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Chávez expropia CEMEX; Calderón y burgueses iracundos, ¿y López Obrador?

Fuentes: Rebelión

    1. Tremenda ira provocó entre el gobierno panista y la ultra derecha empresarial en México la nacionalización de la industria cementera en Venezuela, anunciada por el presidente Hugo Chávez. Los medios de información, al servicio de la derecha más reaccionaria, encabezada por Televisa, TV Azteca, Radio Fórmula y demás, lanzaron «rayos y centellas» […]

 

 

1. Tremenda ira provocó entre el gobierno panista y la ultra derecha empresarial en México la nacionalización de la industria cementera en Venezuela, anunciada por el presidente Hugo Chávez. Los medios de información, al servicio de la derecha más reaccionaria, encabezada por Televisa, TV Azteca, Radio Fórmula y demás, lanzaron «rayos y centellas» para acusar a Chávez. El mismo presidente ilegítimo Calderón aprovechó la tribuna para decir que la situación en México contrasta con «el entorno regional donde la inversión global tiene síntomas de preocupación por la incertidumbre acerca del respeto a los derechos de propiedad y a los derechos patrimoniales, preocupación en torno a las acciones del gobierno que dañan o alteran la seguridad jurídica» y su secretario de Hacienda, Agustín Carstens, calificó como «una acción inadecuada» y «reprobable» la decisión del gobierno venezolano de expropiar los activos de las empresas cementeras. ¿Qué esperar de este gobierno empresarial?

2. En México la propiedad pública fue administrada durante muchas décadas, hasta 1982 por lo menos, por gobiernos corruptos; pero con el dinero del petróleo, la electricidad, los ferrocarriles, de la Conasupo, los bancos, etcétera, el Estado mexicano tuvo presupuesto para construir miles de escuelas, hospitales, mantener funcionando la agricultura, la industria, el comercio, la banca. Pero lo más importante es que el Estado siempre tuvo dinero para invertir en educación, vivienda, salud, gasto social, así como para mantener una independencia relativa frente al capital privado y extranjero. A partir de 1982, cuando el neoliberalismo se impuso con el apoyo del PRI y del PAN, las empresas «paraestatales» se pusieron en remate para favorecer al sector privado. Ahora los grandes ricos se hacen multimillonarios y el gobierno no tiene para escuelas, hospitales, para el campo y la industria. La diferencia ahora es de cabo a rabo: el Estado entregó todo el poder a la gran burguesía y los mismos políticos se hicieron millonarios.

3. En los años veinte y treinta fue el gobierno burgués burocrático y su partido los que se encargaron de educar a la burguesía privada, a organizarse y a defenderse como clase social; pero a partir de los ochenta, ya una vez fuerte esa gran burguesía privada encabezada por los Clouthier, Slim, Azcárraga, Zambrano, Hernández y Salinas, reclamó el poder del gobierno y se hizo de él. Si antes para los políticos (por la herencia de la revolución mexicana), los empresarios y el clero eran los enemigos tradicionales, con el neoliberalismo los empresarios adquirieron una enorme presencia y el clero, con las visitas papales, comenzó a restaurar su antiguo poder. Así como la ultraderecha panista ha condenado a Chávez por la expropiación lo mismo harán, seguramente, los priístas que desde 1982 gobiernan en nombre de Salinas. ¿López Obrador seguirá cuidando su distancia hacia Chávez y hacia las expropiaciones para que los grandes empresarios y el clero no se disgusten?

4. Es muy difícil saber lo que AMLO hubiera hecho en la Presidencia. Quizá Lula da Silva pudo ser su modelo y hubiera preferido no confrontarse; pero adelantarse en juicios puede ser irresponsable. Porque no sabemos como estarían las contradicciones. Expropiar grandes propiedades privadas para beneficiar al pueblo es absoluta e indiscutiblemente justo. La propiedad pública bien administrada produce riqueza colectiva para distribución colectiva; la propiedad privada es riqueza producida por la colectividad para beneficio privado. En México el desempleo creció enormemente a partir del neoliberalismo privatizador. Las empresas públicas, aunque en determinados períodos estuviera perdiendo dinero tendían a mantener la planta de empleados; la empresa pública no puede perder porque cuando sucede lanza a todos los trabajadores a la calle. En lo colectivo se ayuda a los trabajadores en lo privado cada quien se defiende como pueda.

5. ¿Por qué el gobierno venezolano expropió las empresas? Chávez acusó a las empresas cementeras de incurrir en una «cartelización» al propiciar un encarecimiento de los productos que fabrican y desabasto en el mercado interno, al optar por exportar la mayoría de su producción. En México, Venezuela y en el mundo las poderosas empresas se ponen de acuerdo para elevar los precios de sus productos y realizar maniobras de desabasto para aprovechar coyunturas para ganancias extraordinarias. Dado que el gobierno de Chávez, para evitar el desempleo ha impulsado la industria de la construcción, las industrias cementeras se han puesto de acuerdo para establecer precios de monopolio. Si en México el gobierno, gran consumidor de medicinas en el IMSS, el ISSSTE, Salubridad, expropiara la industria farmacéutica se ahorraría más de mil por ciento de los precios. Medicinas que se venden a 100 o 200 pesos cuestan producirse cinco o diez pesos.

6. Las empresas capitalistas, que hace 150 años ejercían la «libre competencia» en el mercado, desde el siglo XX comenzaron a ponerse de acuerdo para fijar precios monopólicos. En cuanto a las empresas del cemento, trabajan muchas veces por debajo de su capacidad para no impactar hacia abajo los precios del cemento, exportan una gran cantidad de las toneladas métricas que producen anualmente a todo el mundo y en algunos casos desabastecen al mercado interno» ¿Qué hace un gobierno responsable con su pueblo ante la inmensa especulación que arroja ganancias multimillonarias al mismo tiempo que el pueblo necesita los productos para construir? En México lo resuelven fácil: el gobierno negocia con el señor Zambrano, se pone de acuerdo con los precios, de modo que empresario y gobierno ganen millones, es decir, estén contentos y todo lo carguen al presupuesto público o a los precios del comprador, aunque las viviendas sean para los humildes.

7. La nacionalización provocó que las acciones de la empresa Cemex, que controla el 52 por ciento de la producción cementera en el país sudamericano, se desplomaran en la jornada del viernes 4 de la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) Pero esos «desplomes» son ficticios, fabricados por los grandes magnates de la bolsa que sin producir nada, sin inyectar ninguna riqueza al país, llegan a ganar muchos millones de dólares en una hora. En tanto Calderón, Carstens, los grandes empresarios declaran su «solidaridad» con el gran empresario explotador y contra las medidas chavistas empujan hacia abajo las acciones de la empresa para ganar en «río revuelto». El presidente venezolano ha dado un importante paso en beneficio de su pueblo. Chávez no está contra todos los empresarios, mucho menos contra los empresarios que invierten su capital y hacen todo por trabajar con honestidad cumpliendo las leyes de su país. Pero empresarios que se dedican a saquear riquezas y a especular deben ser expropiados. En México hay miles.

8. Lorenzo Zambrano, uno de los hombres más ricos de América Latina y del mundo, el merito dueño de la empresa expropiada en Venezuela. Es un personaje con una fortuna tal que le permitió ofrecer hace poco algo más de 15 mil millones de dólares (unos 152 mil millones de pesos) para comprar una cementera australiana y de este modo, ubicar a su compañía, Cemex, como la número uno del mundo en producción de concreto y la tercera, de cemento, Lorenzo Zambrano aparenta vivir protegido tras los muros de la discreción. Tiene un grupo selecto de amigos entre los que se cuentan los miembros de la familia real de España. Por eso, cuando el príncipe Felipe y su esposa, Letizia, realizaron una visita oficial a Monterrey en el 2004, el ingeniero Zambrano fue uno de sus anfitriones. Este es el poder que obliga a Calderón y a los empresarios a salir inmediatamente en su apoyo, mientras los jóvenes asesinados por el chacal Uribe, presidente de Colombia, no recibieron apoyo alguno.

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