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Entrevista a Andrés Soliz Rada, ministro boliviano de Hidrocarburos

Cómo desandar el camino neoliberal

Fuentes: Bolpress

El abogado y periodista Andrés Solís Rada en una de las personalidades más destacadas de la izquierda boliviana. Durante más de treinta años, desde su compromiso con la izquierda nacional boliviana, ha sido uno de los defensores más acérrimos de los recursos naturales de Bolivia. El enviado del Green Left Weekly, Federico Fuentes, habló con […]

El abogado y periodista Andrés Solís Rada en una de las personalidades más destacadas de la izquierda boliviana. Durante más de treinta años, desde su compromiso con la izquierda nacional boliviana, ha sido uno de los defensores más acérrimos de los recursos naturales de Bolivia. El enviado del Green Left Weekly, Federico Fuentes, habló con Solís Rada días antes de la elección del primer presidente indígena de Bolivia, Evo Morales, sobre cuáles eran los planes del futuro gobierno y qué pensaban hacer con el gas boliviano. Solís Rada juega hoy un papel estratégico como nuevo Ministro de Hidrocarburos, algo que tiene en ascuas a la mayor parte de las empresas transnacionales.

En Bolivia ha resurgido una intensa lucha social, una lucha impulsada por la mayoría indígena del país, en defensa de sus recursos naturales y contra las políticas neoliberales que impusieron los anteriores gobiernos. El asunto de las reservas de gas bolivianas -calculadas en más de un billón de metros cúbicos, las segundas mayores de América del Sur- ha obligado a dos presidentes a abandonar el poder y será la clave del éxito o del fracaso del gobierno de Morales.

Para Solís Rada, «el asunto del gas boliviano está íntimamente relacionado con la importancia estratégica global de la energía, principalmente del gas y del petróleo. Aunque ha tenido una importancia capital en los últimos años, a buen seguro será un asunto clave en el futuro, al menos durante la primera mitad del siglo XXI». Solís Rada cree que «la estrategia básica de los Estados Unidos pasa por afianzar su posición de dominación global durante el siglo XXI», y que para hacerlo «debe conseguir avances en algunos asuntos que preocupan profundamente a Estados Unidos.»

Oponer resistencia a la dominación estadounidense

Un asunto preocupante es cómo se socava la posición de Naciones Unidas. Puesto que éstas en realidad hicieron las veces de «escudo protector» de las acciones unilaterales de Washington en Irak, no hay duda de que los Estados Unidos han obtenido victorias parciales en este frente. El otro asunto es el del control sobre los recursos energéticos, perfectamente ilustrado por las acciones imperialistas de Estados Unidos en Irak. No fueron allí para derrocar a un tirano. Si en vez de petróleo los principales recursos de Irak hubiesen sido gallinas, Estados Unidos no habría invadido aquel país. Pero no sólo está Irak: están el mar Caspio y Afganistán, en el continente africano está Nigeria, y también está Latinoamérica.

«Ocurre que el principal proveedor latinoamericano de Estados Unidos es Venezuela, lo cual supone un problema mayúsculo para los norteamericanos. Estados Unidos puede verse respaldado por sus relaciones con Canadá y México, pero en América del Sur Bolivia tiene una cierta importancia regional. No puede compararse con las reservas que por ejemplo tiene Indonesia, pero la importancia que para la región tiene el gas boliviano, para las empresas transnacionales que operan en Brasil, Argentina y Chile, es más que notable.»

La cuestión del gas supondrá pondrá a prueba las relaciones de Bolivia con los presidentes argentino Néstor Kirchner y brasileño Lula. Durante muchos años estos países se beneficiaron de la venta de gas boliviano por parte de empresas transnacionales a un precio muy rebajado. Para muestra un botón: mientras que el precio del gas rondaba los 8 o 10 dólares por millón de Unidades Térmicas Británicas, Argentina recibía gas a 3’25 dólares por millón de UTB. Para los bolivianos es fundamental que esto cambie para coadyuvar a que el país salga de la pobreza. Esto puede originar conflictos, particularmente con Kirchner, que con una mano juega duro su partida con el FMI, pero que, al mismo tiempo, con la otra, sostuvo Solís Rada, «mantiene estrechas relaciones con Repsol y otras transnacionales, y ha sellado acuerdos que en nada han beneficiado a Bolivia.»

El tercer asunto es el del minado de la posición de los Estados del Tercer Mundo para hacer más fácil la dominación de Estados Unidos. Solís Rada dijo que «en los últimos veinte años, en Bolivia ha habido proceso sistemático de debilitamiento del Estado». Sostiene que esto «es debido a la falta de respuesta del Estado a los problemas de la gente, de modo que muchos han tratado de resolver sus problemas por otras vías.»

Nacionalizar el gas

«Si usted es ciudadano de Córdoba, Argentina, y el Estado argentino no hace nada para resolver sus problemas de comida y vivienda, entonces los cordobeses tratarán de resolver los problemas por su cuenta», argumentó Solís Rada. «De modo que aparece un remedo de regionalismo que poco a poco va desestabilizando el Estado. Esto es lo que está ocurriendo hoy en Bolivia. Puesto que no hay solución para los bolivianos, la gente trata de buscar soluciones para Santa Cruz, para La Paz, para Tarija, y ésta fragmentación acaba expresándose en llamamientos regionales dirigidos a tener el control de sus recursos naturales. Oímos cosas como ‘El gas, para Tarija’, ‘el gas, para santa Cruz’ y ‘¿por qué pagar impuestos si los despilfarran en La Paz?’. Todo esto debilita al Estado.»

«En Bolivia tenemos el problema añadido de las etnias, de los pueblos indígenas. Si no puedo resolver mis problemas como boliviano, o como cruceño, o como paceño, quiero resolverlos como aymara, quechua o guaraní. Esto es alentado por intereses exteriores, por las empresas transnacionales que ponen todo su empeño en el debilitamiento del Estado. En Bolivia ya se han creado las condiciones para una división nacional (de que una región iría a para a Brasil, de que Tarija se anexionaría a la Argentina, etc.).»

El gas boliviano, dijo Solís Rada, puede ayudar a resolver este problema «porque por fin se hacen las cosas según un proyecto» -el de la nacionalización del gas-, «que puede unir a los distintos sectores sociales». Las movilizaciones sociales de mayo y junio de 2005 no sólo consiguieron echar al presidente, sino que también constituyeron las primeras movilizaciones sociales verdaderamente unitarias de los movimientos sociales, procedentes del Oriente y el Occidente del país, en torno a la exigencia de nacionalización. «En vez de presentar demandas en nombre de los aymaras, de los quechuas o de los guaraníes, o de las gentes de Oruro o de Chimore, están todos de acuerdo en que hay que recuperar el gas para Bolivia. Ésta es una bandera que une a los bolivianos.»

El gas boliviano «también tiene una gran importancia para la política exterior, puesto que Bolivia podría unirse a la idea de Hugo Chávez de formar un consorcio de compañías petroleras estatales en América del Sur -que incluiría a Petrobras de Brasil, Enarsa de Argentina, YPBF de Bolivia y PDVSA de Venezuela-«, que Chávez ha llamado Petrosur.

«La unión de las empresas estatales permitiría hacer frente a grandes consorcios como la española Repsol, la estadounidense Amoco y British Petroleum. Podría constituir una seria defensa ante esas compañías, y por ello es muy importante que hayamos empezado a elaborar un plan de desarrollo de grandes proyectos que tendrán un gran impacto en toda Latinoamérica.»

«La división de nuestros pueblos es una forma permanente de dominación. Chávez ha revertido esta situación. Del mismo modo que el asunto del gas ha sido motivo de unión entre los bolivianos, hoy tenemos otro motivo de unión para Latinoamérica, porque estamos promoviendo el reforzamiento de la capacidad de resistencia de los Estados (algo que pone muy nervioso a Estados Unidos)». Según Solís Rada, esta resistencia se redoblará con Petrosur, en la medida en que el asunto de la energía «no va a poder ser manejado al antojo de Estados Unidos, sino que será negociado por los Estados latinoamericanos.»

En conjunto, Latinoamérica detenta el 15% de los recursos energéticos mundiales, lo que convertiría a Petrosur en un jugador relevante en la política global. «Se trata de un proyecto que tendrá muchas complicaciones, pero estoy convencido de que debemos avanzar en esta dirección», sostuvo Solís Rada.

Los primeros pasos se dieron el día después de la toma de posesión de Evo Morales. El día 23 de enero, PDVSA abrió una delegación en La Paz. El mismo día, Chávez y Morales firmaron un acuerdo de cooperación entre PDVSA y YPBF para el desarrollo de infraestructuras para el procesado y refinado de gas y petróleo.

La necesidad de una visión nacional

En una breve conversación mantenida justo antes de las elecciones nacionales, cuando las encuestas daban a Morales vencedor por un estrecho margen sobre su rival de la derecha, Solís Rada explicó que parte del problema radicaba en que «Evo no representa una visión exactamente nacional. Morales representa una visión indígena de los quechuas, de los aymaras, de los que por más de 500 años han visto negados sus derechos y que ahora los reclaman. Gran parte del país cree que Evo acabará siendo un representante de los sectores étnicos, pero que desde el punto de vista de Bolivia como globalidad no tiene un proyecto con visión nacional. Es por esto que tengo un gran respeto por Hugo Chávez, puesto que Chávez, viniendo de los sectores oprimidos y de las regiones marginadas, representa un proyecto nacional para Venezuela. En Venezuela no se habla de división o de fragmentación, sino que hay un proyecto de defensa frente a las empresas transnacionales.»

En ese momento Solís Rada temía que, aunque Morales consiguiera la presidencia, tendría que enfrentarse a un Senado controlado por la derecha y por los gobernadores regionales que a su vez eran tentáculos de fuerzas que no tenían ningún interés en colaborar con el gobierno nacional. Sin embargo, el amplio margen de la victoria de Morales -que no le dio la mayoría en el Senado y sólo le permitió tener tres de los nueve gobernadores- hizo que Solís Rada escribiera un artículo publicado en Bolpress el día 6 de enero en el que decía que «se ha producido el milagro. Evo ha obtenido el 54% de los votos, que le han dado la legitimidad necesaria para dar marcha atrás a las políticas neoliberales que han llevado a este país al borde de la desintegración.»

Solís Rada había dicho a Green Left Weekly que independientemente del margen con que el Movimiento al Socialismo (MAS) de Morales ganara las elecciones, «habrá una fuerte oposición por parte de sectores de la oligarquía de Santa Cruz». Aunque la holgada victoria ha permitido ejercer el derecho de defensa, sin duda seguirá habiendo procesos de desestabilización. En este contexto, Solís Rada decía que uno de los peligros que acechaban al MAS sería el de los «movimientos sociales radicales» creados por años de marginación y abandono por parte del Estado. «Me preocupan estos sectores. El MAS tratará de frenar a la oposición de derechas, pero podemos encontrarnos con el hecho de que aparezcan grupos radicalizados que exijan que en 100 días sean expulsadas las empresas transnacionales, o que pretendan que en un plazo de 30 días se produzca un aumento de los salarios. Por desgracia estos grupos no tienen la madurez necesaria para darse cuenta de que sus actitudes pueden favorecer a los grupos de la derecha. Tengo la esperanza de que los grupos radicalizados comprendan la gravedad de este riesgo. Tienen el derecho de presentar sus aspiraciones y su programa, pero haciéndolo de una manera gradual, para no desestabilizar al país, de modo que no contribuyan a un derrocamiento de un gobierno del MAS.»

«Existen muchos grupos, cada uno con sus ideas», contó Solís Rada, «pero sólo hay uno con dimensión nacional, el MAS. De modo que la solución pasa por que el MAS sea lo suficientemente grande, lo suficientemente amplio y lo suficientemente fuerte como para convertirse en algo parecido al movimiento bolivariano en Venezuela.»

Concluyó Solís Rada: «Si el MAS se convierte en un movimiento bolivariano, tendrá futuro en este país. En cambio, si este movimiento se divide, si se desmorona, regresaremos a los viejos gobiernos neoliberales y, probablemente, a otro proceso de destrucción del país.»