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Cristina advierte: El avance de la desigualdad pone en crisis la democracia argentina

Fuentes: Rebelión / CLAE

Cristina Fernández de Kirchner recibió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional del Chaco Austral (Uncaus)

La expresidenta y actual titular del Senado argentino, Cristina Fernández de Kirchner, advirtió que «el avance de la desigualdad está poniendo en crisis la democracia», insistió en regular el poder del capital financiero internacional, y remarcó que «el poder económico concentrado también es mediático» y busca «manejar el sentido común».

Cristina Fernández de Kirchner recibió el Doctorado Honoris Causa de la Universidad Nacional del Chaco Austral (Uncaus), donde volvió a hablar en público luego de su última aparición en la reunión de parlamentarios latinoamericano y europeos (EuroLat) con su alocución sobre «Estado, Poder y Sociedad: la insatisfacción democrática»

«Esta suerte de concentración de la riqueza, la pandemia, el neoliberalismo, el endeudamiento, provoca hoy en nuestro país pero también en el mundo lo que se denomina ’la insatisfacción democrática’, la falta de respuesta por parte de los Estados Nacionales a las distintas demandas de las sociedades» dijo.

Subrayó la paradoja de que existan cada vez «más trabajadores en relación de dependencia pobres, algo que nunca había pasado. “La pobreza siempre la ubicábamos por afuera del trabajo formal. ¿Por qué es esto?”, se preguntó, tras advertir que «el avance de la desigualdad está poniendo en crisis la democracia»

Alertó que «el avance de la desigualdad y la carencia de instrumentos por parte de los Estados Nacionales para dar cuenta de las nuevas realidades y de los nuevos actores sociales -económicos, mediáticos, tecnológicos- están poniendo en crisis la democracia».

«Hay un salto tecnológico sin precedentes y también el surgimiento de nuevos poderes por arriba de los Estados Nacionales, con conectividades y con intereses, desde monopolios, oligopolios y fondos de inversión que con apretar el ’enter’ cambian de un país a otro y producen una devaluación y millones pasan a la miseria», señaló.

Cristina se volvió a ubicar así al igual que hace tres semanas atrás, cuando había afirmado que «la gran discusión que se va a dar es si este proceso capitalista que se da en todo el mundo lo conducen las leyes del mercado o las leyes de los Estados», dejando en claro que para ella hoy esos mismos Estados «carecen de herramientas para hacer frente a esta realidad».

Desde los sectores de la izquierda se le critica que lejos del imaginario que presenta al Estado como un árbitro y regulador del bienestar social, la función social del Estado parece ser hoy la de garantizar la rentabilidad de la clase capitalista y sostener los pilares que han hecho crecer la desigualdad en los últimos años

Lawfare

La vicepresidenta consideró que “nunca se vio algo igual” en referencia a una Corte Suprema de Justicia que declara “inconstitucional” una ley después de 16 años de vigencia; esto en relación al fallo que derogó la conformación del Consejo de la Magistratura, y afirmó que “al poder le conviene” un máximo tribunal con pocos integrantes para “apretarlos con las tapas de los diarios».

En referencia al Poder Judicial, la vicepresidenta denunció que “cuando un gobernante quiere hacer cumplir una ley aparece una cautelar para impedirlo” y Cristina resaltó que todavía no se puede cumplir el decreto que establece que internet debe ser un servicio público esencial porque «duerme en la Corte». Asimismo, pidió que ni el poder judicial, ni el legislativo ni el Ejecutivo, se hagan las víctimas, «porque las únicas víctimas son los que no llegan a fin de mes».

Sin tildarlos de traidores, señaló que «dos miembros de la Corte fueron convencionales constituyentes del ’94, cuando todos éramos militantes del Partido Justicialista, ellos también», recordó, y señaló que “la meritocracia es una distorsión del concepto de mérito”.

Luis Bruschtein, editor de Página12 señala que la preocupación por la “insatisfacción democrática” surgió cuando las nuevas ultraderechas neoliberales, con posiciones insolidarias, prodictadura, antiobreras, antiderechos humanos, antifeministas y antiampliación de derechos en general, capitalizaron ese descontento y crecieron como fuerza electoral y parlamentaria. Es un discurso de odio y antipolítico que desemboca inexorablemente en sociedades ultraviolentas e inseguras, añadió. 

En el Chaco, Cristina Kirchner fue clara cuando se refirió a que los medios de la corporación mediática presentan el debate en el oficialista Frente de Todos como “pelea”, o “discusión” y más aún, hablan de “pelea por la caja” o “disputa de poder”. Incluso algunos se refirieron al “enojo” de la vicepresidenta. “Nunca actué por mis hormonas –dijo– siempre lo hice por mis neuronas”.

«Cuando uno tiene ideas acerca de la justicia social y de la distribución del ingreso, y le dicen ’zurdo’ o ’comunista’… por favor encuentren una mejor argumentación porque eso se terminó», dijo, tras destacar que «en la pandemia el discurso neoliberal, que dice que el estado molesta y no sirve, quedó demostado en toda su ineficiencia»

Cristina volvió a retomar la definición sobre «el poder» y destacó: «¿Qué poder? El poder económico, concentrado y mediático. Hoy no hay poder en ninguna parte del mundo que no esté definitivamente asociado a lo mediático para crear sentido común y hacerle creer a la gente cosas que no son. Y en la Argentina ese poder mediático está más concentrado que en ninguna otra parte del planeta».

Dijo que “el principal problema que tiene Argentina es la economía bimonetaria” que ha transformado al dólar como moneda de ahorro, un problema que exige acuerdo y gestión». y consideró que esta cuestión debe resolverse “con un gran acuerdo político”. Luego cuestionó las teorías neoliberales acerca de la inflación, que sostienen que es provocada por la emisión y el aumento de los salarios.

Planteó que «La escasez de dólares es la verdadera causa de la disparada de los precios» y cuestionó lo que pasa con la administración monetaria y cambiaria. “Tuvimos superávit que no tuve yo jamás (durante mi gobierno), y sin embargo tenemos problemas de reservas en el Banco Central», remarcó.

Reivindicó además el rol del Estado para el desarrollo del «país profundo (…) Es muy difícil valorar desde los grandes centros urbanos (lo que ocurre) en otros lugares, donde si no llega el Estado con su decisión, no hay oportunidades».

Intentando despegarse del rumbo de ajuste del gobierno encabezado por Alberto Fernández y del acuerdo pactado con el Fondo Monetario Internacional (FMI), En las últimas semanas, las declaraciones de referentes del kirchnerismo recrudecieron contra el ministro de Economía Martín Guzmán en particular, aunque también fueron blanco de sus críticas el ministro de Producción Matías Kulfas

«En 2019 le dije a Alberto (el ahora presidente) que iba a venir una puja distributiva. Todas las alimenticias perdieron con el macrismo. Y esta gente había desmontado nuestra Secretaría de Comercio Interior. Le recomendé un joven economista que fuera a ver al ministro (Matías Kulfas) para que le explicara cuál era su proyecto de la Secretaría de Comercio. Y cuando fue a verlo el ministro le dijo ‘no, nosotros no vamos a hacer lo que hicieron ustedes, esto va a ser diálogo, consenso, ustedes tenían un criterio muy intervencionista’», contó.

En el Gobierno «no hay pelea sino debate de ideas», aseguró la expresidenta al referirse a las especulaciones periodísticas sobre las tensiones con el presidente Alberto Fernández. Recordó además que haber elegido a Alberto Fernández para encabezar la fórmula del Frente de Todos en las elecciones del 2019 fue “un acto inteligenRubén Armendárizte” y aseguró que “nunca tomo decisiones desde las hormonas sino desde las neuronas».

La vicepresidenta reapareció en público mientras distintos referentes del kirchnerismo intensifican sus críticas hacia la gestión del ministro Guzmán, y pocos días después de que ella misma felicitara al secretario general de la Asociación Bancaria y diputado nacional, Sergio Omar Palazzo, por haber logrado un aumento del 60 por ciento en las negociaciones del sector, en un gesto que fue interpretado como una invitación al resto de los dirigentes gremiales. 

Las críticas públicas y los pases de factura que Cristina llama «debate», cumplen el rol de desmarcarse y diferenciarse del rumbo económico que ha tomado el Gobierno, que hace prolijamente los deberes para congraciarse con FMI. Por eso Cristina volvió a marcar que el principal problema «es la economía», que el dinero no alcanza  para satisfacer las necesidades básicas y señalar el fenómeno de los trabajadores registrados debajo de la línea de pobreza.

Asimismo, Cristina cuestionó a la oposición por impulsar el proyecto de una boleta única de papel en las elecciones generales, a las que comparó con «una ristra de ajos o de chorizos», y consideró que la sociedad tiene problemas más importantes, entre ellos que «no tiene laburo (trabajo) y no le alcanza la guita (el dinero)».

Más adelante, tras recordar sus ocho años a cargo de la presidencia, aclaró que cuando habla «no es un ejercicio diletante o académico». «Tengo muchísimos defectos, pero nunca decido las cosas a través de mis hormonas sino de mis neuronas», y puso como ejemplo la elección de Alberto Fernández como cabeza de la fórmula que ganó las elecciones en 2019. «Toda mi vida voy a vivir en on», agregó.

Para algunos analistas, Cristina apunta a contener a los desencantados con el gobierno bajo la idea de que es posible pelear «desde adentro» por una orientación distinta, y que tiene de fondo la especulación de las elecciones que vendrán.

 «Tenemos la obligación de debatir y discutir cómo hacemos para devolverle a la gente la esperanza y los anhelos. Porque esa es mi mayor preocupación y sensación de amargura. La verdad es que creo no le estamos haciendo honor a tanta confianza, amor y esperanza que nos depositaron”: ese fue el remate de su discurso.

En una conferencia de prensa realizada días antes, el rector de la Uncaus, Germán Oestmann, y el vicerrector, Manuel García Solá, dijeron que el Consejo Superior de la universidad resolvió por unanimidad condecorar a la expresidenta con su máxima distinción académica, el Doctorado Honoris Causa, por «su trascendente aporte a la consolidación del sistema democrático argentino durante su mandato».

Rubén Armendáriz. Periodista y politólogo, asociado al Centro Latinoamericano de Análisis Estratégico (CLAE)

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.