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Carlos Fat

Fuentes: laotrachilanga

La revista Forbes ha publicado, en lo que para algunos es una franca ofensa, su lista número 21 de multimillonarios. En el podio de la iniquidad, Norteamérica logra por sabrá Dios qué ocasión consecutiva el uno-dos-tres en impudicia, llevándose el oro y la plata, además de más de cien billones (léase también mil millones) de […]

La revista Forbes ha publicado, en lo que para algunos es una franca ofensa, su lista número 21 de multimillonarios. En el podio de la iniquidad, Norteamérica logra por sabrá Dios qué ocasión consecutiva el uno-dos-tres en impudicia, llevándose el oro y la plata, además de más de cien billones (léase también mil millones) de dólares estadounidenses juntos, el hijo predilecto de Harvard, William Gates III (con una fortuna neta de 56 billones de dólares) y el, casi, octogenario Master en Ciencias, Warren Buffet (cuya hacienda alcanza los 52 billones de dólares).

Pero sin duda, la gran sorpresa la da el tercero de la infame lista, y no porque sea su primera vez en dicha posición: el año pasado nuestro personaje apareció igual, en el tercer lugar, con «tan sólo» 30 billones de dólares. Sino porque ha incrementado «su» riqueza a un paso en que ni el mismo Bill Gates lo ha conseguido, convirtiéndose en el empresario que más ha incrementado «su» fortuna en los últimos diez años. ¿Adivinaron ya? ¡No!

Bueno, para quienes aún no dan, a manera de pistas les podemos decir, con información recaba por Juan Ramón Jiménez De León publicada en la Red Voltaire , que su fortuna proviene de una herencia familiar forjada en el tráfico de armas en el Líbano y de bienes raíces en la zona comercial de La Merced (sí, en el corazón de la ciudad de México); en 1966 funda el Grupo Financiero Inbursa, tras crear unos cinco años atrás el Grupo Carso; 15 años después se hace de Cigarrera La Moderna (ahora llamada Altria); con la llegada del neoliberalismo a México consolida su poderío económico con las tiendas y restaurantes Sanborn´s, Porcelanite, Condumex, Nacobre, las tiendas de discos Mixup y departamentales Sears, los hoteles Calinda, Ferrosur, las papelerías Office Max, la red de venta de boletos Ticketmaster y América Móvil (conocida en México como Telcel), además de patrocinar el periódico La Jornada ; entre otras empresas.

Sin embargo, su negocio más jugoso ha sido la compra en mil 756 millones de dólares de la otrora paraestatal Teléfonos de México (Telmex), nacionalizada en 1972 por el genocida Luis Echeverría cuando despachaba en Los Pinos como presidente de los Estados Unidos Mexicanos, S.A. de C. muy V. Telmex tenía entonces (1991) un valor real en libros de 7 mil millones (o billones) de dólares; actualmente, está cotizada en 26 billones, a lo menos. A partir de allí, nuestro personaje ha extendido su imperio a Europa y América Latina especialmente en el campo de las telecomunicaciones, lo que no le ha impedido apropiarse en Buenos Aires del Teatro Ópera y hasta de su zoológico. En efecto; estamos hablando del señor Carlos Slim Helú, cuya riqueza alcanzó este año los 49 mil millones de dólares, a razón de un aumento de 19 millones de dólares con respecto al año anterior (13 millones más que Gates y nueve más que Buffet).

En la lista de Forbes de este año aparecen también las insultantes fortunas de otros nueve mexicanos, a saber: Alberto Bailleres, dueño de Peñoles y Palacio de Hierro; Ricardo Salinas Pliego y Emilio Azcárraga Jean, propietarios de Tv Azteca y Televisa, respectivamente, las dos televisoras comerciales en México; Jerónimo Arango, quien socio de Sam Walton vendió la mayoría de las acciones de su Grupo Cifra (Aurrerá, Superama, El portón, Vip´s, Suburbia) a los dueños de Wal-Mart; María Asunción Aramburuzabala (esposa del actual embajador de Estados Unidos en México) y familia, dueña de la cervecería Modelo y accionista de Televisa; Isaac Saba Roffoul y familia, dueños de Casa Saba; Lorenzo Zambrano, propietario de Cemex, y Roberto Hernández Ramírez y Alfredo Harp Helú, cuyas fortunas están directamente ligadas a la humillante venta de Banamex a Citigroup. No se sorprenda si el próximo año en la lista aparece también el señor Roberto González Barrera, presidente de Banorte y dueño del Grupo Industrial Maseca, productor principal de harina de maíz y beneficiario directo de la política alcista del gobierno en turno con el reciente aumento al precio de la tortilla.

Junto, el capital de los diez forbes mexican´s significa una fortuna de 74.1 billones de dólares, en un país con más de 40 millones de personas que según el eufemismo viven en pobreza moderada y de 20 millones más en extrema pobreza. Ello representa algo así como el 17 por ciento del Producto Interno Bruto de México. Pero como estas cifras nos dicen muy poco, digamos que Slim solito gana en un día (a razón de 52.08 millones de dólares diarios) lo que unos 5.7 millones de personas pobres obtendrían si juntaran los dos salarios mínimos que ganan en esas mismas 24 horas.

Seguramente, esta disparidad ha de causar cierta vergüenza al propietario del Grupo Carso, pues además de prometerle patrocinio a López Obrador para un equipo de béisbol, ha dispuesto de recursos para «readecuar» el zoológico de la ciudad de México y el Bosque de Chapultepec; lo mismo que el centro histórico de la capital del país. Por supuesto que estos dineros no son nada más producto de su buena fe y se han convertido en una inversión sin parangón (sobre todo al generarse bajo el auspicio de un gobierno supuestamente de izquierda) que ha terminado por convertirlo en virtual dueño de la otrora Ciudad de la Esperanza y al corazón de ésta en el Slim Center.
Hoy por hoy, el que se convertirá en el hombre más rico del planeta si Buffet y Gates cumplen su palabra de donar buena parte de sus fortunas a causas de beneficencia, tiene también sus propias mascaradas filantrópicas; especialmente en las Fundaciones Telmex y Centro Histórico, donde cuenta con la complicidad de organismos de la sociedad civil cuyas buenas intenciones no alcanzan a modificar sustancialmente la desigualdad que ocasiona el sufrimiento social que dicen querer atajar; sino, por el contrario, sirven de válvula de escape al descontento que podría ocasionar un estallido social.

Personalmente conocí a una de esas instituciones, trabajé en ella; se le conoce comúnmente como Reintegra, pero tiene dos figuras legales y por lo mismo dos nombres: Fundación Mexicana de Reintegración Social, Reintegra, A.C. y Centros de Prevención Comunitaria Reintegra, I.A.P. Con la Asociación Civil, Slim tejió vínculos con una mano a través de la Fundación Telmex y sostiene un programa de fianzas para primodelincuentes, mientras con la otra mano contrata a Rudolf Giulianni, posiblemente candidato republicano a la presidencia de Estados Unidos, para implementar en la ciudad de México su tolerancia cero, que tanto éxito le ganó con la criminalización de la pobreza cuando fue alcalde de Nueva York.

Con la Institución de Asistencia Privada, por medio de la Fundación Centro Histórico que tanto alaba Jacobo Zabludosvky, vocero diazordacista por excelencia, el viudo de la señora Soumaya Domit paga la nómina de un puñado de profesionales que guardan silencio cada que sus compañeros de trabajo van siendo despedidos después de diversas irregularidades de índole laboral (discrecionalidad en las vacaciones, ausencia de aguinaldos, falta total de las prestaciones mínimas de ley) que tienen como punto de partida el empleo de personal sin contrato de por medio. Aún conservo una carta que uno de aquellos profesionales escribiera en las postrimetrías del proceso electoral de 2006:

«Soy un simple mortal como todas y todos ustedes, tengo dos hijos y me levanto a las 5:45 de la mañana, me baño, llevo a mi hija a la escuela, trabajo de las 9 de la mañana a las 6 de la tarde, utilizo Metro y los microbuses, cuando me cae algo de chamba, la hago después de esta hora hasta las 8 ó 9 de la noche, así es de lunes a viernes; los sábados atiendo a algunos pacientes (soy psicólogo), todo esto para pagar los gastos de la casa, colegiaturas, pasajes, gas, luz, teléfono, comida, ropa, a veces ir al cine, sacar a la familia a pasear, una chela el domingo […] en promedio gano al mes como 8 ó 9 mil pesos, tengo deudas y algún gasto extra, no tengo auto ni casa propia… no me alcanza. Cuando me entero en las noticias que hay tipos que con la mano en la cintura se compran residencias en el mundo, hacen negocios millonarios y exitosos, tienen tanto poder como para comprarse y «echarse» botellas finísimas, no pagan sus deudas y son careros como agiotistas, mienten y se aprovechan de las personas comunes y corrientes como tú o como yo […] me quedo pensando que quizá el del error soy yo, que quizá no he sabido utilizar mi talento y ponerlo al servicio de las personas correctas […] pero también creo y me digo que a pesar de que el éxito material no lo tengo, estoy en el lugar correcto, donde los valores de mi familia, de mis padres y que ahora enseño a mis hijos, son los correctos… pero no me alcanza […] Por lo pronto sigo buscando otra chamba, más pacientes y tratar de educar de la mejor manera a mis hijos, de tratar de cuidar a mi familia lo mejor posible y de poner mi granito de arena al desarrollo de mi comunidad, de mi ciudad, de los niños, de mis pacientes, de la gente que me quiere (y de la que no también).»

Y lo consiguió; éste psicólogo con alma de rockero (porque Javier Sánchez, que es como se llama este nuevo lacayo de Slim, es también músico) corrigió su error y se puso al servicio de la persona correcta, se convirtió en director de Centros de Prevención Comunitaria Reintegra, I.A.P. y, fiel a sus convicciones, a los valores de su familia, de sus padres y que ahora enseña a sus hijos, puso su granito de arena al desarrollo de su comunidad y su ciudad: despidió a cerca de diez de profesionales como él, a quienes su salario tampoco les era suficiente, para conservar sólo aquell@s cuyos honorarios son pagados por la Fundación Centro Histórico, que cura de culpa a su patrón.

Éste es, pues, el hombre de las dos caras (que en realidad son la misma) que tan bien ha descrito Denise Dresser en el número 1583 de la adictiva revista Proceso; y aqueste el ejemplo de su exitosa carrera. El mismo Carlos Slim Helú que hace alianzas ora con la derecha panista, ora con la izquierda que de amarillo se viste y en su pragmatismo confía, para impulsar su Pacto Chapultepec, reverso arriba y a la derecha, capitalista y neoliberal, de la Otra Campaña.

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