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Demócratas impostores

Fuentes: Rebelión

A Jorge Rodríguez y Héctor Alejandro Quintanar, maestros en develar engaños

Un grupo muy especial de demócratas ha aparecido con vehemencia en la arena política mexicana. Exquisitos, sofisticados, todos muy parecidos y sincronizados en sus “brillantes” discursos. Parte de la élite, están empeñados en defender la democracia, la república y a México, del peligroso gobierno de Andrés Manuel López Obrador. Gritan por todos los medios, “destrucción”, “caos”, “populismo”, “tiranía” y “dictadura”. Otra más de los intelectuales neoliberales.   

Participan en una impostura del neoliberalismo como ideología, vaciar a la democracia de su contenido profundo, para dejarla como un procedimiento, un medio e instituciones en defensa del neoliberalismo. Su defensa a la democracia es en realidad una defensa al neoliberalismo, al régimen del que se beneficiaron y que esperan que vuelva.  

Avaladores de fraudes electorales, defensores de un régimen que profundizó la desigualdad y aplaudidores de las reformas neoliberales antipopulares, hoy se visten de demócratas. Su proyecto es simple descarrilar a la 4T y volver al pasado vía revivir al Pacto por México (PRIANRD). 

A pesar de sus planes, su impostura no convence, ya que hay una contradicción de origen. No se puede ser demócrata y al mismo tiempo despreciar al pueblo. El elitismo y el paternalismo intelectual que pretenden, las alianzas con los partidos del régimen neoliberal y su trabajo a la orden de la gran burguesía y poderes mediáticos (Claudio X. González como estratega), van en contradicción con sus banderas “democráticas”.   

A pesar de los recursos con que cuentan sus aliados, los intelectuales neoliberales no conectan con el pueblo. Su gesticulación se nota falsa, en sus argumentos trampas y su impostura se desnuda. Y es que la democracia en su igualdad formal, en su carácter plebeyo y en su potencial trasformador, los traiciona. 

El problema de estos intelectuales incomprendidos es el pueblo que decodifica la impostura, el problema es el pueblo cuyo voto es mayoría, el problema es la democracia que hace valer lo mismo el voto de cualquiera con uno de la élite. De ahí que su incomprensión se vuelva odio y diatribas sacadas de una película gringa sobre la Guerra Fría. Sus llamados urgentes y desesperados no reciben respuesta.        

Los intelectuales neoliberales buscan adueñarse de la bandera de la democracia, como mecanismo para esconder sus intereses e intenciones. La batalla de las ideas en la que estamos inmerso pasa por defender el sentido de las palabras, porque los poderosos no se adueñen y destruyan los proyectos y utopías que pertenecen a las mayorías. Defender la democracia de sus impostores.