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Entrevista con Simón Yampara, dirigente aymara

Debate del Buen Vivir, una solución a la crisis de civilización moderna

Fuentes: Rebelión

Simón Yampara es aymara, nacido en el Ayllu dentro de los límites del departamento de La Paz, en la frontera con Oruro. Hizo sus estudios primarios en Oruro, para después trasladarse a La Paz, donde se licenció en Sociología. En esos años universitarios comenzó a debatir asuntos como la lucha de clases o el Suma […]

Simón Yampara es aymara, nacido en el Ayllu dentro de los límites del departamento de La Paz, en la frontera con Oruro. Hizo sus estudios primarios en Oruro, para después trasladarse a La Paz, donde se licenció en Sociología. En esos años universitarios comenzó a debatir asuntos como la lucha de clases o el Suma Qamaña (Vivir Bien), sintiéndose doblemente influido por el ayllu y la universidad. Posteriormente trabajó asuntos relacionados con la colonización y luego en el Ministerio de Asuntos Agropecuarios. Actualmente trabaja en la Dirección de Turismo de la Prefectura de La Paz.

¿Cuál es el origen de la crisis que estamos viviendo hoy en día? ¿Es una crisis de civilización?

Vivimos este momento, de acuerdo a la cosmoconvivencia andina, el tercer Pachakutik, quinto Sol, pero yo prefiero hablar de tres ciclos grandes y muy significativos: nacimiento y crecimiento de Tiwanaku, decrecimiento, y la época que estamos ahora.

Lo mismo ha sucedido con el modelo capitalista, que está, más que en crisis, en su propio decrecimiento. Pero eso tiene que ver con cosas matriciales. En Bolivia vivimos entre dos matrices, la matriz ancestral milenaria y la matriz occidental centenaria, que viene de 1522 con la invasión castellana y la muerte de Atahualpa. Lo occidental está en crisis aguda. Esta crisis evidentemente tiene que ver con el modelo de vida. Puedes concebir la vida como algo solitario, como lo privado y lo material, o puedes concebirla como en los Ayllus, en la civilización ancestral, como una tetraléctica donde hay una dimensión de lo privado y lo comunitario, pero al mismo tiempo de lo material y lo espiritual interaccionado.

Eso lo han puesto en una dicotomía. Lo privado y lo material. Toda la dinámica de la expresión del capital se basa en eso. Pero al mismo tiempo el discurso del marxismo, una crítica a ese funcionamiento, no sale de ese modelo. A este nivel, la matriz civilizatoria occidental tiene una dicotomía de la lucha de clases, ricos y pobres, contradicción de querer anularse el uno al otro para ser exitoso. Pero de acuerdo a la cosmoconvivencia andina no es necesario anularnos, sino que podemos convivir, compartir, y de hecho, cuando la invasión se dijo: vengan y compartamos. La civilización ancestral milenaria tiene esa filosofía. Esos valores contrapuestos son los que provocan la crisis misma.

La crisis tiene que ver con crisis de pensamiento, crisis de valores, crisis epistemológica. No es solamente de modelo de producción económica, es de valores de la humanidad, cosmogónicos, de civilización, e incluso de valores ecológicos que coadyuvan a todo esto.

¿Se puede acotar la crisis que vivimos como occidental y moderna?

Desde luego. Pero también la emergencia del otro, lo invisible, lo que estaba encubierto se está destapando, visibilizando. Ahí viene el Pachakutik, que es mucho más que revolución. Pa en aymara es 2, cha es fuerza y energía, kutik es retorno: hay un retorno de una doble fuerza y energía. ¿Cuál es? La energía de la altura, de lo más alto, y la energía de la profundidad, el día y la noche, las energías que procesamos. Unos queremos privadamente acumular esas energías, ese es el modelo del capital, pero otros (de nuevo tetraléctica) decimos que es importante articular y relacionar lo privado y lo comunitario. Este problema está emergiendo, y no solo en los Andes, se puede ver también en la cultura oriental.

Entonces, hay que llegar a un entendimiento de aportes civilizatorios. Hay que sumar saberes y conocimientos como civilizaciones. Dependerá de eso cuál de los valores toma la rueda de la historia, no hay que imponer nada a nadie, sino poner valores encima de la mesa. Pero para eso hay que reconocernos como somos y no seguir forzando sobre los valores occidentales. Ya hay aires, los movimientos sociales están en eso, tenemos un presidente aymara, que va permitiendo debates. Comenzamos cuando nos dejaron ser prefectos, después ministros, ahora presidente, lo cual no quiere decir que tengamos el poder, tenemos el gobierno, pero no el poder.

Cuando hablas de aportes de valores civilizatorios… ¿el aporte podría ser la filosofía del Buen Vivir?

¿Es filosofía? ¿Es pachasofía? ¿Qué es? Tal vez es la Cosmoconvivencia Andina. Cuando hablamos inclusive de cosmovisión es la visión del uno. Ahí está el problema, cómo mirar eso. Tal vez algunos elementos me ayuden a diferenciar y profundizar.

La chacana se maneja como símbolo. Chaca es puente que comunica con las estrellas, pero también puede ser la luz que se saca en ese puente. Para mí es la conexión que conecta lo material y lo espiritual.

Volvemos a la conexión inicial, la tetraléctica, la interconexión, lo material y lo espiritual, lo privado y lo comunitario. Eso es una de las bases que orienta el paradigma de vida del Suma Qamaña.

Otro elemento es la convivencia. Entre mundo animal, vegetal, de las deidades y de la tierra. El mundo de la gente convive con todos ellos. Esta cuestión es muy importante para encontrarnos: si el mundo animal, el vegetal, de las deidades y el de la tierra están bien, nosotros vamos a estar bien de hecho, y eso quiere decir Suma Qamaña. No quiere decir que el mundo de la gente tenga plata como sea, saqueando cosas. Vivir Bien quiere decir armonía entre esos cuatro elementos, esos cuatro mundos: si están bien, nosotros estaremos bien.

La matriz ancestral milenaria tiene su paradigma de vida en Suma Qamaña, vivir bien en armonía integral, mientras que la matriz occidental centenaria tiene su paradigma de vida en el progreso y desarrollo.

El Suma Qamaña es un paradigma de vida que toda la humanidad está buscando, porque implica el bienestar y armonía de todos y no de unos pocos. Es una posible solución a la crisis de civilización moderna.

 

Para lograr este nuevo paradigma, ¿hace falta llegar a un verdadero proceso de descolonialidad?

Por un lado sí, pero más que descolonialización, yo creo que necesitamos el proceso del Pachakutik. Con descolonialización o no el Pachakutik tiene que seguir, hay que abrir y decir que aquí hay otros, eso es la descolonialización.

En los andes tenemos nuestro semillero, que es el ayllu y la marka, y en el amazonas también hay modelos similares, aunque tengan otros nombres.

Necesitamos una nueva epistemología, un modelo nuevo para unos y viejo para otros. A algunos no les gusta lo viejo, pero eso es un problema de visión de la historia, si la vemos linealmente o cíclicamente. Los que la ven linealmente quieren buscar en el horizonte el futuro, que hay que adivinar muchas veces, pero para nosotros los andinos el pasado está por delante y el futuro está por venir y está atrás, son visiones y lógicas distintas, y esa lógica cuesta verla muchas veces.

En ese sentido, si queremos hablar de descolonización, tenemos que empezar por mover el piso colonial desde la escuela, el sistema educativo, las estructuras territoriales, del Estado… hay que mover el monoteísmo occidental, y ese proceso sí sería una descolonización, aunque yo prefiero hablar de Pachakutik.

Pero nosotros mismos siempre queremos pensar desde el software occidental. Tenemos un problema en lo académico y lo político. Hay que seguir insistiendo en clarificar estas matrices, las luchas son de civilización en el mundo, y no hay que anular una civilización a otra, hay que complementarse: ahí está el futuro de la humanidad.

 

¿Qué políticas públicas en Bolivia recogen el Sumaq Qamaña?

 

Se está abriendo una lucecita que pasa por una ventana, todavía no es una puerta. Hablamos de Estado Plurinacional, pero celebramos el Bicentenario, como una práctica colonial. Celebramos a Murillo, pero Murillo fue enemigo, quien perseguía a Tupak Katari y Bartolina Sisa.

Con tanta lucha hemos logrado una Constitución que recoge el Estado Plurinacional, pero los ministerios, la prefectura, siguen el modelo colonial, la legislación jurídica, siguen en la matriz occidental centenaria. Vivimos un cambio pero un cambio leve, hay que ser crítico porque todavía nos queda mucho por transitar, todavía no hay esa clarificación matricial. Estamos pluralizando lo occidental, pero no hay conciencia matricial.

Hay que transformar nuestra propia matriz, sin desconocer lo otro. Esta sería la ecuación: saber y conocimiento ancestral milenario + saber y conocimiento centenario = conocimiento profundo renovado. A esto queremos llegar, que no sea solo lo occidental lo que vale, pues eso es lo que nos lleva a la crisis civilizatoria.