Si tienen interés en conocer más aristas (todas ellas terribles y trágicas menos la resistencia y rebeldía ciudadanas) de esta industria criminal y antiobrera, lean Peregrinos del amianto [PdA]. Si hasta el momento no están muy puestos o han olvidado el tema, tampoco se lo pierdan. En ninguno de los dos casos les decepcionará. Aviso […]
Si tienen interés en conocer más aristas (todas ellas terribles y trágicas menos la resistencia y rebeldía ciudadanas) de esta industria criminal y antiobrera, lean Peregrinos del amianto [PdA]. Si hasta el momento no están muy puestos o han olvidado el tema, tampoco se lo pierdan. En ninguno de los dos casos les decepcionará. Aviso para los potenciales lectores: les informará y, sobre todo, les conmoverá. Desde el cerebro y desde la corazón está escrito. Y sin contradicciones entre ambas perspectivas.
Sobre el autor: Rober Amado es un fotoperiodista nacido en Ferrol. Licenciado en Sociología, máster en Cooperación Internacional y Máster en Reporterismo. Fotógrafo y redactor multidisciplinar ha colaborado con diversos medios y sus fotos y textos han sido publicados, por ejemplo, en La voz de Galicia o en Periodismohumano.com PdA ha sido publicado tras completar exitosamente una campaña de crowdfunding. Con palabras del autor: «Mecenas, colaboradores y toda una comunidad de incondicionales dieron su apoyo a este proyecto para que ahora tú, lector, lo tengas en las manos. Gracias una vez más a cada uno de vosotros».
Reza en la contraportada que el libro es un trabajo periodístico que «narra la aparición de los primeros casos de afectados por el uso del amianto en los astilleros de Ferrol, en Galicia». Es eso y es más que eso. Desde la perspectiva de las víctimas, el relato de Rober Amado «va desgranando el papel que han jugado todos los implicados en uno de los mayores escándalos de salud laboral en España». Hay más por supuesto. En España y en otros muchos países del mundo, en el pasado y también en el presente; como el rayo maligno que no quieren que cese. «El trabajo llevado a cabo por la asociación Agavida, los juicios con las empresas contratantes, la implicación de la prensa o la labor de los sindicatos y personal sanitario, son algunos de los aspectos que permiten conocer mejor los efectos del asbesto, que cada año se cobra la vida de más de mil personas que estuvieron expuestas a este material». ¡Mil! Directa o indirectamente, vidas de trabajadores,. de familiares o de conocidos, y también de otros ciudadanos -relacionados incluso como lugar de juego. Jesús Mosterín por ejemplo, afectado, ha hablado ello en artículo periodístico- con esa industria prohibida en nuestro país desde la tardía fecha de 2002.
PdA se abre con una carta y un prólogo y se cierra con un epílogo y otra carta. Entre uno y otro dos partes. La primera lleva por título «2001-2004. De los primeros casos de Agavida». La segunda: «Diez años después».
El prólogo y sus palabras iniciales: «Es un dolor constante. Como el rozar de los huesos sin cartílago. Como rasgar la pizarra con las uñas. Eso, aumentado mil veces, hace que tiembles hasta expulsar el pelo, perforándote los tímpanos. Este iiiig profundo y fino que juega con tu cuello y tus brazos que te hace cosquillas en la punta de los dedos, hasta que va ganando en intensidad y se transforma en un tirón. ¡TAC! Pero después no hay paz. La intensidad sube y tu paciencia se agota. Las pupilas se dilatan. Buscan respuestas en el aire. Los ojos no se hicieron para poder amarrar. Y la rabia te consume».
La carta final se cierra con un recuerdo dedicado a una de las víctimas: «Gracias por dejarme compartir contigo los mejores años de mi vida, por darme tantas lecciones de vida. Aquí seguimos luchando por ti, papá y madrina no se rinden, pese el tiempo que pase, acabarán haciendo justicia por ti. La abuela te extraña tanto… Desde que te fuiste tiene la mirada perdida, le faltas tú. Antia sigue igual de terremoto, no hay quien la pare. Mamá es la que cuida de todos, que todo siga bien, en calma, como hacías tú. Y yo, abuelo, sigo aquí, echándole huevos a la vida como harías tú, luchando por un futuro mejor, aunque no nos lo están poniendo fácil. Gracias por tanto. Algún día nos encontraremos».
Y como causa desencadenante valga esta confluencia de los crímenes del fascismo español y de esta industria asesina:
«El 10 de marzo de 1972 una manifestación de trabajadores de Bazán acaba a tiros entre las casas del barrio de Recimil y la Iglesia del Pilar. A unos kms de allí, en el barrio de Carranza, en el Hospital Juan Canalejo de Ferrol, Enrique Segrelles, ayudante del neurocirujano jefe, el doctor Vázquez, mira por los pasillos. Empieza a haber mucho movimiento. Alguien le avisa de que un hombre está entrando en el recinto. Lo que ocurre después sucede en segundos. Se abren las puertas del quirófano, se ponen las vías de sangre para reanimarlo, bola, aparatos que van y vienen., agujas, bisturís, más vías. Aquel hombre había llegado vivo. Salió muerto por una embolia gaseosa. Era Amador Rey. Tenía 38 años. Casado y con cuatro hijos. El otro fallecido de la manifestación, Daniel Niebla, 38 años y casado, estaba justo delante de Pillado cuando le descerrajaron un tiro que lo tumbó en el acto. Pillado intentó levantarlo, pero no pudo. La sangre le brotaba como un chorro». Al finalizar aquel día: dos muertos y más de cien heridos. Con el paso de los días detuvieron a más gente.
Muchos de los trabajadores presentes en aquella manifestación fallecerían años más tarde. Por patologías derivadas de la exposición al amianto. Dos nombres: Manuel Amor Deus, José María Rioboo.
Uno de los heridos en aquella manifestación, José Antonio, Toñito, Lamas Tojeiro recibió un disparo que le hirió en el cuello. Fue un tiro limpio, pudo salir de aquello. Falleció antes de cumplir sesenta años. De un adenocarcinoma de pulmón. Le encontraron más de tres mil partículas de amianto por gramo de pulmón.
El libro lleva una dedicatoria: «A los que creyeron en esta historia, a los que están en ella, a los que ya no están». A todos ellos, a todas ellas, está dedicada también esta reseña.
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