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David Harvey, El nuevo imperialismo (Akal, 2004)

Fuentes: Ladinamo

El geógrafo marxista David Harvey, toda una autoridad en el estudio de la ciudad capitalista, amplía en este libro la escala de su objeto de análisis para repasar con rigor y claridad las dinámicas geopolíticas recientes que han desembocado en una nueva forma de imperialismo. El mundo capitalista se enfrenta, según Harvey, a una prolongada […]

El geógrafo marxista David Harvey, toda una autoridad en el estudio de la ciudad capitalista, amplía en este libro la escala de su objeto de análisis para repasar con rigor y claridad las dinámicas geopolíticas recientes que han desembocado en una nueva forma de imperialismo. El mundo capitalista se enfrenta, según Harvey, a una prolongada crisis de sobreacumulación que ha impulsado una nueva remesa de medidas heterogéneas destinadas a conseguir destinos rentables para las inversiones de capital. Entre estas medidas destaca la reciente oleada de lo que Harvey ha llamado «acumulación por desposesión», una nueva ronda de expropiaciones y privatizaciones de lo que eran bienes comunes (desde los servicios públicos hasta el agua, pasando por el conocimiento o por el material biológico y genético).

Una de las tesis más arriesgadas y también más interesantes del libro es la que sostiene que EE UU actúa hoy día desde una situación de creciente debilidad económica y política. Harvey no escatima los datos que apoyan la idea de una pérdida de hegemonía de la gran potencia imperial: la desindustrialización del país y la consiguiente dependencia de su economía de flujos monetarios exteriores inestables, el auge de economías regionales fuertes y cada vez más autónomas, la amenaza de que el euro sustituya al dólar como moneda de reserva, el peligro que supondría un Asia fuerte y díscola con China a la cabeza y, por encima de todo, un endeudamiento generalizado absolutamente fuera de control con la posibilidad asociada de un deterioro inminente del consumismo, principal sostén de la economía norteamericana. Esta pérdida de poder explicaría el recurso decidido al belicismo por parte de EE UU, obligado a controlar Oriente Próximo y su petróleo si quiere atajar la posible competencia de otras economías.