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Diez ideas para una pedagogía del profesor universitario de asignatura

Fuentes: Rebelión

Ser profesor universitario es una tarea compleja, implica alta preparación académica, planeación de cursos, conocimientos pedagógicos y capacidad de adaptación. Es necesario estar atento a las inquietudes de un alumnado diverso. Esta labor no se hace separada de las condiciones sociales de los alumnos y del profesor.

La labor docente es aún más compleja si se hace desde la precariedad, que es una forma brutal de injusticia. Tristemente la figura de profesor universitario de asignatura (por obra determinada) abunda en las universidades públicas del país. En nosotros impera un compromiso con la universidad pública y con la docencia como vocación de vida. No es fácil sobrevivir siendo profesor de asignatura, la labor docente muchas veces se vuelve un acto heroico. El trabajo de los profesores de asignatura sostiene la actividad formativa de las universidades públicas en México.

A continuación, presento diez puntos reflexivos que funcionan como guía para una pedagogía del profesor universitario de asignatura. Parten de mi experiencia de más de doce años como profesor precario en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México.

1.       Ser profesor de asignatura es un honor y un compromiso. La universidad pública es un proyecto político de justicia y liberación, que tiene como trinchera principal el aula. Es un proyecto ligado a la justicia social y a la convicción de que los hijos de la clase trabajadora merecen educación universitaria y de esta la mejor. Es por ello que ser profesor de asignatura implica un alto compromiso y profesionalismo. Hay que estar a la altura del reto.

2.       El reconocimiento a la labor docente tiene que ser en primer lugar por parte de los estudiantes. Las universidades públicas son espacios de gran desigualdad, la diferencia salarial entre profesores de tiempo completo y asignatura es de un abismo. El profesor de asignatura debe saberse afectado por una injusticia, esto le permitirá reconocer que los profesores de tiempo completo son sus iguales en tanto a saberes y profesionalismo. La diferencia abismal de ingresos no hace ni mejores ni más comprometidos a los de tiempo completo. El profesor de asignatura debe de darle la espalda al reconocimiento de las élites burocráticas y académicas para centrarse en el de los alumnos y alumnas a los que imparte clase.   

3.       Pon los pies la clase junto a tus estudiantes. La situación precaria del profesor de asignatura universitario nos ubica cercanos a nuestros alumnos y alumnas hijos de la clase trabajadora. Poner los pies en la clase implica desprenderse del elitismo y clasismo que abundan en las universidades y permite tender puentes solidarios y empáticos con los estudiantes. Asumir la clase es ubicarse de manera activa dentro de la realidad social y desde esa ubicación pensar la realidad social.  

4.       La docencia es creación heroica. Aléjate de estilos solemnes y tediosos, la docencia es arte. Nosotros, como profesores precarios, estamos al límite, por lo que cada clase es un acto creativo, divertido y heroico. Por lo tanto, innova, arriésgate. No es para tibios ser profesor de asignatura.

5.       Crea unión con tus colegas profesores la solución a la injusticia es colectiva. Rompe con el individualismo, tiende puentes de comunicación con tus colegas, organiza eventos en colectivos y comparte la comida. Sufrir en soledad es la opción de la resignación y frustración. La estructura pretensiosa del trabajo intelectual favorece que surja una competencia entre los propios profesores. Para dar la batalla por la justicia laboral del profesor de asignatura se necesita unión, conocernos, pensar nuestra realidad y actuar en colectivo.  

6.       Los alumnos son los mejores interlocutores del docente. Entablar un diálogo franco y conocer las inquietudes de nuestros alumnos, son pasos necesarios para reflexionar sobre la realidad social. No puede haber conocimiento social alejado de la realidad de los alumnos y alumnas. La universidad de élites vive en la mente colonizada y clasista de muchos, pero el buen profesor de asignatura toma distancia de ella. Reconoce en sus alumnos y alumnas a un interlocutor central para pensar la realidad.

7.       Ser profesor de asignatura da muchas satisfacciones. Aunque precario y mal pagado, el trabajo de profesor de asignaturas da muchas satisfacciones. Ten siempre presente la importancia de tu labor, la responsabilidad de trabajar con jóvenes y ser pieza central en la formación de hombres y mujeres libres. Disfruta de las recompensas no materiales de tu labor.

8.       No dejes que el sistema y la precariedad te consuma. Es difícil, pero no te puedes rendir. Sigue leyendo, investigando, escribiendo, soñando. No hay profesor bueno sin esa pasión ardiente y los alumnos se dan cuenta de ella. Ten en cuenta además que la pasión se contagia.   

9.       Se trata de amor. La docencia liberadora y plena es un acto de amor. Ese es el motor para seguir, si lo descuidas entras al pantano de la simulación y de la derrota. A Pablo González Casanova le preguntaron a sus noventa y cinco años cuál era su secreto para estar tan lúcido y sano, respondió: “luchar y amar”. De eso va la docencia.

10.   Una docencia contra el fascismo. Ante el avance del fascismo la labor docente buscará en colectivo y por medio del dialogo encontrarse con el amor, la justicia social y la esperanza. El fascismo se alimenta del odio al otro, del resentimiento y de ansias de poder. Es necesario que la labor docente busque despertar el amor a lo colectivo, al otro, a la patria y al mundo, esa es la vacuna contra el fascismo. La docencia es siempre un acto político, toca asumirlo.  

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.