Abril ha separado a la familia boliviana, decía Marcelo Quiroga, y se preguntaba si alguna vez los bolivianos se han unido en torno de algo, y tajantemente respondía: jamás.
Y esta es la historia de nuestro país, llena de contradicciones, escaramuzas, masacres, bloqueos, luchas políticas, golpes de estado, que nos demuestran que la lucha y unidad de contrarios (axioma marxista), solo tiene que terminar con la derrota estratégica de uno de los bandos.
Seguimos leyendo análisis que afirman que la derecha está diezmada, sin bases ni programa, dispersa, disfuncional; esos analistas se olvidan que desde el 2019 la derecha acumula fuerza, desarrolla contra el Gobierno una política de hostigamiento que no cesa, lo intentó en octubre de 2021, en la denominada “ventana de oportunidad”, legaliza sus grupos paramilitares en plazas y calles, naturaliza su periodismo del odio, y nadie desmonta sus estructuras golpistas militares y policiales, por todo esto, la derecha no es un enemigo simple y maniqueo, y que, si queremos derrotarla con una sola estrategia, no la venceremos. Pero también debemos ser conscientes que la derrota en el golpe de estado del 2019, también se debieron a errores y limitaciones nuestras.
“SOY DEMOCRÁTICO, PERO A MI MANERA” Pinochet
Los golpes de Estado ya no tienen las mismas características de los años 60-80, pero el manual organizativo de la cadena de eventos que conducen al perfecto golpe de Estado en América Latina, que fue elaborado por un equipo de sociólogos y psicólogos sociales en EEUU, sigue siendo consultado por la derecha boliviana; una derecha que cuestiona la democracia como proceso de democratización política y económica, y aspira a imponer su visión neoliberal de democracia.
El manual plantea 14 lineamientos, que aquí lo vamos a relacionar a acciones que desarrolla la embajada yanqui y sus serviles derechistas:
1. El objetivo último del plan conspirativo es obtener la adhesión de un segmento de la alta oficialidad de los militares. Antes del golpe de 2019, ya había una estructura militar y policial golpista, esa misma estructura golpista hasta el momento no se ha sido desmontada.
2. La visión de la lucha sociopolítica que tiene la embajada, la visualiza como una guerra, y se desata a partir del uso de gremios patronales, sindicatos y grupos de militantes de capas medias, en contra de un gobierno legal. Aquí están Adepcoca, Cainco, resistencia juvenil kochala, unión juvenil cruceñista, Conade, Conainde, Unitas, Jubileo, colegio de médicos, gremialistas, juristas independientes, comités cívicos, etc.
3. El plan de desestabilización y golpe, se inicia con la formación por parte del Departamento de Estado de dos equipos o task forces (fuerzas especiales), responsables a su vez de dos trackso vías de acción y tareas. Estos equipos dependen de una dirección para la acción política en el país. En general, quien dirige las operaciones es el embajador, pero se conocen casos, tal como fue el de Chile en los años 70, en que la dirección fue ejercida directamente por el secretario de Estado Henry Kissinger, y coordinada localmente por un funcionario de menor rango de la embajada. Los componentes de la fuerza especial son Hugo Antonio Achá, Carlos Sánchez Berzaín, y los equipos de acción en Bolivia están comandados por Camacho y Reyes Villa.
4. El primero de esas fuerzas de tarea está encargado de estructurar los mecanismos y sucesos del ámbito político mediante promoción de líderes, estructuración de alianzas, iniciativas políticas locales e internacionales, etc.: cursos de liderazgo juvenil impartido por la embajada en El Alto y otras regiones, becas a EEUU, regalo de hospitales por la embajada yanqui, la derecha unida por la reforma de la justicia y contra el narcotráfico, denuncias de narco Estado o Estado autoritario ante organismos internacionales, etc.
5. El segundo equipo se encarga de la captación de los sectores golpistas civiles y militares, incluidos líderes o personas comprables, influenciables del sector popular (Iván Arias, Jhonny Llalli, Luis Larrea, Roxana Graz, Rómulo Calvo, etc.). Así mismo, se ocupa de los pagos a periodistas sicarios y el mantenimiento financiero de periódicos, radios y canales de TV, elaboración de información sesgada para sus acólitos, y otras tareas de guerra psicológica. (Carlos Valverde, Mario Espinoza, Amalia Pando, Magy Talavera, Andrés Gómez, John Arandia, Jimena Antelo, Raúl Peñaranda, Gonzalo Rivera, Carlos Arana, Casimira Lema, Virginio Lema, etc.) Estos actores tienen la tarea de generar paros, bloqueos, fake news, desinformación, de tal forma que produzcan el caos económico y social a lo largo de un proceso de uno a dos años.
6. La separación en dos equipos operativos se realiza para que cada grupo se encargue de minar o debilitar los aspectos que sostienen el Estado de Derecho que son la legitimidad institucional y el orden público. Hoy la derecha habla del gobierno no democrático, incremento de inseguridad ciudadana, de la desinstitucionalización de la policía, boicot a la elección del defensor del pueblo y el contralor, rechazo a la aprobación de leyes que investiguen fortunas ilícitas, etc.
7. El plan se inicia con el reclutamiento, por parte del primer equipo, de algunos políticos neoconservadores o fascistas, (Carlos Mesa, Jorge Quiroga, Juan del Granado, Antonio Rivera, Ramiro Orias, Gualberto Cusi, Jorge Valda, Audalia Zurita, Doria Medina, etc.) y de periodistas venales (todos esos mercenarios de la prensa descritos arriba), sectores de clases medias (Beto Astorga, Manuel Morales, Virginia Beramendi, Lucio Gonzáles, Andrea Barrientos, Luisa Nayar, etc.) y mujeres (Jhannise Vaca Daza, Sonia y Julieta Montaño, Gabriela Vaca Poehlmann, Sara Landau, María Galindo, Alejandra Serrate, etc.)
8. También hay un reclutamiento y alianza política con sectores conservadores de la Iglesia. Ahí están las altas cúpulas de las iglesias católica, evangélica, etc.
9. El plan se consolida a través de paros y huelgas sectoriales, rumores y actos de desestabilización (no gobierna Lucho Arce, se viene una devaluación, no hay harina para elaborar pan, paros contra la ley de investigación de fortunas ilícitas y la prórroga del censo, huelga contra el carnet de vacunación, etc.)
10. Paralelamente a estos hechos, se crea un desabastecimiento artificial. (no hay diésel, gasolina, maíz, harina, etc.)
11. Se entrega dinero a la prensa golpista para compensar la pérdida de lectores. (cuál el origen de la vida cómoda de los Virginio Lema, Carlos Valverde, Amalia Pando, Casimira Lema, Andrés Gómez, etc.)
12. El task force o grupo de trabajoencargado directamente de la parte golpista de la conspiración, empieza a reclutar militares, periodistas, políticos y dirigentes gremiales claves. (la derecha tiene su base social y no está sola como dicen analistas ingenuos)
13. Ese mismo grupo de tarea se ocupa de captar mujeres y familiares de militares y policías (Guadalupe Cárdenas, etc.) para asignarlas a operaciones de desmoralización de los militares y policías.
14. Después de una o dos huelgas patronales y/o de transporte, o cabildos, se realiza un ensayo general de fuerza, o globo de ensayo, de manera de saber cuáles son las inclinaciones de los mandos decisivos. En esta fase decisiva se neutraliza cualquier atisbo de institucionalidad dentro de los militares y policías.
Hay más nombres de la derecha que se han conjurado para aplastar al gobierno, y solo hemos querido mostrar que hay un plan sedicioso y conspirativo, plan que no se fija en el color del rostro del presidente; ahora es cuestión de que la derecha quiere volver al poder, porque consideran que es su derecho natural gobernar y dirigir el país. Desde el 2009 que vienen intentando recuperar el gobierno, lo hizo el 2019 y fracasó por su angurria y corrupción, el 2021 no pudo articular a todas las fuerzas de la derecha y ahora se orienta a provocar una derrota estratégica al campo popular.
QUE UNA REVOLUCIÓN PUEDE SOBREVIVIR SIN UNA MILITANCIA, ES PEDIR LO IMPOSIBLE EN POLÍTICA
En agosto del 2019, Evo Morales convoca a la casa grande a cerca de 400 funcionarios de la alta burocracia, el propósito de la reunión es pedirles que hagan gestión política, pero pasan las elecciones y llega el golpe, nunca vimos acciones políticas de esa burocracia aristocrática; ahora, muchos de esa casta política siguen en los mismos puestos, y la pregunta correcta es ¿qué pasaría si nos proponemos con esa casta ir a confrontarnos con la derecha, construir una sociedad de iguales y solidaria? La militancia urbana del MAS, como esa burocracia aristocrática, que trabaja en el aparato estatal, están ganados por el individualismo, y no podemos esperar mucho. Tenemos esta clase de funcionarios públicos porque ninguna instancia estatal, durante quinces años, tuvo la voluntad de transformarlos en sujetos solidarios, comprometidos y combativos.
Asistimos a una discusión estéril de quién tiene el derecho de hacer escuelas de formación, unos lo llaman de líderes y otros de fortalecimiento político, pero en ambos solo encontramos adoctrinamiento puro y duro. Esto de la militancia no es cualquier cosa. Para algunos, la militancia es a veces dura y sacrificada y afecta o puede afectar a las relaciones familiares, que incluso sea rechazado por los padres; en otras ocasiones, la militancia constituye un casi estado natural y es, a un tiempo, una enseñanza que se conforma como ejemplo a seguir; aquí puede ser rica la experiencia de los padres, un pasado que enriquece el presente y abona o puede abonar el futuro.
Afirmamos que la formación política que tenemos es adoctrinamiento, porque si el orden social, incluida la capacitación política, está mediado por las relaciones de poder que se explican a través de las prácticas; por tanto, los militantes son producto de esas prácticas, entonces desde la militancia ¿cómo y a partir de dónde se efectúan los cambios, las revoluciones?
Actualmente la formación política se caracteriza por prácticas de decir “SI” a todo, no cuestionar a los líderes, no cuestionar al gobierno, replicar o repetir lo que el capacitador dice. Foucault buscaba las grietas, las brechas, donde las cosas empiezan a dejar de ser lo que son, el momento en el que las personas dicen “NO”, y comprendió que hay prácticas diferentes de las discursivas y no discursivas, son las prácticas de subjetivación, donde cada uno asume los lenguajes y las formas de existencia, y las llamó “prácticas de libertad”. Entonces en esas formaciones políticas, de la vicepresidencia y del MAS, no se cuestiona, critica, debate, confronta, autocritica, y lo que están produciendo a partir de las prácticas de la dominación, son militantes pasivos.
Un ejemplo histórico de esas prácticas de libertad fueron esos cientos de warmis y chachas jóvenes gritando “ahora sí, guerra civil”, que, sin ninguna formación política, trotaban en la ceja, cabreados y emputados por la ofensa que había sido objeto su wiphala. Esto fue una realidad, porque sus formas de existencia les hicieron comprender que la sensibilidad es política, o sea, que el otro te importe porque entre el otro y tú hay algo en común. Aquí se cumple a rajatabla lo que exigían Foucault y Butler: primero son las prácticas y después el sujeto.
Construir militantes, a los que Brecht llama “imprescindibles” no es tarea per se, para que esos militantes realicen pequeñas y grandes acciones, reuniones, activismo social consistente, organización, riesgos y más riegos, intervenciones institucionales cuando es el caso, ayuda mutua, fraternidad, tenacidad, se requieren prácticas de libertad, o sea que los lenguajes y las formas de existencia de las capacitaciones políticas tienen que cambiar.
PARAPETO DEL PROCESO DE CAMBIO: ¿PATRIA O MUERTE?
Allende, presidente elegido en urnas y que deseaba construir socialismo por la vía pacífica, pagó con su vida este intento, pero tuvo al GAP, el grupo de amigos personales, como su parapeto que le acompañó hasta el final. ¿El compañero Lucho tiene su barricada? De forma natural tendría que ser su gabinete ministerial, ¿pero durante 15 años, alguna vez tuvimos un gabinete político?
Desde el 2019 la derecha no cesó de conspirar y desestabilizar, pero ahora vemos atónitos, como sucedió el 2019, que el gabinete, o bien no comprenden cómo acumula fuerza la derecha, o bien no entienden el ánimo general de la “militancia” del MAS, o bien no entienden la autonomía de la cúpula policial que mueve sus fichas en función de sus intereses, o bien no comprenden que el proceso de cambio necesita una reconducción, o bien no entienden cómo perdimos el 2019 y ganamos electoralmente el 2020, o bien no entienden nada.
Da la impresión de que el gobierno y su gabinete se aferran a una noción de superioridad racional, y creen que una buena gestión, o una gestión eficaz, va a parar o evitar, que no se venga una ola reaccionaria. La izquierda siempre se caracterizó de poseer una mayor sensibilidad a la injusticia, que provocaba el desarrollo de cierto sentimiento de superioridad moral; un sentimiento que convertía a la izquierda en superior a los neoliberales y conservadores. ¿Qué significa pasar de esa superioridad moral a uno que hable de presunta superioridad racional? Primero, no nos reivindicamos moralmente mejores, nos decimos que sabemos gobernar, en base a datos, y que nuestra gestión es más eficiente que la derecha. Segundo, el MAS o la izquierda, ya no puede movilizar a su militancia urbana, por los vínculos rotos entre ministros, directores, gerentes y jefes de unidad con sus bases; porque seguimos fracasando en las formaciones políticas: porque no somos capaces de comprender qué está pasando a nivel moral para que la derecha sí movilice a su militancia. Entonces si no abandonamos la presunta superioridad racional de la izquierda, no podremos encontrar los motivos que nos llevan hoy a tener una militancia urbana despolitizada y desmovilizada. Y esto sí que sería un acontecimiento trágico: perder y encima ser incapaces de comprender por qué hemos perdido.
Gramsci decía que el Estado tiene dos partes: en el núcleo del Estado están los ministerios y sus funcionarios, los policías y militares, los jueces, el parlamento, los gobiernos regionales, el banco central, y la bandera y, por otro lado, se encuentra “el Estado ampliado”, o sea, lo que está fuera de lo que entendemos por Estado, pero cumplen tareas ideológicas para que ese Estado alcance sus objetivos, ahí están la religión, las universidades, los clubes de fútbol, las escuelas y los medios de comunicación. De todos los componentes que tiene las dos partes del Estado, ¿podemos hacer algo con los ministros, funcionarios, diputados y senadores, gobiernos regionales, las escuelas y la bandera?
Una respuesta optimista es harto difícil de encontrar, porque el problema que confronta el proceso de cambio es que el Estado sigue alimentándose de colonialismo y liberalismo, sin responder cuál es su ideología, qué modelo económico nos permite transitar al vivir bien, qué diferencias hay entre la política laboral del neoliberalismo y del proceso de cambio, qué banderas de lucha levanta el proceso de cambio, el movimiento indígena es sujeto histórico o voto duro, qué tan neoliberal son las políticas económicas del gobierno, si el patria o muerte lo cumplirán los de arriba, etc. En el teatro de la política se paga un alto precio cuando “lo que parece” que estamos construyendo es idéntico a “lo que siempre hemos vivido”.
POLÍTICA, REVOLUCIÓN, MILITANCIA, VIVEN FELICES EN EL PARAÍSO DEL SUSTANTIVO
Hoy la política, la revolución, la militancia se han convertido en sustantivos, todos se reivindican como revolucionarios, políticos, militantes, o sea como nombres; esto porque política, revolución, militancia han dejado de ser adjetivos, o sea cualidades.
Para la mayoría de los militantes, la búsqueda de gratificaciones (un buen trabajo con un buen sueldo) ocupa un espacio desproporcionado; todos tenemos en mente ejemplos de militantes que serruchan el piso a los de arriba y con el cuchillo entre los dientes maltrata a los de abajo, otros militantes se ponen en escena para adular a los jefes que reciben esas genuflexiones como gestos de lealtad, y toda esa gente se nombran como revolucionarios. Todos estos problemas de reconocimiento, de gratificaciones o de poder per se, explican las limitaciones de compromiso, lucha, debate político que caracteriza al MAS, todo por los conflictos de ego y de personalidades.
Desde el 2006 han pasado, como dice el prejuicio, millones de militantes que querían tomar el poder, y es el poder el que los ha tomado, y hoy el producto que tenemos, es una izquierda institucionalizada, que cuando se anuncian conspiraciones como las que vemos venir, solo cientos de ellos reaccionan, pero afectados por el voluntarismo, el espontaneísmo y el tacticismo, como si se tratara de una tara congénita que no podemos superar. Y hasta hay gente que se contenta y valora con escuchar a algunos líderes del MAS que insultan al enemigo, pensando que se gana en potencia; lo que demuestran esos líderes es que, al intentar comerse al enemigo mediante insultos, es porque lo valoran, lo estiman, bastante al enemigo, como para querer nutrirse de su fuerza.
Guevara fue un gran voluntarista, todo lo hacía basado en el dominio de su deseo, en la entrega personal a la causa del beneficio colectivo; el espontaneísmo como método ha sido vencido por el ejército muchas veces; y, el tacticismo expresa la contrarrevolución, porque sólo ve un pequeño paso por delante y actúa según lo que va ocurriendo. Estas vías son inviables, y ahora que hay una conspiración avisada, el MAS espera o desea la unificación, repitiendo ese vicio dialéctico que pone en juego a términos contradictorios, cuando lo correcto es aplicar una lógica de la estrategia, donde los términos contradictorios no se resuelven en una unidad, sino en la derrota de uno de los bandos.
El proceso de cambio se enfrenta a un dilema: o agoniza el 2025 sin unidad, sin ideología, con una seudomilitancia, sin horizonte para construir el vivir bien; o, por el contrario, es derrotado por la conspiración y sedición derechista, ya sea por la vía del golpe de Estado, el revocatorio o la renuncia forzosa del compañero Lucho, todos estos caminos amparados en la aplicación rigurosa de los 14 lineamientos del manual del golpe de Estado. La realidad y la experiencia (la mejor escuela de formación política) nos grita que, si neutralizamos las acciones concretas que debemos tomar, aquí y ahora, sólo preparamos la ascensión y el advenimiento de lo peor. Esto lo hablaremos en el siguiente artículo.
Jhonny Peralta Espinoza. Exmilitante Fuerzas Armadas de Liberación Zárate Willka.
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