A Francesc Pi de la Serra le ha tocado toda su vida sobrellevar la pesada carga de ser uno más de los integrantes de la Nova Cançó; lo que puede estar muy bien si te llamas Llach, Serrat o Raimon, pero no tanto si, como en el caso de Pi de la Serra, no vas […]
A Francesc Pi de la Serra le ha tocado toda su vida sobrellevar la pesada carga de ser uno más de los integrantes de la Nova Cançó; lo que puede estar muy bien si te llamas Llach, Serrat o Raimon, pero no tanto si, como en el caso de Pi de la Serra, no vas de cantante protesta ni de cantautor costumbrista sino que más bien te da por la poesía surrealista y el blues… Y es que no todos aquellos Setze Jutges viajaban en el mismo barco, más bien les unió el cantar en catalán y luego cada cual era hijo, natural y musical, de su padre y de su madre. Pero las visiones reduccionistas tienden a uniformar y a etiquetar sin entrar en el fondo. Una pena, porque no conocer a Quico Pi de la Serra es perderse a un guitarrista de excepción (desde hace años colecciona guitarras) y no saber de uno de los escasísimos músicos españoles que llevan desde los años 60 intentando aproximarse a los sonidos negros, esencialmente al rhythm ‘n’ blues, pero, sorprendentemente, en su música también se pueden rastrear huellas rítmicas y melódicas del bluegrass. Todo ello, como se ha dicho más arriba, empleando una poética absolutamente personal y surrealista a la que, quizás, no sea fácil entrar, pero que poco a poco va calando. Pese a todo esto, Pi de la Serra cuenta con un buen número de seguidores y en sus directos no es extraño ver a veteranos aficionados al blues que de ningún modo se dejarían caer en un concierto de, por citar a alguno de sus compañeros de generación, Raimon.
Esa pasión por los sonidos de Norteamérica sigue bien presente en su nueva obra, Tot (K Industria). Un álbum variado en el que se da el placer de versionear de manera sensacional al bluesman de Chicago Big Bill Broonzy en el instrumental «Hey hey baby» o a ese gran heterodoxo que fue Ovidi Montllor, en una relectura de «Perqué vull». Pero también está el demoledor compositor de pasajes herméticos en «Estocolm», el compositor abierto de miras en, esta en castellano y de inacabable título, «Para encontrar el camino, hay que ser frágil y fuerte. No hay que temerle al destino, ni a la vida ni a la muerte» o en la hermosa «Passen els dies». También, en fin, nos enseña como su escritura musical y su guitarra pueden adaptarse al jazz en «Harlem» (también instrumental). Y, para terminar de despistar, es capaz de despachar el disco con «La internacional», recién sacada de las aguas del Mississippi. Un tipo bien peculiar este Pi de la Serra.
Enlace a noticia original:
http://www.efeeme.com/noticias/noticias_ficha.aspx?ID=538