Los mercados de la región están viviendo un momento extraordinario, debido al comportamiento de los precios de materias primas. Los beneficios de este momento abrazan básicamente a Bolivia, Perú, Colombia, Ecuador, Venezuela y, en menor grado, Uruguay, por su condición primario exportadora. Los países productores de petróleo viven este auge con mayor intensidad. Los procesos […]
Los mercados de la región están viviendo un momento extraordinario, debido al comportamiento de los precios de materias primas. Los beneficios de este momento abrazan básicamente a Bolivia, Perú, Colombia, Ecuador, Venezuela y, en menor grado, Uruguay, por su condición primario exportadora. Los países productores de petróleo viven este auge con mayor intensidad.
Los procesos sociopolíticos recientes han generado cambios de gobiernos con tendencia más progresista en Bolivia, Venezuela, Argentina, Brasil y Uruguay. Muchos de ellos responden a demandas de cambio, fundamentalmente en la gestión y propiedad de los recursos naturales. Sin embargo, pese a este antecedente, las reformas encaminadas hasta el momento no se apartan de los discursos encendidos y se alejan de los hechos concretos.
Un elemento central para comprender estos procesos sociopolíticos y el rol de los actores, es la tendencia hacia una mayor participación de los Estados en el excedente generado por la explotación de petróleo y el gas, vía incremento en regalías (Ecuador y Venezuela) o impuestos (Bolivia). Otra tendencia notoria es el protagonismo que las transnacionales mantendrán en el sector energético, eso sí, bajo nuevos marcos de regulación.
En el sector minero, de forma más visible en el caso boliviano, la débil presencia estatal tiende a mantenerse; en consecuencia, el crecimiento de la presencia extranjera en la explotación de minerales crecerá y las utilidades provenientes de los excelentes precios tendrán poco impacto en los ingresos fiscales.
Con referencia al sector de la soya, se entiende que los costos de producción en otros países productores son menores, por su composición tecnológica y la escala de su producción. Las facilidades que tuvo la soya boliviana, debido a las preferencias arancelarias de la CAN y los precios extraordinarios en los pasados años, debieron ser aprovechadas por los productores para crear verdaderas ventajas competitivas.
El desplazamiento del mercado colombiano no se puede explicar por la orientación de la política comercial del actual gobierno; más bien debería generar una reflexión y definición sobre las estrategias para la reconversión del sector agropecuario en tierras bajas, encaminadas a mantener un nivel de competitividad de mediano y largo plazo.
En cuanto a los mercados alternativos, para poder ver su viabilidad, se debe asumir primero que Bolivia es un país que tiende a ser mono exportador: a junio de 2006 la participación de la exportación de hidrocarburos asciende a 47%, si sumamos a la anterior la participación de la exportación de minerales, la cifra sube a 66%. Esta situación sitúa a Bolivia como un país fundamentalmente proveedor de recursos no renovables, a través de productos que tienen mercados ya definidos. Actualmente son sectores estratégicos para el gobierno para la generación de excedente económico; quedando en un segundo plano el resto de las exportaciones. Es decir, los mercados alternativos seguirán teniendo una participación tangencial.