Neoliberalización y privatización de la educación pública desde los 80
La dictadura mundial neoliberal desde la década de los 80 del siglo XX se enfocó a la Educación pública como uno de los objetivos más importantes para ser moldeada y amoldada a sus intereses de convertirla en fuente de ganancias políticas, ideológicas, éticas y por supuesto, económico-financieras; la visualizó como un servicio-producto que tendría que ser convertido, en términos generales, en una mercancía a ofrecerse y cotizarse en los mercados: a) de consumos educativos (desde prescolar a universitario y de posgrados), b) profesionales, y c) de mano de obra especializada que cubriera los trabajos que se necesitaban en la modalidad neoliberalizada (realimentada por las llamadas TIC, Tecnologías de la Información y Comunicación y en general por las nuevas tecnologías de la tercera revolución tecnoindustrial) del sistema capitalista. El neoliberalismo vio, pues, en el sistema educativo: “una mina de oro con posibilidades tanto de subsunción como de inversión por la gran cantidad de servicios en los que se desdobla y los mecanismos que protegen el capital invertido en el conocimiento”[1].
Se podría denominar a este empuje ofensivo: de crisis, desmantelamiento, descomposición, degradación y apropiación de la Educación Pública; dicho en términos simples, se trataría de la denominada: privatización de la educación pública, no sólo porque crecieron exponencialmente las escuelas que fueron financiadas y formadas por capital privado (escuelas privadas a todos los niveles), sino porque esos intereses impregnaron y dominaron en todo el sistema educativo a nivel internacional, impulsados desde los centros económico-financieros de poder como el Fondo Monetario Internacional (FMI), Banco mundial (BM), Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE), etc.
A nivel de los centros educativos públicos y escuelas, se trastocaron todos los aspectos de su conformación y funcionamiento, veamos:
1) Los económicos-presupuestarios, bajando drásticamente el financiamiento de las escuelas y centros educativos por parte de los Estados-gobiernos, llevándolos hacia la precarización en sus presupuestos y partidas a disponer; por lo que esto llevó a aumentar las rebatingas, conflictos y corrupciones internas, muchas veces entre directivos y la burocracia privilegiada y el conjunto de las comunidades escolares.
2) De esta manera todos los aspectos infraestructurales y de equipamiento-mantenimiento de dichos espacios educativos sufrieron una merma cada vez más considerable, llevándolos a una decadencia material; siendo ésta base material fundamental para el funcionamiento de las actividades, éstas operaron en las limitaciones y graves dificultades de esa imposición
3) Los aspectos salariales y de ingreso económico de los trabajadores educativos padecieron desde entonces de restricciones y en términos reales de bajas en sus ingresos y prestaciones, y por tanto en su nivel de vida. Lo que repercutió en su rendimiento mental, motivacional y corporal y en la necesidad de luchar, defenderse y resistir por sus condiciones económicas y de trabajo. Notándose también diferencias significativas entre los salarios de los directivos y la burocracia privilegiada y el conjunto de los demás sectores
4) Los sectores privilegiados de la jerarquía burocrático-administrativa se vieron, como consecuencia, mayormente empoderados políticamente (acentuando tendencias rígidas y antidemocráticas en las decisiones, administraciones y gestiones).
5) Los planes y programas educativo-pedagógicos (objetivos, perfiles, curricula, responsabilidades profesionales, etc.), se dirigieron a acentuar las competencias, excelencias, etc., individualizantes, dejando como segundo término la educación crítica y comprometida en y con el conjunto social.
6) Las exclusiones sociales y la precarización se manifestó en limitar los accesos, oportunidades (no apertura de nuevos planteles) y detener el crecimiento (cero crecimiento y reducción de matrícula) de la educación pública, gratuita y laica, etc.
7) Los aspectos ideológicos-ético-morales enfatizaron las tendencias al individualismo, al inmediatismo y los intereses personales impuestos por el mercado, las necesidades laborales y las ideologías mercantiles dominantes (recuérdese lo que dijo recientemente el rector de una universidad mexicana: “esas profesiones como la filosofía, la sociología y demás ciencias sociales y humanidades no son necesarias o no tan necesarias y ya no están de moda”) y ya no a la responsabilidad y compromiso social, nacional, comunitario, etc. Igualmente predominaron las visiones acríticas, neutrales y estandarizadoras de los programas y de sus contenidos.
8) Todo ello repercutió en la degradación y desgaste de las relaciones entre los diferentes sectores: estudiantes, profesores, trabajadores y autoridades; además generando aislacionismo, segregacionismo, elitismo, meritocracia (p. e. creando sistemas especiales de productividad y estímulos económicos por puntajes y méritos académicos e investigativos como el Sistema Nacional de Investigadores en México), inter-competencias, outsourcings, privilegios, castigos normativos, restricciones, etc., a las interacciones y convivencias en las comunidades escolares.
9) La racionalización y tecnificación de la enseñanza-aprendizaje y su accesibilidad, mediante la introducción de la computación, la virtualidad, el on line; formando parte de los que se conoce como capital cognitivo (producción, distribución-circulación y consumo de conocimientos/información/datos/algoritmos) y en general el ciber tecno-capitalismo.
La instrucción a distancia, remota, semipresencial , en línea o virtual basada en la introducción y avance de las tecnologías electrónicas, fue avanzando transcionalmente teniendo como estímulos el ciber capitalismo cognitivo dominado por las empresas digitales, los pagos por ingresos de cursos, diplomados, etc., y de manera destacada el ahorro ante las insuficiencias y la precaridad de los presupuestos, las infraestructuras, las instalaciones, los servicios, las actividades y los cupos en espacios físicos y de atención. Las escuelas y universidades se convierten a la virtualidad en aulas, laboratorios, bibliotecas, etc. Los académicos tienden a convertirse en técnicos o instructores de paquetes para cursos, diplomados, asesorías, tutorías, etc.
10) La pérdida o desgaste de la gratuidad y de becas y otras formas de subsidios complementarios a estudiantes de las escuelas públicas, al imponer formas de cobros en inscripciones, pagos de exámenes, cursos, diplomados y posgrados, etc.
11) La importancia que han tenido los Estados y gobiernos nacionales mediante leyes, decretos, planes, programas, organismos, etc., para seguir los proyectos dictados y las directrices impuestas desde los centros internacionales de dominio; buscando y logrando implantar modelos y reglas ad hoc por parte del control institucional en la manera de operar las escuelas, centros y universidades; y de esta manera someterlos a presiones presupuestales y a procesos de inspección, evaluación, medición, acreditación, medidos desde criterios eficientistas y pro-privatizadores.
12) Con el crecimiento exponencial de las escuelas de capital particular tanto laico (en el negocio) como religioso o pararreligioso (el adoctrinamiento), se deterioró, degradó e inclusive se degeneró el sentido de la propia educación vista como formación en conocimientos, valores y sentidos sociales, colectivos y comunitarios; así, la imposición de contenidos ideológicos particulares, el lucro y el beneficio-ganancia con sentido de empresarial ha distorsionado los fines formativos, llevando incluso a la “patización” de los Centros educativos (“patitos”, o sea instrucción de bajo nivel académico y ético). A la par y como contraparte aumentó la discriminación, la exclusión y exclusivización debido a el cobro de colegiaturas, inscripciones, pago de servicios y usos educativos-escolares, etc.
13). Toda esta avalancha de medidas y consecuencias neoliberalizadores/privatizadoras/ tecno subordinadoras, etc., sobre los sistemas educativos públicos socializados y de masas también llevó y ha llevado a la: re-aparición de resistencias y movimientos estudiantiles, de trabajadores y de profesores, mediante sindicatos o centros educativos, huelgas, paros, movilizaciones u organizaciones de excluidos, rechazados, becarios, etc. Luchas y demandas por mejoras salariales, aumento de presupuesto, y de matrícula, procesos de admisión sin trabas ni embudos, dignificación de la educación y sus condiciones materiales y socioculturales[2].
Los sistemas y centros educativos bajo la Pandemización capitalista
Bajo estas situaciones implementadas, impuestas y en parte resistidas que le han venido funcionando al tecnocapitalismo neoliberal desde hace más de 30 años, nos encontró la pandemia de Covid-19, la cual vino a caer como “anillo al dedo”, es decir ha venido a refuncionalizar, y a acentuar la consolidación de varios de estos aspectos. Destacando sobre todo el aceleramiento de tres dimensiones: 1) El del aumento de las desigualdades y exclusiones; 2) el incremento del abandono y deterioro de las relaciones convivenciales y las dificultades y atascamiento del funcionamiento de las escuelas en lo físico y presencial que abonan al autoritarismo político en la toma de decisiones por parte de autoridades y 3) el del encumbramiento y el oportunismo del digitalismo en la operatividad de la enseñanza-aprendizaje y las “pedagogías” mediáticas.
1) Inmediatamente y mediatamente la demanda de educación pública ha aumentado dado que familias perjudicadas por la crisis económica que ha traído la pandemia, con el descenso de los salarios y el desempleo, buscan migrar y han migrado del sector privado al público. Éste se la saturado y por tanto ha aumentado su precarización
De esta manera las desigualdades se han visto incrementadas respecto a las oportunidades y al acceso a la educación tanto pública como respecto a la privada. “Las desigualdades en las oportunidades educativas se han hecho más evidentes y patentes que nunca”.
Según un documento del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), ya se había hecho patente en América Latina y el Caribe que los alumnos que cursan en los Centros Educativos con docentes más calificados tenían el doble de posibilidades de finalizar cada ciclo (por ejemplo: Secundaria) y los estudiantes de Centros menos calificados y sectores vulnerables mostraban comparativamente rezagos de más de 2 años respecto a los primeros[3] ().
Ahora en estos 9 meses de confinamiento impuesto, han crecido y se han profundizado las brechas de rendimiento y aprovechamiento académico-escolar entre estudiantes (niños, adolescentes, jóvenes) de diferentes condiciones socioeconómicas. Los estudiantes de familias con niveles socioeconómicos más altos tienen mayor y mejor acceso a clases en línea y otros recursos y materiales educativo-académicos.
Así pues, hay estudiantes muy vulnerables respecto a dicho acceso. Carecen de las condiciones materiales e insumos para realizar sus actividades, con la pandemia de Covid-19 se ha hecho evidente la carencia y/o precariedad del equipo tecnológico (aparatos, dispositivos, conexiones, e incluso electricidad), de útiles de trabajo escolar (cuadernos, libros, etc.), de espacios adecuados (p.e. debido a hacinamientos en sus hogares). No tienen recursos para contratar o pagar internet, luz o pagar saldo de teléfono celular (aparte de que por ejemplo en México, 1 millón 600 mil personas viven en casas sin energía eléctrica)
Se habla, así, por ello, de “exclusión digital” (y energético-eléctrica) y de “marginación informática” (energético-eléctrica). Según datos de la Unicef (Fondo de Naciones Unidas para la Infancia) y de la UIT (Unión Internacional de Telecomunicaciones), mil 300 millones de niños de entre 3 y 14 años (de pre-primaria a nivel medio) no han tenido y tienen acceso a Internet en sus hogares, lo que supone que dos terceras partes (75%) de menores en edad escolar no tienen acceso a la “educación” o, mejor dicho, instrucción escolar en línea durante la pandemia en curso. Respecto a los jóvenes de 15 a 24 años (niveles medio superior y superior) 63% de ellos no cuentan con Internet en su domicilio.
Por otro lado, según datos de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) existen grandes desigualdades entre las naciones de altos y bajos ingresos, pues mientras en la ricas 9 de cada 10 niños en edad escolar pueden conectarse a la red en sus hogares, en los países pobres apenas 1 de cada 20 tiene esa posibilidad.
Igualmente se dan deficiencias en cuanto a la guía y ayuda en la enseñanza-aprendizaje, se ha visto la insuficiencia y deficiencia de las clases en línea o por televisión, así como el apoyo en casa por parte de padres, parientes o personas del grupo doméstico. Muchos han hecho esfuerzos por ser semi-autodidactas o autodidactas. Muchos niños y jóvenes han expresado con cierta desesperación la necesidad de tener ayuda en su enseñanza cuando hacen las tareas o estudian, dicen que necesitan explicaciones presenciales.
Los vulnerables evidentemente viven en familias y entornos de pobreza (tenemos el caso de que hogares en México vieron mermados sus ingresos en más del 70% en lo que va de la pandemia) y de violencia (conflictos, abusos); padeciendo tensiones en las relaciones familiares (entre padres, padres e hijos, entre hermanos) debidas al confinamiento, el distanciamiento el desempleo, la baja salarial, despidos, enfermedades, etc.; lo que ha generado aumento del estrés, desgano vital, frustración, ansiedad, depresión, baja de aprovechamiento/rendimiento escolar en los alumno/a-s; e incluso aumento de enfermedades psicológico-mentales. Graves situaciones que abren los caminos a las adicciones (drogas, alcohol, tabaquismo, videojuegos) e incluso a suicidios[4].
2) La falta de contacto y de convivencia con sus compañeros de grupo y compañeros de escuela, el rompimiento abrupto de la rutinas escolares que implican no sólo las relaciones en salones, sino compartir alimentos, los juegos, el esparcimiento, recreo, la importancia de lo presencial, el cuerpo, los sentidos multidimensionales, el contacto, el lenguaje corporal y verbal, etc.; igualmente se cortaron la visitas y salidas extra-escolares. Tolo ello genera traumas y efectos contraproducentes en el desarrollo integral de los niño/a-s. La escuela es esencial no sólo por lo que se aprende o desaprende, sino, también, por las convivencias con los otros (compañeros, profesores y personal escolar). Aunado a ello está también el dañino entorno mediático y doméstico que con noticias y anuncios machacantes, así como conversaciones o las mismas situaciones de familiares o padres que han padecido enfermedades, incluyendo la COVID-19 u otras: les produce confusiones y/o mina la moral de los estudiantes.
Tenemos, por otro lado, que se han presentado en la mayoría de las escuelas notables retrasos en trámites y procedimientos burocrático-escolares, tan importantes como becas, exámenes, titulaciones, expedición de documentos, etc. Y se ha producido un alarmante aumento de abandonos, retiros y deserciones parciales o definitivas de los ciclos escolares. En México son cientos de miles a nivel universitario; según la SEP (Secretaría de Educación Pública), mínimo 305 mil 89 estudiantes han abandonado sus estudios en lo que va este periodo pandémico.
Escuelas literalmente vacías de actividades académico-formativas, sin estudiantes y profesores. Por ejemplo en mi experiencia de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), les digo que quien controla, se empodera y decide son los jefes de la policía, y, claro, los directivos y su burocracia a modo (si hay empleados de la limpieza pero sólo como mano de obra). Y obviamente las órdenes superiores vienen de los gobiernos nacionales y las instituciones oficiales de salud y de educación quienes acatan a su manera y según sus condiciones los dictat de los organismos globales. El autoritarismo en todos sus niveles se empodera cada vez más aprovechando y reposicionándose a partir del ausentismo impuesto (desmovilizador, desalentador)
La educación pública trasladada forzadamente a la instrucción digital ha llevado al sometimiento de los profesores y otros trabajadores educativos a aumento de estrés y a presiones para una obligada capacitación, con la dificultades técnicas y formativas que ello ha llevado, lleva y llevará, muchas veces con apoyos insuficientes y deficientes en términos económico-presupuestales y técnicos. Dentro de un proceso que al igual que varios hospitales adaptados a la Covid-19, se ha llamado de (precipitada) reconversión de las Escuelas; proceso acelerado hacia la digitalización y zoomización de la educación y la sociocultura. Tendencia desarticuladora (descuartizadora) y fragmentadora, amputacional tanto del aprendizaje y pedagogía integral como de la interaccionalidad y convivencialidad presencial.
La pérdida de recursos por recaudación fiscal debido a las crisis nacionales y a la crisis mundial Covid-19 y la reasignación de recursos hacia el sector salud y otros sectores de asistencialismo social, han generado reducciones sin precedentes en el financiamiento de la educación pública. Caso de México sigue prevaleciendo la austeridad neoliberal (austericidio, le dicen) para el financiamiento de centros educativos y universidades públicas (actualmente enfrentan un déficit de cerca de 20, 000 millones de pesos, desde 2016 no ha habido incremento real de los presupuestos a las instituciones públicas de educación superior y hoy existen 11 universidades estatales en crisis financiera, 5 de ellas no podrán pagar nóminas y prestaciones de fin de año); igualmente los déficits, en el caso de México, para las Escuelas superiores como las escuelas del INAH Instituto Nacional de Antropología e Historia, escuelas del INBAL (Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura), las normales de maestros, etc.,[5] de verdad reducciones alarmantes a éstas Se estima que en ALC la caída acumulada en los gastos de Educación entre 2019 y 2021 será de un 32%, mientras que en el escenario más optimista, la caída será de aproximadamente un 11%.
Cabe destacar que a pesar de que más de 150 países han mantenido en la mayor parte de la epidemia, cerradas las escuelas y colegios; hasta ahora varios países de Europa como Holanda, Suecia, Dinamarca, Inglaterra , Alemania, etc., así como países asiáticos como China y las Coreas, no han suspendido las clases presenciales más allá de lo estrictamente necesaria en lo más agudo de la pandemia, o a pesar de que se cierran temporalmente, las vuelven a abrir (sobre todo los niveles primarios y secundarios). Se han mantenido en la perspectiva de que la educación presencial es una necesidad imprescindible para una educación adecuada y completa en la formación de niños y jóvenes. Dichas naciones han tomado medidas higiénico-sanitarias básicas para reajustar los espacios escolares y garantizar que se tengan las condiciones de mínimo o de cero riesgos. Para ello han priorizado gastos de sus presupuestos en la remodelación y adaptación de las instalaciones y funcionamientos internos y externos[6].
En varios países como México, que han implementado durante los 9 meses de pandemia cierres totales de las clases presenciales ha habido voces de profesores, pedagogos, psicólogos, etc. para que vuelvan los estudiantes y profesores a ocupar las escuelas y sus aulas, debido a los daños físicos, psicológicos, educacionales, pedagógicos, sociales y lúdico-culturales que han causado en ellos. Se habla de generaciones perdidas, de retrocesos, rezagos, etc., incluso la misma ONU en voz del Secretario General António Guterres llamó desde agosto a dar prioridad a la reapertura de sus Colegios, Institutos y Universidades en cuanto tengan controlado la transmisión local del coronavirus, aduciendo de que los cierres prolongados plantean el riesgo de una “catástrofe generacional”. Y dijo: “Vivimos un momento decisivo para los niños y los jóvenes de todo el mundo. Las decisiones que los gobiernos y los asociados toman ahora tendrán un efecto duradero en cientos de millones de jóvenes, así como en las perspectivas de desarrollo de los países durante decenios… ahora nos enfrentamos a una catástrofe generacional que podría desperdiciar un potencial humano incalculable, minar décadas de progreso y exacerbar las desigualdades arraigadas”. Y para rematar: “La pandemia ha causado la mayor disrupción que ha sufrido nunca la educación”[7].
3) Respecto al tercer aspecto ciberdigital tenemos el siguiente panorama:
“La pandemia es un gran escáner que está atravesando el mundo y dejando a la vista todas las fricciones (y los desastres, agrego yo)”, dijo la antropóloga Rita Segato en una entrevista denominada: “Las redes sociales se están transformando en una nueva forma de dictadura”[8].
Con el uso constante de las plataformas ciber-digitales se restringen nuestros sentidos, nuestra sensoriedad (sensorialidad): la vista, el olfato, el oído, el tacto o se reducen a los visual y auditivo, sólo bidimensional, en un plano, esto es, a máquina-pantalla. Igualmente la comunicación es tamizada por el patrón telegráfico del whatsApp y similares, etc. Se trata de nuevas formas de autoritarismo (o mejor, de represión o sometimiento) sensorial.
Eric Sadin, por su parte, se ha referido a la parafernalia de las plataformas digitales como una especie de “avasallamiento de los discursos de los algoritmos”. Y Rita Segato insiste en que se trata de la “Dictadura de las redes sociales” (mejor, según mi apreciación denominarlas digito-cuasisociales); se trata, pues, de una nueva forma de dictadura basada en persecución, silenciamiento, tortura psicológica y moral de la “virtualidad entrometida” (diríamos con más precisión de un cada vez más invasivo y dominante ciber capitalismo en las unidades domésticas, en los cuerpos y en los territorios del imaginario, el pensamiento, la conducta, los sentimientos, etc.). Dice Rita Segato que se trata de una “colonización casa-dentro”, ahora manifiestamente y oportunistamente desplegada mediante por lo que se ha llamado la zoomización (es decir, todas las plataformas digitales que ante los confinamientos y re-confinamientos y los distanciamientos físico-sociales impuestos en todos los niveles se han posicionado en la realidad como los canales de interconexión entre los sujetos para realizar todo tipo de encuentros colectivos: educativos, escolares, sociales, políticos artísticos y culturales clases, videoconferencias, conversatorios, etc.). Y justo este tipo de plataformas cuyo uso masivo lo representa por su divulgación y preferencia la plataforma Zoom[9] (y otras conocidas con el genérico de “meets” pertenecientes a los grandes emporios ciberdigitrales)
Justamente a través de estas plataformas aparecemos atrapados/encarcelados en pequeñas celdas cuadradas, literalmente confinados en nuestra casa-dentro, casa-afuera por la virtualidad metida y entrometida que nos so-mete a su lógica, intereses y poder. La zoomización abarca, pues, no sólo la escuela, sino todas las posibilidades de actividades en confinamiento: trabajo, oficina, entrevistas, seminarios, música, teatro, exposiciones, congresos, etcétera.
Por sus ventajas ante la pandemización dicha zoomización ha sido impuesta y oportunistamente aprovechada, justificada y operativizada, puesto que con rapidez, instantaneidad, reproductibilidad, eficacia, etc., se logran las teleconexiones “¡en vivo y directo!”. Empero el meollo altamente peligroso pero real es el control de los Big Data, la adicción generada, la cibervigilancia, el almacenamiento de información (todos nuestros perfiles y clickeos como usuarios), conocimientos, expresiones apropiadas y usadas (con fines de control y lucro) por dichos emporios ciberdigitales. Si no, como una mínima muestra, véase el documental “El dilema de las redes sociales” de Netflix[10], en el cual se demuestra fehacientemente el poder de dominio y manipulación físico-psicológico en dichas redes de las que son dueñas empresas de vanguardia en el cibercapitalismo; las famosas GAAMFATTZ (Google, Apple, Alibaba, Microsoft, Facebook, Amazon, Twitter, Tik Tok, Zoom).
Por el lado de las empresas digitales que más han ganado durante la pandemia Silvia Ribeiro señaló desde el 9 de mayo que: “Las principales ganadoras de la pandemia son las grandes plataformas digitales: Amazon, Microsoft, Apple, Google (Alphabet), Facebook, Baidu, Alibaba, Tencent. Las primeras cinco, conocidas como Gafam, tienen matriz en Estados Unidos. Las otras tres, con el ahora sugestivo acrónimo de BAT, en China. Otras plataformas digitales, como las de entretenimiento, Zoom y algunas de entregas a domicilio también han crecido […]. La primacía de mercado y ganancias de las ocho mayores plataformas (Gafam y BAT) es abrumadora. Según el informe 2019 sobre economía digital de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad), 70 plataformas digitales tienen 90 por ciento del mercado mundial, pero las siete más grandes tienen dos tercios. Esas megaplataformas han aumentado significativamente sus ganancias en 2020, al igual que sus fundadores, Jeff Bezos (Amazon), Bill Gates (Microsoft) y Mark Zuckerberg (Facebook)”[11]
Pero el poder de las plataformas dedicadas más específicamente a las cuestiones de transmisión y educativas (classroom, zoom, meet, jitsi principalmente y tangenciales facebook live, whatsaap, etc). Se incrementó sustancialmente tanto en economía como en poder mediático y tecnológico, al aumentar ganancias reales y bursátiles; así siguiendo la lógica del capital fijo y el capital extraordinario (y la composición orgánica del capital). Dichas empresas y plataformas invierten en mejoramiento digital (inteligencia artificial, cadenas de bloque, sistemas expertos, nubes de cómputo, amplitud de bandas, software educativo, fibras ópticas mejoradas y sobre todo almacenamiento de información en las supercomputadoras de la «big data» con perfiles (voz, rostros, gustos, etc.) disponibles y usables de estudiantes, profesores, escuelas. Aspectos informacionales y temáticas que son utilizados en estas lógicas de funcionamiento capitalista por dichos emporios para seguir vendiendo, promocionando y fortaleciendo su control y su manipulación como empresas especializadas (que compiten entre ellas por las ventajas y ganancias) y como parte del cada vez más poderoso ciber capitalismo, en expansión cuasi totalitaria.
Porque en realidad se nos ha impuesto un régimen o estado de excepción, un innovador (no tan nuevo, pero si afianzado) y asaltante poder dictatorial: que tiene atrás de él, en términos de mensajes, información y comunicabilidad: la posverdad, la incerteza, la obnubilación y la disolución de la verdad.
Y todo esto sucede, pues, mientras como vimos; por un lado las escuelas, teatros, galerías, zonas arqueológicas, parques, deportivos, librerías, cafés, cines, gimnasios, restaurantes, auditorios, salones, o están cerrados o se encuentran funcionando muy parcialmente; y por otro, hay un uso excesivo y adictivo uso y abuso de las pantallas (hardware y software) mediáticas. En este sentido también hay que considerar el daño físico y mental que causa el uso/abuso desenfrenado de las computadores y dispositivos electrónicos que precisamente, según las estadísticas, ha aumentado durante los encierros, debido precisamente el enclaustramiento; no sólo son los ordenadores, tablets, teléfonos inteligentes, sino el uso de la televisión en todas sus modalidades.
En suma, el «oportunismo ciber» (especialmente en el ámbito educacional) desplegado durante la pandemia y la pandemización que tenderá a alargarse, radica precisamente en que la pandemia y las acciones de las instituciones internacionales y nacionales han canalizado y volcado obligatoriamente hacia lo ciberdigital las actividades instructivas e interaccionales de los sistemas educativos (y socioculturales), suspendidas y postergadas en los confinamientos y reconfinamientos; literalmente son succionadas hacia el “encantamiento Hamelino” de dichas ciber-plataformas y sus silicon-sino-empresas. Siendo sus inversionistas y compañías, como ha demostrado Cristina Martín Jiménez[12] en sus obras, parte activa y combinada de los conglomerados más poderosos del capital mundial, destacando los cruzamientos bursátiles y de los directorios de toma de decisiones empresariales, con las olgo-mega-empresas biotecnológico-famacéuticas, que justamente han sido el otro ramo industrial tecno-ciber que han hecho pinza para afianzar y expandir los poderes del ciber-capitalismo de la 4ta revolución tecnoindustrial.
A modo de conclusión
Muchos “expertos” proponen -ante la situación de urgencia que llegó para quedarse como estado de excepcionalidad impuesto y refuncionalizado oportunistamente- remediar inmediatamente la exclusión digital, la marginación informática y cerrar las brechas de acceso a los recursos tecnocibernéticos de la internet y similares, para así “lograr una mínima eficiencia del sistema educativo durante el tiempo que haya de durar la emergencia sanitaria, y más allá de ésta”; o sea abogan, sin cambiar el poder y control de los cibercapitalistas de dichas tecnologías, por avanzar más en la digitalización algorítmica de la educación y la sociocultura. También se proponen “adecuaciones” del sistema educativo en sus modos pedagógicos, funciones, planes y programas de estudio, etc. para entregarse completamente en los brazos internéticos de la «Big data» del cibercapital. Los recursos para la educación pública se canalizarían hacia ellos para “ahorrar” y de pasada hipermodernizarse al son de la pandemia de Covid-19 y sus medidas y ritmos.
También ha habido propuestas y experiencias de sistemas educativos híbridos presenciales-semipresenciales y en línea distancia, que tratan de resistirse o moderar la catalización cibereducativa y sociocultural (o sea el Hamelin cibernético). Aclaramos, por nuestra parte, que no es que nos opongamos absurdamente o no reconozcamos las bondades y aportes de lo digital, on line, etc., (y sus redes) para el conocimiento, la información, la instrucción y lo educativo-cultural; no se trata de una postura tecnofóbica. El asunto clave es el poder y el control dominante sobre sujetos-cuerpomentes y lo succionador (la apropiación privada) de saberes, datos e informaciones de dichas ciber empresas.
Por ello planteamos conciencia, alerta y moderación en sus usos y operatividad. En el caso educativo es necesario limitar y denunciar sus peligrosas tendencias totalitarias. Se pueden, en efecto hacer hibridaciones y complementaciones (digital-presencial) en distintas combinaciones de tiempos y actividades (asesorías, tutorías, clases, repasos, remediaciones, etc.) pero la apuesta es a la educación presencial y en ese sentido a que los Estado-gobiernos no dejen a un lado sus obligaciones económicas y sociales y por tanto que no dejen en manos del ciber capital una buena parte de la educación. Como hemos visto, una masa grande de estudiantes –a causa de pobrezas y precariedades– no tiene acceso a internet y a equipamientos y dispositivos, y otros ni a electricidad llegan; sin embargo la ciber-educación está al acecho y extiende real y potencialmente sus poderes abarcadores.
De esta manera, la brega es por el aspecto fundamental: el aumento del presupuesto destinado a la educación pública (instalaciones, ampliación de cobertura, contrataciones suficientes, salarios dignos, becas, nutrición adecuada, equipamiento, mantenimiento, etc., etc.) y el tipo de educación que sigue siendo necesaria hoy más que nunca: presencial, gratuita[13], democrática, digna y crítica. Hacia sistemas educativos equitativos a la altura de los grandes retos y desafíos que enfrentan las poblaciones vulnerables, los niños y jóvenes y el conjunto de la humanidad y el planeta (discriminaciones, inequidades, caos ecológicos, formación integral y crítica en arte y cultura, etc.), especialmente para esta coyuntura crítica. Una re-novada educación en la que, por ejemplo para estos tiempos pandémicos, las comunidades escolares tengan el poder y la autogestión para incidir y decidir en los diseños y modalidades de educación más pertinentes y justos[14].
En el caso concreto de México, real y básicamente lo que hace falta es una Ley que garantice presupuestos suficientes y crecientes a la Educación pública, en especial a la superior. El gobierno mexicano obradorista actual sigue siendo fuertemente neoliberal en este rubro clave en los destinos de una nación que aspira a ser verdaderamente educada; el porcentaje del PIB que se destina a la Educación pública y particularmente a la superior es vergonzosamente raquítico y sigue a la baja para el 2021 . Es, pues, nodal, ante las nuevas imposiciones excluyentes, desiguales y digitalizadoras, luchar por leyes que hagan efectiva un financiamiento necesario, suficiente y digno para la formación de los estudiantes de todas los niveles y generaciones.
Notas:
[1] Véase: La educación superior en México en el contexto neoliberal. Aspectos históricos, crítico-analíticos y experienciales. Miguel Ángel Adame Cerón (Coordinador y editor), MC EDITORES, México, D. F., 2015.
[2] Véase Miguel Ángel Adame Cerón: “Neoliberalismo, educación y juventud. Para entender la masacre de Iguala”, La Jornada Semanal, Domingo 16 de noviembre de 2014 Núm: 1028. Pp. 3-5.
[3] Véase “Introducción” en ¿Es desigual el financiamiento educativo en AL?, BID, 2020. ttps://www.iadb.org/es/noticias/bid-evidencia-desigualdades-en-el-financiamiento-escolar-en-america-latina, octubre de 2020.
[4] Ver: Laura Poy Solano: “Encierro dispara estrés, ansiedad y depresión en niños: docentes. La situación en el hogar puede dar paso a adicciones, advierte titular de Centros de Integración Juvenil”. Periódico La Jornada. Domingo 13 de diciembre de 2020, p. 10.
[5] La cantidad de dinero que el Estado-gobierno dedica a financiar la Educación superior es bajísimo, sin embargo de manera contradictoria se está aprobando una nueva Ley que a la letra dice que dicha Educación será gratuita y obligatoria, etc.
[6] Véase “Europa lucha por mantener sus escuelas abiertas en la segunda ola. Pese al confinamiento por áreas o domiciliario impuesto en algunos países europeos, los dirigentes educativos coinciden en la necesidad de garantizar la presencialidad”. El País, 8 de noviembre de 2020. https://elpais.com/educacion/2020-11-08/europa-lucha-por-mantener-sus-escuelas-abiertas-en-la-segunda-ola.html?fbclid=IwAR02ooyOzpb-Vlki_PxpHORXiH1vn3FUy_Y9jfx7QdgUqHm0jY2bN7NABvU
[7] En México, varios padres de familia, al darse cuenta del desastre del proceso enseñanza-aprendizaje durante el cierre total de escuelas y centros educativos, han planteado la preferencia de que es mejor “perder el año escolar”.
[8] “Las redes sociales se están transformando en una nueva forma de dictadura” – Caras y Caretas.org.ar, 13 de diciembre de 2020.
[9] El interés por mantener reuniones con la aplicación Zoom ha crecido drásticamente debido a la crisis del coronavirus. Según declaraciones de la empresa, únicamente en el mes de abril de 2020 realizaron videoconferencias a través de Zoom 300 millones de personas de todo el mundo (en diciembre de 2019 fueron 10 millones de participantes diarios).
[10] El dilema de las redes sociales. Es una producción dirigida por Jeff Orlowski, enfocada en explorar los muchos fenómenos que se dan entorno a las redes sociales a nivel personal, generacional y social. Igualmente el impacto que están teniendo desde que comenzó la escalada tecnológica que se potenció en las últimas décadas y cómo llegamos a la compleja situación que estamos viviendo en la actualidad a nivel mundial. Si hay algo que llama la atención en El dilema de las redes sociales, que es un documental de testimonios principalmente, son las personas invitadas para hablar de este tema tan actual y pertinente en la sociedad. Se trata de diversos exempleados de alto rango de las mayores compañías tecnológicas. Tales como: Tristan Harris, exdiseñador ético de Google; Aza Raskin, el cofundador de Asana. Justin Rosenstein, extrabajador de Facebook y cocreador del botón de Me Gusta de dicha plataforma. El presidente de Pinterest, Tim Kendall, el director de política de investigación de IA Now, Rashida Richardson. El director de investigación de Yonder, Renee DiResta, el director de programa de la Sociedad Médica de Adicciones de la Universidad de Stanford Anna Lembke, y el pionero de realidad virtual Jaron Lanier. Así como autores y académicos que evidencian la cuerda floja en la que se encuentra la humanidad. ‘El dilema de las redes sociales’, el imprescindible documental de Netflix (hipertextual.com).
[11] La Jornada: “Pandemia de control digital”, https://jornada.com.mx/2020/05/09/opinon/023a1eco.
[12] Consúltese su reciente libro: La verdad de la pandemia, quién ha sido y por qué, Martínez Roca/Planeta, México, 2020.
[13] En México recién: “Un grupo de estudiantes de la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez (UACJ) tomó el edificio de la Rectoría y mantiene un plantón afuera de las oficinas del rector, Juan Ignacio Camargo Nassar, para exigir educación superior gratuita y denunciar los altos cobros de colegiatura, de unos 4 mil 800 pesos por semestre, sin posibilidad de prórrogas o de recibir beca. Alrededor de cien universitarios de diversas carreras e institutos de la UACJ caminaron del Instituto de Arquitectura, Diseño y Arte para protestar en el edificio de Rectoría, la tarde del viernes, porque la plataforma de inscripciones por Internet eliminó la posibilidad de obtener un descuento en el pago de colegiatura. Señalaron que el rector tiene un sueldo tres veces mayor al que devenga el presidente Andrés Manuel López Obrador, e incluso la Auditoría Superior del estado lo señaló en la cuenta pública, porque su percepción es ilegal. Véase: “Toman la rectoría de la UACJ; exigen educación gratuita”, en La Jornada, 13 de diciembre de 2020 p. 20.
[14] Véase: “Por pandemia, piden diseñar la educación del futuro”, en La Jornada, 13 de diciembre de 2020, p. 27.