Hay una crítica constante al futuro nuevo gobierno de AMLO por parte de los sectores derrotados el primero de julio. Hay críticas fundadas en la razón y sustentada en proyectos distintos de país. Pero quiero referirme a esas expresiones desproporcionadas, sin pies ni cabeza, cuya base es el prejuicio y el odio, que inundan las […]
Hay una crítica constante al futuro nuevo gobierno de AMLO por parte de los sectores derrotados el primero de julio. Hay críticas fundadas en la razón y sustentada en proyectos distintos de país. Pero quiero referirme a esas expresiones desproporcionadas, sin pies ni cabeza, cuya base es el prejuicio y el odio, que inundan las redes sociales y tienen presencia en algunos medios. «Críticas» que con tonos burlones, con lógicas extrañas y con enunciados catastróficos, acaban haciendo el ridículo.
Un día defienden un aeropuerto y al otro la selva, otro día expresan los miedos de los mercados, al siguiente defienden las comisiones bancarias, otro se preocupan por la «dictadura lopezobradorista», critican el «totalitarismo» de las consultas, sufren por el futuro de democracia mexicana y por último se reconocen por primera como antimilitaristas e indigenistas. Sus hipótesis sobre el nuevo gobierno varían al extremo. A veces profetizan que nada cambiará y luego señalan la inminencia de una dictadura chavista socialista. La cuarta trasformación tiene a bien colgarse la transformación de un sector siempre conforme, optimista y apolítico, en furibundos críticos de la realidad nacional.
Con una supuesta superioridad intelectual y moral, catalogan de «chairo» a cualquiera que escape de su molde. «Chairo», «chairo», «chairo», es su palabra favorita y tal vez su único aporte reflexivo. Utilizan esta palabra como insulto para referirse a todo aquel que no es un derechista, egoísta y neoliberal.
Producto de décadas de propaganda neoliberal, de campañas sucias y fracaso educativo esta crítica descansa en enunciados cortos, improperios y la desinformación. Pero da cuenta de algo importante, una orfandad de liderazgo, ideología y proyecto por parte de la derecha. Reaccionan sin propuesta, su defensa al status quo es velada, de ahí que su centro identitario y programático sea su oposición a AMLO.
Sin líder, sin militancia, ni organización, estos críticos ridículos de derecha tienen en las redes sociales su espacio privilegiado, a la espera de un líder que los encabece. Son junto a las expresiones racistas contra los migrantes y los ataques al feminismo, referentes de desorientaciones y orfandad ideológica que pueden desembocar en una derecha radical de tipo fascista. De ahí que haya que prestarles atención.
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