus nombres, fortunas y campos de actividad.

-Federico Braun, de EBA Holding: US$ 1.300 millones.

-Enrique Eskenazi, de Petersen Inversiones: US$ 1.300 millones.

-La familia Urquía, uno de los mayores traders de granos del país: US$ 1.200 millones.

-Delfín Jorge Ezequiel Carballo, de Banco Macro: US$ 1.200 millones.

-Eduardo Costantini, de la firma de desarrollo inmobiliario Consultatio S.A: US$ 1.200 millones.

-Julio Patricio Supervielle, del Grupo Supervielle: US$ 1.100 millones.

-Alfredo Coto, de la mayor cadena de retail de capitales argentinos: US$ 1.100 millones.

-Lilia Neumann de Sielecki, laboratorios Phoenix: US$ 1.000 millones.

-Familia Götz, de Compañías Asociadas Petroleras S.A: US$ 1.000 millones.

-Claudio Fernando Belocopitt: US$ 1.000 millones.

-Luis Alejandro Pagani: US$ 950 millones.

-Wood Staton: US$ 900 millones.

-Familia Vicentín: US$ 860 millones.

-Familia Ayerza: US$ 860 millones.

-Héctor Pedro Poli y su familia: US$ 850 millones.

-Carlos Pedro Blaquier: US$ 830 millones.

-Carlos Miguens Bemberg: US$ 820 millones.

-Alfredo Alberto Román: US$ 800 millones.

-Juan Carlos y Sebastián Bagó: US$ 800 millones.

-Rubén Cherñajovsky: US$ 780 millones.

-Jorge y Ricardo Stuart Milne: US$ 760 millones.

-Eduardo Escasany: US$ 740 millones.

-Julio Alfredo Fraomeni: US$ 730 millones.

-Daniel y Pablo Lucci: US$ 680 millones.

-Marcos Marcelo Mindlin: US$ 680 millones.

-Alberto Reinaldo Pierri: US$ 600 millones.

-Franco Macri: US$ 540 millones.

-Antonio Ángel Tabanelli: US$ 510 millones.

-Familia Born: US$ 510 millones.

-Máximo Cavazzani: US$ 500 millones.

-Nicolás Martín Caputo: US$ 500 millones.

-Daniel y Omar Garbarino: US$ 500 millones.

-Moisés Khafif: US$ 500 millones.

-Amalia Amoedo Lafuente: US$ 480 millones.

-Bárbara Bengolea Lafuente de Ferrari: US$ 480 millones.

-Alejandro y Sofía Bengolea Peralta Ramos: US$ 480 millones.

Estos grandes magnates de la nación acumulan un patrimonio personal superior a los cien mil millones de dólares. Intentan parecerse a los miembros de la subclase patricia, aunque generalmente no son aceptados por esta y a lo sumo se incorporan por la vía matrimonial. Como vemos hasta acá se va perfilando un conjunto de actividades económicas: producción agropecuaria, minera, petrolífera, metalúrgica, grandes estudios jurídicos y contables, escribanías y servicios que han sido grandes beneficiarios de las políticas económicas de Cambiemos.

Existe una tercer subclase, la de la llamada clase media alta que no cuenta ni con el patrimonio de las anteriores, ni es dueña de importantes medios de producción, conformada por profesionales, comerciantes y medianos empresarios, concesionarios de servicios públicos y de empresa estatales privatizadas los cuales apuestan a pertenecer a una clase social que los desprecia y apenas tolera. A estos más tarde o más temprano les va allegar también el turno de su propia hecatombe.

Para estos tres sectores de la sociedad argentina gobierna Cambiemos inspirados en una lógica de acumulación que privilegia y excluye a los sectores populares. Cambiemos no comete errores como habitualmente nos intentan mostrar el periodismo cómplice y la prensa ingenua. Todas sus acciones de gobierno están orientadas con el objetivo de privilegiar y generar ganancias extraordinarias a los sectores más privilegiados de la sociedad .Por ejemplo: cuando el dólar sube exponencial mente los malvados que nos gobiernan dicen preocuparse y hacen enorme campañas mediáticas tendientes a controlar el precio de la divisa. Sin embargo en otro rincón están festejando un tipo de cambio que beneficia amplia mente a los sectores exportadores del agro y que llega a compensarles con creces las supuestas pérdidas por problemas meteorológicos. La inflación incontrolable los conduce, lejos de sus preocupaciones aparentes, a festejar el mantenimiento de tasas de ganancia de los grupos concentrados que no tienen parangón en el mundo. Dicen lamentar el aumento de servicios públicos y combustibles cuando en realidad le están agregando rentabilidad a sus propios rubros de actividad. En fin, cada vez que una variable económica arroja un resultado negativo para las grandes mayorías de la población, «el mejor equipo de los últimos cincuenta años» festeja en Olivos con Champaña la fenomenal transferencia de recursos económicos apropiados por los privilegiados de siempre. Por eso decimos también que además de conservadores son perversos. Se relamen y gozan con los actos que producen y principalmente con el mal que causan.

Luis Yanes. Geógrafo – UBA

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.