Cuba ganó este jueves en Londres la batalla legal que enfrentaba desde hace seis años a dos sellos musicales, que se disputaban la propiedad de viejos ritmos cubanos que dieron la vuelta al mundo gracias al éxito del álbum «Buena Vista Social Club». El Alto Tribunal de Londres, donde se dirimió el duelo por los […]
Cuba ganó este jueves en Londres la batalla legal que enfrentaba desde hace seis años a dos sellos musicales, que se disputaban la propiedad de viejos ritmos cubanos que dieron la vuelta al mundo gracias al éxito del álbum «Buena Vista Social Club».
El Alto Tribunal de Londres, donde se dirimió el duelo por los derechos de esta música, falló en contra del reclamo de la compañía estadounidense Peer International Corporation, que quería que la corte la declarara propietaria de 13 canciones, entre ellas varias del disco «Buena Vista Social Club».
La empresa estadounidense reclamaba que era propietaria desde los años 1930 de esos temas interpretadas por leyendas como Compay Segundo, Ibrahim Ferrer y Rubén González -ya fallecidos-, Omara Portuondo, Eliades Ochoa y otros veteranos de la época de oro de la música popular cubana.
Peer se enfrentaba con la empresa Editora Musical de Cuba (EMC), que afirmaba que los compositores nunca recibieron un centavo por esas canciones, bailadas por varias generaciones de latinoamericanos y ahora bailadas en el mundo entero tras el éxito del «Buena Vista Social Club».
El juez encargado del caso, Sir John Edmund Frederic Lindsay, decidió el jueves que no había evidencia de que los compositores cubanos hubiesen sido timados, por lo que no podía concederle a Peer la declaración que pedía.
El juez afirmó que EMC, a la que calificó de «una emanación del Estado cubano», no tenía evidencias que respaldaron sus afirmaciones de que todos los contratos originales suscritos por Peer con los compositores no eran válidos porque fueron «ofertas inescrupulosas» que no están reconocidas por la ley.
Peers aseguraba por su parte que pagó derechos a los compositores hasta cuando comenzó la Revolución cubana, en 1959. Después de eso, el bloqueo impuesto por Estados Unidos impidió hacer pagos a Cuba, aseguró en la corte Peer.
El sello cubano reclamaba para los herederos de los artistas derechos por canciones no pagadas.
Pero mucha de la crítica vertida por el sello cubano era «exagerada o sin base alguna», determinó el juez.
El juez destacó el jueves que «había otros sellos en Cuba en ese entonces, y los compositores bien habrían podido llevar su trabajo a esas otras compañías, en vez de firmar con Peer».
La larga disputa se trasladó en septiembre del año pasado a La Habana, por decisión del juez Lindsay, que afirmó que para dirimir el conflicto entre ambos sellos necesitaba escuchar los testimonios de primera mano, en la capital cubana.