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Reseña del libro de Héctor Rogelio Núñez Estrada, Reforma y crisis del sistema bancario, 1990-2000. Quiebra de Banca Serfin. Enfoque organizacional, México, Plaza y Valdés, 2005, 414 pp.

Crisis del sistema bancario mexicano: la quiebra de Banca Serfin

Fuentes: Rebelión

El libro Reforma y crisis del sistema bancario 1990-2000. Quiebra de Banca Serfin, editado por Plaza y Valdés, de Héctor Rogelio Núñez Estrada -economista por la UNAM y doctor en Estudios Organizacionales por la UAM- , contiene una profunda y documentada investigación sobre el tema de la crisis de la banca mexicana, que a decir […]

El libro Reforma y crisis del sistema bancario 1990-2000. Quiebra de Banca Serfin, editado por Plaza y Valdés, de Héctor Rogelio Núñez Estrada -economista por la UNAM y doctor en Estudios Organizacionales por la UAM- , contiene una profunda y documentada investigación sobre el tema de la crisis de la banca mexicana, que a decir del autor, fue propiciada y generada a partir de la privatización bancaria a principios de la década de los noventa. A diferencia de otros autores, quienes han interpretado la crisis de la banca como resultado del llamado «error de diciembre», Héctor Núñez muestra cómo algunos bancos, entre ellos Banca Serfin, el cual desde el primer año de administración privada se encontraba ya en quiebra técnica (con un alto porcentaje de cartera vencida), es decir, varios años antes de la crisis de 1994 y 1995. La crisis de la banca, y en particular de Banca Serfin, no fue producto de la devaluación, sino que, según Núñez Estrada, este suceso generó – por el aumento de las tasas de interés- la profundización de la problemática por la que atravesaban los bancos.

A fin de demostrar que Banca Serfin cayó en quiebra técnica antes de la crisis devaluatoria de diciembre de 1994, el autor establece dos periodos de análisis: el primero, va de 1992 a 1994, y el segundo, parte de 1995. Dividiendo en estos dos periodos, el autor muestra contundentemente, con documentos oficiales (entre ellos Informes anuales del Banco de México, Boletines estadísticos de la banca múltiple de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, Informe Mackey, entre otros), cómo desde principios de la década de los noventa, Banca Serfin comenzó a subir de manera impresionante su coeficiente de cartera vencida; además de demostrar cómo desde 1992, la cartera vencida superaba al capital contable, lo cual configuraba la quiebra técnica.

Así, el autor comprueba que la banca comenzó a quebrar en el momento en que los bancos fueron desnacionalizados. Pero, ¿qué sucedió, por qué varios bancos, entre ellos Banca Serfin, comenzaron a quebrar una vez que fueron privatizados? ¿Quién o qué llevó a la quiebra de este banco, y de la banca mexicana en general? ¿Quiénes tomaron las decisiones? ¿No se suponía que la privatización haría a los bancos más eficientes, y con ello podrían obtener un mayor beneficio para los banqueros y para la nación? Estos cuestionamientos -entre otros- son respondidos en el libro, mediante un excelente y detallado análisis, el cual es presentado en cuatro partes: 1) la teoría de la organización en la explicación de la quiebra bancaria; 2) la reforma del sistema bancario; 3) el debate sobre la crisis bancaria; y 4) la quiebra de Banca Serfin.

A fin de sustentar y dar una explicación teórica del porqué de la quiebra de la Banca Mexicana y, en concreto, de Banca Serfin, el autor inicia su obra retomando la teoría organizacional, a partir de ella, son tres los puntos centrales tratados por él. El primero, es en una revisión crítica a la concepción racional de la toma de decisiones para explicar cómo diferentes actores tomaron ciertas decisiones que posteriormente llevaron a la quiebra de la banca.

De esta teoría, retoma los planteamientos realizados por Herbert Simon (premio Nobel de Economía en 1978, por su investigación pionera en el proceso de adopción de decisiones en las organizaciones económicas), quien desde la práctica o a partir de estudios empíricos, lleva a cabo una profunda crítica al concepto económico de lo racional, entendido como la elección de la mejor alternativa posible. Para Simon, en el mundo real y en la vida cotidiana existe un hombre de racionalidad limitada. A diferencia del planteamiento que realizan algunos economistas, quienes atribuyen al hombre una racionalidad omnisciente, el premio Nobel de economía, considera que, aun cuando se registró una avance importante en la disponibilidad y manejo de información, es imposible que el individuo conozca todas sus alternativas o todas sus consecuencias. Esta imposibilidad, argumenta Simon, lleva al sujeto decisor a una visión fragmentaria de las condiciones del entorno y de las consecuencias futuras de decisión, lo que representa una desviación muy importante del comportamiento real del modelo de racionalidad objetiva (Simon:1988).

Fortaleciendo dicho planteamiento, el autor del libro, retoma el desarrollo de Douglass North (premio Nobel de Economía en 1993), quien de igual forma señala que en la toma de decisiones no se actúa conforme al señalamiento neoclásico de obtener información completa, sino que existen limitaciones. Para North, «es muy común que los actores obren conforme a información incompleta y que procesen la información que reciben mediante elementos racionales de los que pueden resultar vías persistentemente ineficientes» (D. North:2001).

En suma, comenta el autor, «hay una disociación entre los planteamientos teóricos con los resultados de estudios empíricos, lo cual conduce a la consideración de que los modelos son la ideología de cómo se quisiera que se tomaran las decisiones» (Núñez:2005:63). No obstante, la realidad es muy diferente a la planteada por el modelo racional en la toma de decisiones, ya que «encontramos que los supuestos en que se basa… son difíciles de alcanzar, pues considera que el sujeto posee información completa sobre el fenómeno en que se toman decisiones, incluyendo tanto los condicionantes externos como internos, que conoce sus preferencias y que no son alteradas en el futuro» (Núñez:2005:61). En el caso concreto de la crisis de Banca Serfin, mediante la cual se pusieron en riesgo a los depositantes y con esto la estabilidad del país, habría que plantear si la acción y la toma de decisiones fueron racionales.

En el segundo punto, a fin de aportar elementos que nos permitan explicar teóricamente el porqué quebró Banca Serfin, el autor desarrolla el planteamiento sobre el cambio institucional. La privatización de la banca mexicana, representó un profundo cambio, tanto de propiedad como legal. En este punto, se resalta que a pesar de que existan cambios en las instituciones, éstos no se desarrollan de manera inmediata, por el contrario, se pueden ir dando de manera incremental o episódicamente. Por ejemplo, el cambio implica transformación de reglas. Pero, de acuerdo con James March y Johan Olsen, ninguna regla específica se cumple automáticamente y existen múltiples conjeturas del porqué las reglas y procedimientos establecidos no se aplican (March y Olsen:1997). Por otra parte, es probable que las reglas sean elaboradas para privilegiar o justificar a determinados grupos.

En el caso concreto de la regulación y supervisión a partir de su reprivatización, señala el autor, requería un mayor nivel de control por parte de las autoridades del sistema bancario; sin embargo, como señala March y Olsen: «la ausencia general de reglas precisas que controlen el acceso hace probable que las reorganizaciones se conviertan en bote de basura, combinaciones sumamente enmarañadas de personas, de oportunidades de elección, de problemas y soluciones» (March y Olsen:1997).

Finalmente, el tercer punto retoma la parte teórica y gira en torno al análisis de la estructura organizacional y del proceso de toma de decisiones. Para sustentar quién y cómo se toman las decisiones en una organización, el autor retoma el planteamiento de Henry Mintzberg. De acuerdo con Mintzberg, existe una estructura organizacional formal conformada por un llamado ápice estratégico (director general y los principales directores, cuyas funciones son la supervisión directa, asignación de recursos y la autorización de las principales decisiones que se adoptan en los otros niveles de la organización; también desempeña lo relativo a la estrategia de la organización, lo que implica conocer el entorno); línea media (subdirectores y jefes departamentales, cuya función es la supervisón directa y la toma de decisiones); núcleo de operaciones (los ejecutivos); tecnoestructura (responsables de la elaboración de manuales operativos); y staff de apoyo. Esta estructura organizacional formal es representada en el organigrama, donde se muestra la división del trabajo: «ya que muestra las posiciones existentes, su agrupación y cómo fluye entre ellas la autoridad formal, las decisiones y la supervisón verticalmente desde los puestos directivos hasta los operativos» (Núñez:2005:92). Sin embargo, indica el autor, en la práctica el funcionamiento organizacional es más complejo que la estructura formal. Al respecto, Mintzberg, apunta que «…existen centros de poder carentes de reconocimiento oficial. Las vías reguladas se ven completamente y a veces burladas por fuertes redes de comunicación informal, y los procesos de decisión atraviesan la organización independientemente del sistema regulado» (Mintzberg:1999). El planteamiento y la perspectiva de Mintzberg, apunta Núñez Estrada, explican con mayor acercamiento lo sucedido en las instituciones bancarias al ser privatizadas.

A partir de estos planteamientos, que permiten al autor sustentar teóricamente la quiebra de la banca, inicia un análisis minucioso de cómo se fue estructurando la crisis de la banca en general y de Banca Serfin en particular. El autor ubica el origen y fuente de esta profunda crisis, en parte, en la reforma del sistema bancario. Una reforma enmarcada en un proceso de globalización financiera que pretendía la liberalización y desregulación del sistema financiero mexicano.

Para abordar con detalle el proceso de tal reforma y la consecuente quiebra de la banca, Núñez la divide en dos etapas con el fin de mostrar que la crisis bancaria se gesta y se constituye antes del llamado «error de diciembre» de 1994. La primera etapa, que va de 1990 a 1994, que consistió en una profunda transformación del sistema financiero, implicó la privatización de la banca, la apertura financiera al capital privado nacional y extranjero – todavía este último con limitaciones- , y la autonomía del Banco de México.

El inició de esta profunda reforma, se inauguró con la modificación del Artículo 28 de la Constitución, a partir de la cual se permitió la reprivatización de la banca, lo que implicaba la renuncia del Estado a la propiedad de los bancos. Los bancos, que habían sido de propiedad estatal desde la histórica nacionalización bancaria en 1982, serían puestos a la venta con el fin de que capital privado se hiciera cargo de ellos. Esta privatización respondió a la ideología dominante de adelgazamiento del Estado y a las presiones en las negociaciones del TLCAN para permitir la participación total del capital privado en la banca. No obstante, según los impulsores de ésta: «… al permitirse la participación de los particulares en la propiedad y manejo de la banca, se propicia un mayor flujo de recursos hacia la capitalización del sector» (Aspe:1994:9, citado por Núñez:2005:115).

Enmarcada en esta reprivatización bancaria, la asignación de los bancos constituyó uno de los factores fundamentales que contribuyeron a la crisis del sistema bancario, debido a que éstos fueron «vendidos» a personas de dudosa procedencia – algunos de ellos vinculados al narcotráfico- y sin experiencia crediticia y conocimiento técnico para la dirección de los bancos. En el fondo, demuestra Núñez, la asignación o «venta» de éstos, tendió a favorecer a grupos financieros.

La poca o nula experiencia de los nuevos propietarios imposibilitó una dirección adecuada del manejo bancario, además, incrementaron de manera desproporcionada la cartera de créditos con base en las supuestas expectativas de crecimiento futuro de la economía. Es decir, se realizaron -como el autor lo documenta en el caso de Banca Serfin- profundos y variados movimientos de prétamos crediticios a familiares y personas cercanas a los directivos bancarios, los cuales eran realizados sin ningún aval (o con avales dudosos), teniendo como expectativa un crecimiento económico inmediato. Pero esto no sólo no ocurrió así, sino que además, dado que diversos préstamos fueron entregados sin aval, fue imposible recuperar los créditos otorgados, lo cual obligó más tarde el rescate bancario por parte del Estado, que sería y será, desde entonces, una deuda adicional para el pueblo mexicano del presente y del futuro.

¿Pero, quién permitió estas prácticas? Una vez que fueron privatizados los bancos, ilustra el autor, se aprobó la nueva Ley de Instituciones de Crédito. De acuerdo con esta ley, los bancos deberían crear una serie de procedimientos y técnicas de evaluación que les permitiera recuperar los créditos otorgados; además, el Estado ejercería la rectoría del sistema bancario por medio de regulaciones y controles. No obstante, ninguna autoridad intervino para detener la creciente expansión del crédito y la cartera vencida que se fue generando poco a poco a partir de la privatización de los bancos.

La segunda etapa de análisis de la reforma del sistema bancario, que inició en 1995, tuvo como característica el resolver los problemas generados por la crisis de la banca, que fue intensificada después del «error de diciembre». Pero además, a partir de la crisis y como una «respuesta» a la quiebra técnica del sistema bancario, se modificó la reglamentación permitiendo una creciente aportación de capital extranjero en la banca mexicana. La esencia de esta reforma, como argumenta el autor: «…fue autorizar el aumento del capital extranjero en el capital social de las instituciones financieras ya existentes en México, de 30% que estaba vigente hasta 49% a través de la serie B» (Núñez:2005:139). Esto posibilita afirmar que la respuesta gubernamental ante la crisis, propiciada por la privatización de la banca y acentuada por la devaluación, fue una mayor apertura al capital extranjero. Nunca se intentó realizar una reforma que buscara ir al origen de la crisis y que, además, incluyera el pago por parte de los responsables de la crisis de la banca a la nación mexicana.

Cabe indicar que esta última reforma al sistema financiero mexicano estuvo enmarcada en las reformas financieras diseñadas por los organismos internacionales, los cuales pretendían atenuar los efectos de las crisis financieras a nivel mundial. Los puntos centrales de esta nueva reforma, conocida como la «nueva arquitectura financiera», se centraban, como lo expresó el director del Fondo Monetario Internacional, en: «…transparencia, sistemas financieros sólidos, incorporación del sector privado, liberalización ordenada y aceptación internacional de los estándares y códigos de buenas prácticas» (M. Camdessus:1998; citado por Núñez:2005:150). A grandes rasgos, se pretendía continuar e intensificar la misma política de privatización y liberalización, pero ahora con una mayor «vigilancia» por parte de estos organismos.

En suma, el libro Reforma y crisis del sistema bancario, 1990-2000 aporta elementos de gran importancia para el entendimiento y análisis de la crisis por la que atravesó la banca mexicana. Cabe decir que, a partir de fuentes oficiales, realiza un análisis que permite comprender la gestación y desarrollo de la quiebra de Banca Serfin, y no está de más señalar que el «saneamiento» de este banco «ha sido el más oneroso en la historia de los ‘rescates’ bancarios a nivel mundial» (Carlos Fernández-Vega, La Jornada, 6 de mayo de 2005).

La autora es economista por la UNAM, Maestra en Desarrollo Rural por la UAM-X, profesora de la Facultad de Economía y del Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH-O), UNAM. Autora del libro Por la tierra en Chiapas… el corazón no se vence. Historia de la lucha de una comunidad maya-tojolabal para recuperar su nantik lu’um, su Madre Tierra, México, Plaza y Valdés, 2004.