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El auténtico rostro del PRO maquillado por los medios

Fuentes: Rebelión

En más de una ocasión hemos hablado de como los grandes medios protegen a sus servidores políticos, no solo promocionando aquellos actos que puedan ser bien recibidos por la opinión pública; sino, por sobre todo, ocultando aquellos que despierten el encono o rechazo de muchas de sus medidas o procederes. Uno de los políticos más […]

En más de una ocasión hemos hablado de como los grandes medios protegen a sus servidores políticos, no solo promocionando aquellos actos que puedan ser bien recibidos por la opinión pública; sino, por sobre todo, ocultando aquellos que despierten el encono o rechazo de muchas de sus medidas o procederes.

Uno de los políticos más protegidos por el poder mediático en nuestro país es, ni más ni menos que, el jefe de gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Mauricio Macri; quien ha gozado de una suerte de «inmunidad televisiva y radial» por parte de la cofradía de periodistas independientes que ponen todo su empeño en ocultar los desastres de su ineficaz gestión.

Tal es el nivel de protección mediática que el común de los porteños, donde se encuentra la mayoría de sus votantes, desconoce que pesan sobre su persona una serie de causas judiciales (por escuchas ilegales, por la violencia desplegada por la UCEP) y otras en que indirectamente aparece involucrado -merced a la intervención de su asesor estrella, el ecuatoriano Jaime Duran Barba- por la difamación realizada en perjuicio de Daniel Filmus en la denominada «campaña sucia». Sin mencionar, obviamente, las denuncias que se le imputan penalmente por «coimas y asociación ilícita» en las obras del canal aliviador del arroyo Maldonado, o la decena de irregularidades detectadas por la Auditoría porteña.

Es notorio observar la ausencia de información veraz al respecto en contraste con «los show mediáticos montados» para descalificar al gobierno nacional sistemáticamente.

Sin ir más lejos, en el período previo a los comicios legislativos, los medios bombardearon recurrentemente (aproximadamente por 15 días) con la noticia de un diputado oficialista que se había enojado con un representante de gendarmería por el reclamo del último recibo de la boleta de pago del seguro automotor. En verdad, una nimiedad que acontece a diario en las calles y rutas de nuestro país. Sin embargo, de los procesos o denuncias que se efectúan sobre el gobierno o funcionarios porteños (recordemos por ejemplo: el caso del asesor macrista procesado por el hurto de piezas arqueológicas o el procesamiento que recae sobre otro director del gobierno porteño por estafa a 77000 jubilados y pensionados) ninguno de esos medios se ocupa de mencionarlos. Es que ocultar la información es uno de los tantos mecanismos al que se apela para manipular a la opinión pública.

No obstante, dos hechos recientes ponen de relieve no ya la ineficiencia o irregularidades de la administración macrista, sino cual es el verdadero ideario que expresan los representantes del PRO; claro que nuevamente, los grandes medios optaron por no darle trascendencia a los mismos y minimizar, de ese modo, casi a la inexistencia su difusión masiva.

Uno de ellos fue la decisión de gobierno porteño de cambiar el nombre de una calle de la localidad capitalina de La Paternal que, en principio y en apariencia, podría tratarse de un acto banal pero teniendo en cuenta la historia reciente de nuestro país no es, evidentemente, un hecho menor. Nos referimos a la determinación de suprimir el nombre del Pasaje «2 de abril» (que conmemora el día del desembarco argentino en las Islas Malvinas) por el de, nada menos que, «Inglaterra». Sí, sí, leyó bien, eliminar el nombre de «2 de abril» y renombrar al pasaje como «Inglaterra».

Sinceramente es vergonzoso -y más allá de la locura emprendida por la dictadura oportunamente- que un candidato que aspira a presidir nuestra república adopte una decisión de estas características. Podríamos afirmar sin temor a equivocarnos que semejante actitud es un acto de provocación al sentimiento nacional y una ofensa a la memoria histórica de los argentinos. Lo que en última instancia revela, en esencia, el pensamiento colonial al que adscribe esta clase de dirigentes que, no por casualidad, pretenden suprimir de la enseñanza media capitalina las asignaturas de Historia Argentina y Latinoamericana.

El otro hecho significativo, pero ocultado por los grandes medios, fueron las expresiones de Carlos Ares, coordinador de Medios de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, quien sostuvo que «los periodistas de Página 12, C5N, Tiempo Argentino, son unos hijos de puta que resoplan mal aliento». No es descabellado imaginar, cuando el funcionario responsable de coordinar los medios expresa semejante concepción política sin que, por otra parte, el Jefe de Gobierno adopte decisiones al respecto, cuál sería la actitud ante los medios opositores por parte de un gobierno que tenga como presidente a un hombre como Mauricio Macri.

A propósito de este hecho es notorio observar como los «cruzados de la libertad de expresión»: Joaquín Morales Sola, Alfredo Leuco o Magdalena Ruiz Guiñazú no se enfadaron, ni pidieron la renuncia del fascista coordinador; ni Luis Majul se encargó de calificarlo de goebbeliano. Al parecer, para los periodistas independientes, la libertad de expresión es patrimonio exclusivo de los grandes medios y cualquier intento de acallar o amedrentar las voces de los representantes de los medios menores no es un acto de censura, ni de intimidación; sino un recto proceder.

Pero volviendo al PRO, y luego de finalizados los comicios, parece ser que sus miembros han decidido mostrar su verdadero rostro; pues, ahora el asesor principal de esa fuerza política, Durán Barba, en un acto de sinceramiento ha vertido cálidos elogios a la figura de Adolfo Hitler: «un hombre espectacular», según sus afirmaciones.

Obviamente, no resulta muy extraño estas actitudes para aquellos que conozcan el verdadero ideario que reivindican «off the record» buena parte de los integrantes de esta fuerza capitalina, que reivindica en lo económico, la libertad de mercado y en lo político, son prejuiciosamente intolerantes y condescendientes con la visión de un país colonial.

No obstante, el problema radica en que la ciudadanía no alcanza a visualizar el verdadero «ser» de esta expresión política; puesto que los medios hegemónicos, en forma deliberada, se empeñan en ocultarlo a los efectos de preservar la imagen de un partido que de llegar al poder les garantizará pingues beneficios.

No por azar, el mismo Mauricio Macri viene pronunciando a viva voz que de ser presidente en el 2015 borrará de un plumazo la ley de medios, suprimirá el fútbol para todos y privatizará el sistema jubilatorio. Medidas éstas, entre otras cosas, compartidas por el sonriente nuevo candidato: Sergio Massa; solo que éste no está dispuesto a vociferarlas, por el momento, a los cuatro vientos.

Como vemos, detrás del maquillaje se esconde el verdadero rostro del conservadurismo vernáculo; sus principales cosmetólogos (los medios hegemónicos de comunicación) se encargan de no mostrar impurezas o imperfecciones. Su tarea consiste en mantenerlos «lindos y esbeltos» para que la ciudadanía los apoye; al fin y al cabo, los expertos en ocultamientos estan dispuestos a todo para conservar su poder.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.