1. ¡No puede ser!: el jefe de la mafia del PRI -partido que lleva dominando y sometiendo al pueblo mexicano desde 1929- el señor Manlio Fabio Beltrones, que esté pidiendo a los priístas que sean «autocríticos» y bien portados. Una vez logrado esto, entonces la mafia (con un siglo de dominación efectiva) una vez santiguada, […]
1. ¡No puede ser!: el jefe de la mafia del PRI -partido que lleva dominando y sometiendo al pueblo mexicano desde 1929- el señor Manlio Fabio Beltrones, que esté pidiendo a los priístas que sean «autocríticos» y bien portados. Una vez logrado esto, entonces la mafia (con un siglo de dominación efectiva) una vez santiguada, podrá acusar de «mafiosos» a toda la oposición para encarcelarla y asesinarla. «Conozco tu juego compañero, señala el tal don Corleone, pero ya somos viejos conocidos y jamás dejarán de llamarnos «cínicos y ratas».
2. Estaba en la toma de posesión la plana mayor dirigentes del PRI pasado y presente; ante tal escenario pletórico, el político sonorense expuso las ideas que habrán de diferenciarlo en la dirigencia de su partido. Fue cuando entonces sonó el llamado: pidió a los priístas ser autocríticos y continuar el proceso de evolución, profundizando en las reformas que generen más crecimiento económico, y sus resultados se reflejen en los bolsillos de la gente reduciendo -dijo- la agraviante pobreza y desigualdad entre los mexicanos.
3. Allí estaban muertos de la risa observando el circo, maroma y teatro del auditorio del PRI atestado de políticos: teatro presidido por Don Beltrone. Se contabilizó en primera fila al Joe Bananas, Al Capone, Lucky Luciano, Vito Genevese, John Dillinger, Frank Costelo y el Capi di tutti capi, además del más alto político: Silvio Berlusconi. ¡Qué buena puntada de nuestro socio al pedir una autocrítica! Si tuviéramos que hacérnosla en un confesionario el cura se dormiría y si fuera por escrito, sería tan grande que nadie se atrevería a leerla.
4. Pero sabemos por muchas décadas que pedir «autocrítica» y decir que «ahora en adelante todo será honesto», es sólo un recurso oratorio de todos los políticos porque son una mafia irredenta. Sin embargo, lo peor es que el PRI -como partido siempre en el poder- ha sido la escuela imitada ciegamente por todos los partidos, el PAN y el PRD en primer lugar, y por los demás partidos que para registrarse tienen que jurar cumplir con fidelidad -para no ser dados de baja o sancionados- los reglamentos que el INE les impone. No se conoce otro modelo diferente.
5. El PRI y el PAN son mafias consolidadas que aunque hablen de «autocríticas» no pueden cambiar porque son dos partidos con más de siete décadas al servicio directo del empresariado y el sistema capitalista. Pensé que el PRD después de la derrota en las elecciones pasadas y la renuncia del chucho Navarrete, estaba dispuesto a renovarse abriéndose a una profunda autocrítica que fortaleciera la centroizquierda electoral; creí que esos cambios abarcarían al PT y Morena, así como al movimiento social. Pero no; fue una simple falsa alarma.
6. El nuevo jefe mafioso del PRI tiene clara su tarea: a) seguir aliado y negociando con el PAN, b) proponer leyes restrictivas y represivas contra los maestros y, c) burlarse de López Obrador y su partido. El objetivo básico del «plan Don Beltrone» es activar y movilizar al PRI en apoyo al presidente Peña Nieto buscando aminorar la protesta social obligando mediante la aprobación de leyes que prohíban manifestaciones, plantones y campamentos en plaza pública alguna. Este «capi di tutti capi», no es cualquier presidente, es ¡el presidente!
7. ¿Alguien puede tener duda de que Beltrones ya se ha montado sobre el presidente Peña y demás miembros de su equipo? ¿Qué para que lo dejen fuera los Peña, Videgaray, Nuño, Chuayffet, Montiel, todo el equipo de Atracomulco, tiene que sacudir fuerte para tirarlo? Hay que pedir a los compañeros luchadores sociales de la CNTE que respondiendo a su profunda conciencia social no desmayen en su lucha; pero tengan más cuidado porque el mafioso Beltrones no es un personaje de confiar. Ahora si el PRI es más «cosa nostra» que antes.
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