Cincuenta años después de su muerte, Frida Kahlo ha logrado el reconocimiento que su época le regateó al colocarla siempre a la sombra de su marido, Diego Rivera. La artista ha protagonizado una antológica en la Tate Modern de Londres, varias biografías e incluso una película. Ahora, un libro intenta recomponer la autobiografía que la […]
Cincuenta años después de su muerte, Frida Kahlo ha logrado el reconocimiento que su época le regateó al colocarla siempre a la sombra de su marido, Diego Rivera. La artista ha protagonizado una antológica en la Tate Modern de Londres, varias biografías e incluso una película. Ahora, un libro intenta recomponer la autobiografía que la pintora mexicana nunca escribió. Ahí les dejo mi retrato (Lumen) es una recopilación de cartas, apuntes, poemas y billetes que, ordenados cronológicamente, acercan a la Kahlo más íntima, a los seres que amó y también a su sufrimiento.
El libro, que llegará a las librerías a partir del 15 de febrero con prólogo de Ana María Moix, es el resultado de la recopilación realizada por Raquel Tibol, crítica de arte argentina, secretaria de Rivera y que conoció a Kahlo en la casa de Coyoacán, México, donde nació, en 1907, y murió la pintora. El encuentro entre ambas mujeres se produjo en 1953, un año antes de la muerte de Kahlo. Tibol planteó a Frida que le dictara su biografía, propuesta que fue aceptada, pero el estado de salud de la pintora, el exceso de droga y el alcohol impidieron que el trabajo prosperada. «Una sobredosis de demerol, que puso en riesgo la vida de aquel venado herido, marchitó el proyecto», explica Tibol en el libro.
Los apuntes biográficos que pudo tomar la autora argentina sirvieron para un primer trabajo periodístico que publicó tras la muerte de Kahlo. Años después, en 1977 y 1983, insistió con dos libros, uno de los cuales incluía parte de las numerosas cartas que la pintora envió a su amor juvenil, Alejandro Gómez Arias, junto al que se encontraba cuando sufrió el accidente que casi la mata y que marcó su vida. La recopilación de ahora reproduce textos archivados en la casa de Coyoacán, convertida en museo.
Ahí les dejo mi retrato reúne 83 piezas, cartas en su mayoría, la primera fechada en diciembre de 1922 y la última, en marzo de 1954. Los textos, en general breves, y no todos inéditos, evidencian una energía equiparable a la de sus cuadros, a la rotundidad de los muchos autorretratos que hizo, escritos con cierto sentido del humor y una capacidad notoria para inventar términos que se ajustaran a lo que ella quería expresar. Como su pintura.