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Retrato de María Estela Martínez de Perón, ex presidenta

De soñadora bailarina a mandataria autoritaria

Fuentes: El Mundo

 María Estela Martínez de Perón tuvo el mérito de ser la primera mujer que ocupó la Presidencia de un país en América Latina. Pero ahí acabaron sus méritos. En ese continente hubo posteriormente otras presidentas, pero en Argentina todavía no. Sin embargo, las mujeres argentinas siguen sintiendo el mismo vacío que antes. No cubrió ninguna […]

 
María Estela Martínez de Perón tuvo el mérito de ser la primera mujer que ocupó la Presidencia de un país en América Latina. Pero ahí acabaron sus méritos. En ese continente hubo posteriormente otras presidentas, pero en Argentina todavía no. Sin embargo, las mujeres argentinas siguen sintiendo el mismo vacío que antes. No cubrió ninguna de las expectativas que pudieron tener en su momento al menos las féminas de su propio partido, el Justicialista (peronista). Muy lejos estuvo su patético intento de emular a otra esposa de Perón, a Evita, alguien a quien incluso sus adversarios reconocían como una indiscutible líder de masas, la líder de los descamisados. Es raro que alguna mujer en Argentina, de cualquier signo ideológico, reivindique algo del efímero mandato de Isabelita.

De joven, María Estela Martínez, nacida el 4 de febrero de 1931 en la provincia de La Rioja (noroeste de Argentina), como Menem, en un hogar de clase media, soñaba y soñaba con ser bailarina y esos sueños la llevaron a estudiar en el conservatorio de Artes del Teatro Cervantes de Buenos Aires. Fue en 1955, en viaje a Panamá, formando parte de una compañía de teatro, cuando ya utilizaba el seudónimo artístico de Isabel, que conoció al general Juan Domingo Perón. Este acababa de ser derrocado por un violento golpe militar que contó con el apoyo de la Iglesia católica y las fuerzas conservadoras.

El exilio

La relación con Perón le llevó a Isabelita junto a él a Venezuela y República Dominicana y luego a Madrid, donde se casaron en 1961, convirtiéndose así en su tercera esposa. Durante el exilio dorado de Perón en su finca Puerta de Hierro de Madrid, ella se transformó en la gran promotora de la lucha por su vuelta, participando en las batallas entre las distintas familias internas del peronismo que cada vez se enfrentaban más violentamente, y formó parte de la comitiva que en junio de 1973 volvió con él a Argentina. Meses más tarde ya sería su vicepresidenta. La batalla entre los grupos rivales del peronismo ya era a tiros. Los grupos que tras la muerte de Perón pasarían a firmar sus crímenes como Alianza Anticomunista Argentina (AAA o Triple A), ya empezaban a actuar en 1973 tanto en atentados entre facciones rivales para hacerse con el control del aparato del Partido Justicialista y el mando de tal sindicato, como matando zurdos, activistas de izquierda del más variado tipo.

El 1 de julio de 1974 María Estela Martínez de Perón anunciaba conmocionaba por radio y televisión la muerte de su esposo.

A partir de ese momento, su ministro de Bienestar Social, el enigmático José López Rega, el Brujo, hombre de la logia P-2 (Como Giulio Andreotti), ejerció una influencia decisiva sobre ella, que pasó a asumir la Presidencia. La ultraderecha peronista se vio fortalecida internamente, la violencia se generalizó aún más. Argentina fue el único país democrático en formar parte de la Operación Cóndor junto con las dictaduras del Cono Sur. La debacle económica de los últimos meses de Perón se profundizó, la convulsión social, la inestabilidad del país y el caos reinante dio excusas a las Fuerzas Armadas para llevar a cabo su golpe de Estado en 1976. Isabelita fue detenida por los militares en una residencia en Neuquén, en el sur de Argentina y luego en San Vicente, en la periferia de Buenos Aires. Tras ser liberada en 1981, se radicó de nuevo en la finca de Puerta de Hierro, cesando prácticamente toda actividad política y manteniendo una limitada vida social. Se la vio en más de una ocasión en los Rastrillos de Madrid, de beneficencia, junto a personajes como Octavio Aceves, o el infante Leandro de Borbón, o en ambientes de Marbella. Posiblemente en estos 25 años nunca creyó en la posibilidad de que alguna vez tuviera que comparecer ante la Justicia.