Recomiendo:
0

Novedad editorial 'La jugada maestra'

Cardeñosa despeja dinámica del poder mundial en mantener sistema

Fuentes: Rebelión

El periodista gallego Bruno Cardeñosa despeja en su nuevo libro de investigación, ‘La jugada maestra’, aspectos de la dinámica con la que el poder sostiene el actual ‘sistema de guerra’ en el mundo, creando miedo, tensión y el mito del enemigo, a costa de ‘muchas vidas y dolor humano’. ‘Una red mundial de terror ejerce […]

El periodista gallego Bruno Cardeñosa despeja en su nuevo libro de investigación, ‘La jugada maestra’, aspectos de la dinámica con la que el poder sostiene el actual ‘sistema de guerra’ en el mundo, creando miedo, tensión y el mito del enemigo, a costa de ‘muchas vidas y dolor humano’.

‘Una red mundial de terror ejerce un poder discreto, en la sombra, y ha modelado la nueva amenaza del terrorismo internacional’, dice este informador nacido en Orense en 1972, colaborador en diversos medios, que cita al Club Bilberberg, la Trilateral o el Proyecto Nuevo Siglo Americano con ‘una influencia directa’ en el gobierno de Jose María Aznar.

Una cita de Orwell, ‘en una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario’, encabeza este libro de Cardeñosa, el séptimo, que dedica algunos capítulos a las ‘mentiras para un nuevo mundo’, las sombras del poder y la estrategia de tensión.

Según Cardeñosa, el 11-S permitió el dominio de Asia Central, la entrada en algunos países de Africa para apoderarse de ciertos recursos naturales, el ataque a Irak y la ocupación militar progresiva de zonas del sudeste de Asia donde ocurrió el ‘tsunami’.

El autor de ’11-S historia de una infamia’, que sigue en directo el mayor juicio de Europa contra Al Qaeda, precisa que aún cree en el poder de la Justicia para aclarar algunos mecanismos que han provocado una situación en el mundo ‘donde muchas veces hasta el lenguaje y la comunicación sirven a esos intereses del poder’.

En ‘La Jugada Maestra’ (Temas de hoy) despeja algunas incógnitas sobre quién mueve los hilos o quién sale beneficiado con el nuevo terrorismo internacional, ‘los datos no dejan duda en cuanto a las grandes corporaciones armamentísticas y petroleras’, y cuestiona la culpabilidad de algunos acusados de los actos terroristas.

Demuestra, por ejemplo, que ‘no existió’ ninguna serie de intentos de atentado de ETA previos al 11-M, que esa organización terrorista no intentó volar la estación de Chamartín, ni pretendió colocar 13 mochilas-bomba en Baqueira Beret contra los Príncipes de Asturias.

Estos hechos ocupan la primera parte de su libro, en la que compara los atentados del 11-S y del 11-M, para ahondar en unos sucesos ‘resueltos con sorprendente rapidez’, y desde la sospecha de que ‘un autor intelectual dejara pistas concretas para que la humanidad asimilara rápidamente lo ocurrido’.

El libro gira en torno a la tesis de que quienes alcanzaron el poder en el año 2000 y convirtieron el terrorismo internacional en el enemigo de Occidente, sabían qué iba a ocurrir ese 11 de septiembre, conocían esa jugada maestra que diseñaría el mundo a su antojo.

Cardeñosa muestra cómo el 11-S no se estrelló ningún avión contra el Pentágono, sino un misil, y arroja nuevas luces sobre esos grupos de poder que están detrás de los grandes gobiernos y son los ‘verdaderos responsables de la política mundial que usa y abusa del terrorismo para sus objetivos económicos’.

En concreto, del Proyecto Nuevo Siglo Americano, que ha manejado la política de EEUU desde la llegada de Bush a la presidencia de EEUU, o incluso antes, explica sus vínculos con algunos de los ideólogos del entorno de Aznar. ‘Para ellos, Bin Laden y la falsa Al Qaeda son sus mejores aliados’, indica, y señala que de su entorno surgen organismos vinculados a servicios secretos.

Y analizando casos concretos como el del sucesor de Bin Laden, Al Zarqawi, o el del jefe de los grupos que atentaron en España, Setmarian Al-Nasar, el autor llega a la conclusión de que las autoridades se inventan muchas noticias.

————– ENTREVISTA A BRUNO CARDEÑOSA AUTOR DEL LIBRO «LA JUGADA MAESTRA» Autor: Luis García de la Cruz

Si desea acceder a la verdad sobre las instancias que controlan el terrorismo islámico desde la sombra, este es un libro imprescindible. Su autor, investigador insobornable, ya había denunciado las falacias de la historia oficial en «11-S: Historia de una Infamia» (Corona Borealis, seis ediciones) y «11-M: Claves de una conspiración» (Espejo de Trinta, dos ediciones), pero en este libro ha culminado su labor de prolija documentación para desvelar las claves de esa conspiración planetaria que se activó con los atentados del 11-S y que continuó con los de Casablanca y el 11-M en Madrid. Se trata de un análisis demoledor que saca a la luz las mentiras oficiales, las contradicciones y las operaciones de definformación orquestadas por los servicios de inteligencia a las órdenes del poder. Una exposición tan valiente y honrada como políticamente incorrecta en estos tiempos estigmatizados por la autocensura, en los cuales el instinto de conservación hace que la filosofía de la mayoría de los informadores se sintetice en la máxima de que «hay cosas de las que es mejor no enterarse y lo más saludable para los intereses personales es ignorarlas».

¿Es realmente consciente del desafío que suponen sus libros en general, y la «La jugada maestra» en particular, en un contexto informativo como en actual, en el que ser «políticamente incorrecto» hasta ese punto equivale a declararle la guerra al sistema?

Soy perfectamente consciente de ello. Mi crítica no está dirigida hacia uno u otro lado del poder, sino contra los mismos mecanismos que utilizan los personajes más poderosos, es decir, contra el sistema que ellos han creado. Este sistema necesita de la tensión, del miedo, de la amenaza permanente de un enemigo… En ese contexto nace y se desarrolla todo lo que está relacionado con el terrorismo internacional, que se ha convertido en una herramienta estupenda para quienes desean perpetuar su poder económico o político. Los grandes medios de comunicación sí están abiertos a que alguien se sitúe, ideológicamente hablando, de un lado u otro de la trinchera, pero si no estás de ningún lado, entonces también te conviertes en un enemigo. Y no es un problema de ideas ni de planteamientos previos, sino la conclusión a la que me ha llevado la investigación que reflejo en este libro.

Supongo que también sabe de la polémica que sus planteamientos pueden llegar a provocar…

No es mi intención, en absoluto. Servidor es un periodista, un investigador. Analizo, estudio, contrasto… y lógicamente establezco determinadas conclusiones. El problema está en que lo que planteo choca directamente con las creencias que algunos tienen. A muchas personas no les gusta admitir que han sido engañadas en relación al terrorismo internacional y prefieren enfrentarse al mensajero antes que a la verdad. Prefieren cerrar sus ojos a la realidad y sacar sus puños. A la gente le gusta vivir cómoda y no plantearse que los cimientos de su mundo están levantados con barro. Aceptar que les mientes y se lo han tragado no debe ser fácil. Pero bueno, todo el mundo tiene derecho a dar sus opiniones.

Hay un elemento inquietante sobre el que me gustaría conocer su opinión. Aunque después del 11-S no se han cumplido sus amenazas sobre EEUU, siempre que Al Qaeda lo hace objetivamente justifica la actuación de la Administración Bush, sea ésta una intervención armada o un paquete de medidas que recortan libertades individuales en EEUU para prevenir actos terroristas. ¿Es posible que Al Qaeda no sea más que un instrumento al servicio de lo que se ha dado en llamar Nuevo Orden Mundial?

No es que sea posible, es que lo es. El mejor aliado de Bush ha sido y es Osama Bin Laden. Cada vez que este último actúa lo que consigue es servir en bandeja una respuesta que formaba parte ya de los planes de quienes ocupan el poder. En el libro explicó cómo los grupos de presión que modelaron la ideología de Bush «exigieron» una serie de actuaciones en el plano internacional que, en el momento de ser planteadas, no podían llevarse a cabo porque no se daban las circunstancias apropiadas. El principal think-tank del actual Gobierno de Estados Unidos predijo un año antes del 11-S que dichas actuaciones sólo serían posibles si «tiene lugar un nuevo Pearl Harbor catalizador». Quienes escribieron eso, muy poco tiempo después alcanzaron la Casa Blanca y los principales cargos en la Administración. Casi al día siguiente, tuvo lugar el atentado de Nueva York y Washington. ¿Casualidad? En absoluto. Todo ha sido gracias a Al Qaeda, a la retórica de las amenazas, a la difusión y exage ración de los riesgos. A veces, incluso gracias a la «fabricación» de sucesos que todo el mundo da por reales según la versión oficial pero que tras la investigación se demuestran falsos. Muy poca gente sabe que el Pentágono creó recientemente un grupo cuyo objetivo era que, mediante procesos como la infiltración, se provocara a los terroristas para que atenten contra objetivos occidentales si con ello se facilitaban los intereses del poder. ¿Nos enteramos de verdad cuando este grupo entra en acción? Y no es una fantasía: hay documentos oficiales que certifican su existencia.

Su libro pone en evidencia la mentira oficial sobre los atentados del 11-S, Casablanca y 11-M en particular, y también apunta a los verdaderos cerebros del terror integrista en general. Pero ¿hasta qué punto la sociedad en general y sus líderes no han aceptado como inevitable esta escalada hacia una dictadura planetaria?

A los ciudadanos se los educa para que identifiquen a los enemigos de forma fulgurante, utilizando para ello una serie de mecanismos que hacen muy difícil que se alce una voz crítica. Se nos ha dibujado una realidad que no es la correcta, pero aunque sepamos que los políticos mienten muy a menudo, también nos vienen a indicar que no van a mentir en un asunto tan serio como es el terrorismo. Pues sí, lo hacen, lo hacen sin que nos demos cuenta de que en realidad estamos dejando que fabriquen un mundo como el imaginado por George Orwell, que por algo son suyas todas las citas que aparecen en «La Jugada Maestra». Desde la primera («en una época de engaño universal, decir la verdad es un acto revolucionario») hasta la última («la guerra de ahora es una impostura, pero no deja de tener sentido: ayuda a conservar una atmósfera mental imprescindible») me siento plenamente identificado con ellas. .

¿No será la debilidad de la oposición a esos siniestros designios un indicio claro de que, en el fondo, la mayoría de las ciudadanos de los países desarrollados respalda esa política?

Así es, pero en realidad porque nos han ocultado parte de la verdad y de lo que esconde esa política. Nos ha bombardeado con informaciones intencionadas hasta que han logrado anular nuestro derecho a pensar por uno mismo. Han conseguido que les entreguemos a los grandes líderes una carta de libertad en blanco para que escriban sobre ella lo que crean oportuno. ¿Por qué? Porque nos han hecho creer que todo aquello que van a hacer es bueno para nosotros. Ahí es donde nos equivocamos. Esa carta en blanco les permite beneficiar a sus propios intereses, que no son los nuestros. Ahí es donde se encuentran los grandes beneficiados del terrorismo internacional: en las compañías armamentísticas, petrolíferas, financieras etc… Ellos son quienes ahora tienen el poder. Doy en el libro datos muy claros en este sentido. Tras la caía del Muro de Berlín, debería haber llegado una época menos tensa. Pero eso provocó que cayera en picado el gasto armamentístico, el precio del petróleo… Sin emb argo, gracias a la aparición del terrorismo internacional en la esfera publicitaria, las grandes armamentísticas y petroleras han logrado los mayores beneficios de su historia. Y digo aparición en la esfera publicitaria porque, por poner un ejemplo, en 1985 hubo casi 700 atentados islamistas. Sin embargo, todos los que ocurren desde el 11-S no suman esa cifra. Lo único que ha cambiado es la magnitud de uno de esos sucesos y la cercanía con la que hemos sufrido uno. Pero, sobre todo, lo que ha cambiado es que antes existía la URSS para encarnar el Mal, y ahora Al Qaeda ha sustituido al comunismo y Bin Laden a Stalin.

El modus operandi de quienes están detrás del terror resulta tan evidente y repite con tanta precisión los antecedentes históricos -el Maine, El Álamo, etc- que casi sugiere una voluntad de que quede bastante claro quiénes manejan los hilos de la trama… ¿Cree que es así? ¿Por qué actúan con tanto desparpajo?

Ese modelo se repite a lo largo de la historia. Esos casos que citan hoy son conocidos y aceptados. No tengo duda de que con el tiempo otros que nos ha tocado sufrir se incluirán dentro de esos episodios oscuros en donde, al final, quienes se presentan como víctimas son los auténticos verdugos y autores intelectuales. Ciertamente, cuando uno profundiza en determinados sucesos, como el 11-S, el 11-M o los secuestros de Irak descubren infinidad de puntos oscuros que le llevan a uno a la conclusión de que no nos han contado la verdad. Sin embargo, gracias al control exagerado de la comunicación se invita al ciudadano a no reflexionar. Además, son hechos ante los cuales los periodistas, por desgracia, no se atreven a aproximarse y, los pocos que lo hacen, no logran que su mensaje tenga el suficiente impacto y apoyo.

¿Cómo explica las flagrantes contradicciones que usted mismo denuncia en las versiones oficiales de lo que sucedió el 11-S y el 11-M?

Porque es imposible que cuando una versión oficial está repleta de puntos oscuros y falsos no puedan detectarse tras una investigación. En este trabajo expongo muchos de los que he encontrado y que nos dibujan una realidad muy lejana a cómo nos la han transmitido. La ventaja que tiene el poder es que a su servicio tienen maquinarias de comunicación muy poderosas. Creo que hace falta más atrevimiento para que se denuncien ciertas cosas, pero quienes mandan son conscientes de que es imposible que los grandes medios, por poner un ejemplo, vayan a negar que el 11-S se estrellara un avión en el Pentágono. Aquello no sucedió, así me lo confirman informes científicos, aeronáuticos, testigos… Sin embargo, cuando alguien lo dice se comenta despectivamente que esa es una teoría de la conspiración y problema solucionado. Sin embargo, hay mucha más dudas de las que creemos en la población. En una encuesta que he realizado para el libro más del 80 % de las personas creen que no se ha cont ado la verdad del 11-S y muchas opinan que fue un autoatentado.

A la luz de su libro, ¿debemos asumir que hay presos por el 11-M sobre la base de indicios por los cuales resultaría escandaloso privar de libertad a un acusado por cualquier otro delito?

Sin lugar a dudas. Hay casos flagrantes. De los detenidos en primera instancia tras el 11-M no hay apenas pruebas contra ellos. Hay, como mucho, un par de testigos que dicen haberlos identificado pero sus testimonios son contradictorios. Pero parece que a nadie le interesa llegar al fondo de la cuestión. Uno de los últimos documentos que he manejado es escandaloso. Hace referencia a un personaje del que hablo en el libro y al que se acusa de varios atentados en diferentes partes del mundo, además de decirse de él que era el tesorero de Al Qaeda en Europa. Fue detenido en el año 2002 y todavía está en prisión. Cuando se analiza el sumario, uno descubre que no hay nada, absolutamente nada contra él. ¿Por qué sigue detenido? Es como si hubiera que seguir alimentando la existencia de enemigos. Pues ese documento al que hacía alusión está escrito por los agentes de policía que investigaron durante cuatro años al personaje en cuestión. Se lo dirigen al juez Garzón. Dice textualment e: «No encontramos indicios de ningún tipo para proceder a su detención» Y sin embargo, ya había sido detenido y sigue en prisión. Casos como éste, por desgracia, se han producido muchos desde el año 2001 en España.

¿No convierte semejante hecho en cómplices objetivos de un atropello escandaloso contra los derechos humanos y la seguridad jurídica de los individuos a los medios, informadores, judicatura, clase política y elites en general?

Algunos son víctimas y otros cómplices. Y muchos son cómplices sin ellos saberlo. Por ejemplo, la judicatura fue hasta el 2004 cómplice del Gobierno al proceder a una serie de detenciones relacionadas con Al Qaeda tras las cuales no existen pruebas sólidas de ningún tipo. Ojalá no fuera así, porque soy el primero en desear que los culpables pagan por lo hecho, pero creo que todos los culpables de lo que está sucediendo en torno al terrorismo internacional están frotándose las manos.

En los años 70, en el filme «Los tres días del cóndor», un personaje que representa a un agente de la CIA sostiene que, en pocos años, la gente querrá petróleo a un precio accesible, no sólo sin importarle mediante qué crímenes se consiga el objetivo, sino sin querer enterarse de ello… ¿Cree que ha llegado ese momento?

Algo parecido, sólo que ahora no es la gente de a pie quien lo dicta, sino los que ocupan cargos de poder. Ellos no quieren el petróleo barato, sino caro, siempre y cuando no se estire lo suficiente la cuerda como para hacerlo inaccesible. Ahí arriba es lo que desean: más consumo y más caro. Para conseguir más consumo hay que abrir determinados países al capitalismo tal cual lo concebimos en Occidente; esa es la liberación de la que hablan los líderes mundiales. Quieren convertir a estos países y a estas zonas en supermercados. Y luego, para que ese producto de consumo sea más caro, se alimenta la inestabilidad, la inseguridad, las amenazas… El 11-M incrementó esa sensación en Europa y la guerra de Irak, al extenderse en el tiempo, potencia esa inestabilidad.

La denuncia que usted hace supone creer que la sociedad es víctima de una siniestra manipulación de las conciencias… Pero, ¿no implica mucha ingenuidad esta actitud? ¿No será que la mayoría de las personas asumen la filosofía de la que «hay cosas de las que es mejor no enterarse»?

Es que habernos hecho llegar a este punto de indiferencia y pasividad forma parte también de esa manipulación. Desde arriba nos quieren pasivos. Ellos ya piensan y hacen por nosotros. El problema es que aceptamos que la situación sea así mientras no nos toquen el bolsillo y el mundo aparentemente cómodo en el que vivimos. Lo que propongo con La Jugada Maestra, una jugada que no es sino la fabricación del terrorismo internacional como un nuevo enemigo, es alzar la voz contra esa situación y proponer que seamos un poco más críticos con lo que nos dicen. Que analicemos las cosas con la racionalidad por delante. Y que nos rebelemos contra ello.

A muchas personas no les gustará nada lo que dice en «La Jugada Maestra». ¿Tiene miedo de las posibles consecuencias?

Esta pregunta me la hacen siempre, porque piensan que una persona como yo es incómoda para quienes manejan el sistema. Pero he de decir que no he tengo la sensación de correr peligro físico, aunque no puedo negar que a veces me lo planteo. Incluso me han llegado a decir que si tuviera razón, ya me habrían asesinado. Sin embargo, hay otras tácticas más efectivas y discretas que eliminar al mensajero. Se le puede acorralar, aislar, ignorar… A eso sí le tengo respeto.