Bolivia, en 1971, vivió un momento de insurrección: sus contradicciones sociales estallaron como la masa de un enfurecido volcán. En ese marco, los periodistas se pusieron a la “altura” de los acontecimientos. Relacionados con el movimiento obrero y popular, su conciencia alcanzó un elevado nivel. Y un hombre que condensó esa realidad fue Daniel Rodríguez, actor y cronista de la rebelión.
Su aporte fue invisibilizado por la historia oficial del periodismo boliviano. Empero, sus compañeros de lucha siempre lo recuerdan con respeto y admiración.
Por ejemplo, Mario Rueda y Luis Gonzales, en “Cuando los periodistas andaban con sobaquera y revólver”, lo destacaron en la galería de “los que volvieron”, luego de ser exilado por el régimen de Hugo Banzer: “Se hizo de un nombre en el periodismo limeño. La muerte truncó su carrera al momento de regresar al país”.
“CALITO”
“Yo guardo un recuerdo muy especial por ‘Calito’ (Daniel Rodríguez)”, afirmó el periodista Andrés Soliz en una entrevista colectiva, tras recordar que fue con él que hicieron, dos veces por semana, en 1971, editoriales “sobre el gobierno de Juan José Torres” en la Televisión Boliviana.
Juan Carlos Salazar, a su turno, destacó el “prestigio” que logró y su activa participación en la “Cooperativización de El Diario” que, bajo la dirección de Pablo Arrieta, fue tomado y administrado por los trabajadores de la prensa y puesto “al servicio del pueblo” (7 de octubre de 1970 – 21 de agosto de 1971).
Así, Rodríguez, en 1971, publicó decenas de polémicas crónicas, que cuestionaban los habituales contenidos de la “prensa comercial”.
¿OBJETIVIDAD?
Después de participar en el “XI Curso Internacional de Ciespal (Centro Internacional de Estudios Superiores de Comunicación para América Latina)”, en Quito, Ecuador, Rodríguez, el20 de octubre de 1970, retornó a su cargo de jefe de Informaciones en El Diario.
En el Curso se relacionó con intelectuales de la talla de Gonzalo Córdova, el francés Joffré Dumazedler, el brasileño Décio Pignatari, el soviético Spartak Bégiov, el estadounidense David Whait, el colombiano Antonio García, el italiano Carlos Majello, el ecuatoriano Ramiro Samaniego, entre otros.
A un día de su regreso publicó el artículo “Viva El Diario del pueblo”, donde afirmó que “el objetivo de los trabajadores de El Diario es realizar un periodismo comprometido (…) No se puede ser ‘objetivo’, ‘independiente’ o ‘imparcial’ ante la tragedia nacional y de Latinoamérica”.
DINAMITA
En enero de 1971, ya era Presidente interino de la Asociación de Periodistas de La Paz (APLP). Junto con sus colegas Horacio Corro y Manuel Benítez, lanzó un “comunicado” contra el motín armado de Banzer del 11 de enero: “La APLP repudia las actitudes de un grupículo de fascistas al servicio de intereses explotadores contra nuestro país, y declara estado de alerta en sus filas”.
El día 14, en “El ejemplo minero”, demostró su talante de cronista: “Esos aguerridos hombres del socavón ingresaron armados de dinamitas y de viejos máuseres a esta ciudad (…) Luego de la manifestación, en la fría y lluviosa noche paceña, los trabajadores de las minas prefirieron cumplir dignamente con su misión revolucionaria: permanecieron fumando, mascando coca y bebiendo aguardiente mientras vigilaban las calles de la ciudad. Un grupo de ellos visitó El Diario para entregar a sus trabajadores una buena dote de dinamita y sus detonantes, “para defender El Diario del pueblo”.
Rodríguez, en sus publicaciones –“La SIP y la prensa”, “No se concibe una prensa imparcial en las colonias”, “Prensa revolucionaria”, “Cuatro puntos clave”, “Sicosis de subversión”, “Periódico ideológico” y la “SIP y la censura en EE.UU.”, difundidos entre febrero y junio del 71–, reveló que la Sociedad Interamericana de la Prensa (SIP) era una “entidad de empresarios” que defendía “los privilegios del imperialismo y sus cipayos, contra el pueblo con sed de justicia, hambre y sin voz por la censura de prensa”; defendió la Tesis de la Prensa aprobada en Cochabamba, el 21 de abril de 1970, donde los periodistas “anti-coloniales” definieron “luchar contra el capital explotador”; caracterizó anticipadamente al MNR como “golpista”, y denunció los aprestos “subversivos” de la “oligarquía”.
PROPIETARIOS
Entre el 5 y 7 de marzo, participó como delegado fraterno en el II Congreso Nacional Extraordinario de la Federación de Trabajadores de la Prensa de Bolivia (FTPB), donde los periodistas decidieron luchar contra el sistema capitalista.
Con una mirada académica, en “El Diario y el proceso”, en junio, demostró que “los propietarios de diarios –muchos de ellos sin formación profesional– convirtieron sus periódicos en industrias, en comercio, y que se servían del poder de los medios de comunicación para cubrir sus intereses particulares presionando a los gobiernos de turno”.
Estos propietarios deciden sobre lo que debe informarse, agregó Rodríguez, para luego explicar que “el periodista no podía escribir lo que realmente había descubierto”: “La masacre de San Juan (1967), por ejemplo, había sido presentada a la opinión nacional como ‘Enconados combates entre el Ejército y los mineros’. Ese pueblo no tenía el derecho a la información”.
GOLPISTAS
En la publicación “El pueblo no duerme”, Rodríguez cuestionó al sector fascista del Ejército y destacó a su fracción progresista, “una minoría decidida a que su institución no se convierta en instrumento masacrador, ni en sirviente de fuerzas foráneas”.
Denunció que la “derecha” hacía circular falsas hojas “mimeografiadas” en los cuarteles”. Con el fin de exacerbar a los militares, en esas copias, se presentaban resoluciones a ser “aprobadas” en la Asamblea del Pueblo. “El ‘proyecto’ clausura definitivamente todos los organismos castrenses, y distribuye el presupuesto militar a otros rubros de la economía nacional. Asimismo, habla de los castigos a los que estarán sujetos los militares”.
Un día antes del golpe de Estado de Banzer, Rodríguez, junto con la dirigencia de la APLP, FTPB y el Sindicato de Trabajadores de la Prensa de La Paz, convocó a “todos los trabajadores de los medios de comunicación a participar en la marcha de los trabajadores contra el fascismo y el imperialismo norteamericano”.
Después del 21 de agosto, Rodríguez y decenas de periodistas fueron desterrados del país. Así empezó en Bolivia el mortífero “Plan Cóndor”.
Miguel Pinto Parabá es periodista