Los triunfos electorales de los proyectos revolucionarios y antiimperialistas en Bolivia y Venezuela en los últimos meses, acompañados solidariamente por los gobiernos de Argentina, Cuba, México, Nicaragua y otros del Caribe, reabren las posibilidades de la integración emancipadora regional bolivariana impulsada desde inicios del siglo XXI por los comandantes Hugo Chavez y Fidel Castro junto a Lula Da Silva, Nestor Kirchner, Daniel Ortega, Evo Morales, José Mujica y Rafael Correa que lograron derrotar al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y conformar la Alianza Bolivariana de los Pueblos de Nuestra América (ALBA), la Unión de Naciones Sudamericanas (UNASUR) y la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
La estrategia geopolítica imperialista norteamericana de frenar estos procesos a través de Golpes de Estado, como en Brasil, Honduras, Paraguay o Bolivia, de impulsar pactos espurios como el Grupo de Lima, de manipular a la OEA o de apoyar candidaturas y gobiernos conservadores y neoliberales como los de Piñera en Chile, Macri en Argentina, Bolsonaro en Brasil, Moreno en Ecuador o Duque en Colombia ha resultado infructuosa, más aún con el fracaso del gobierno de Donald Trump al intentar derrotar a los gobiernos de Caracas y La Habana.
Las tareas e iniciativas de los presidentes Andrés Lopez Obrador de México, y de Alberto Fernandez de Argentina han sido muy importantes para abrir las perspectivas de mayor coordinación autónoma de los países de la región desde el momento que desarrollaron políticas internacionales independientes de la presión de Washington para impulsar la CELAC, dejar de hacer eco a las campañas imperialistas contra los gobiernos de Nicolás Maduro de Venezuela, Miguel Diaz Canel de Cuba o Daniel Ortega de Nicaragua.
Especial importancia tuvieron sus decisiones de repudiar el Golpe de Estado contra Evo Morales en Bolivia en noviembre de 2019 e inclusive de salvar la vida del líder político indígena-campesino boliviano y dar refugio y asilo a centenares de perseguidos por el gobierno de facto de Jeanine Añez.
El haber mantenido la estructura organizativa de la CELAC y asegurado la presidencia pro-tempore de México, ha permitido potenciar sus postulados de llevar adelante la campaña de unidad latinoamericana y caribeña, de establecer la región como territorio de paz y solidaridad y de impedir la injerencia en asuntos internos de las potencias exteriores manteniendo el principios de la autodeterminación de los pueblos. El ALBA ha retomado sus acciones de cooperación subregional nombrando como nuevo Secretario Ejecutivo a Sacha Llorenti que reemplaza a David Choquehuanca, actual Vicepresidente de Bolivia. En el caso de UNASUR, ésta ha sido desactivada en los últimos años por Bolsonaro, Macri, Piñera, Duque, Añez y Moreno, sin embargo sus fundamentos y principios están presentes y deberán ser recuperados en el corto plazo, tomando en cuenta el fracaso del gobierno de Bolsonaro en Brasil.
Ante la crisis sanitaria por la pandemia y la económica presentes, los gobiernos nacionalistas y antiimperialistas deberán impulsar la mayor integración, solidaridad y cooperación latinoamericana, en la misma medida en que profundicen los procesos de transformación interna con una democracia participativa y antiimperialista y acciones revolucionarias que impidan el retorno neoliberal y conservador. En Bolivia estos desafíos están presentes.
Eduardo Paz Rada. Sociólogo boliviano y docente de la UMSA. Escribe en publicaciones de Bolivia y América Latina.