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El cablegate y el temor del imperio a que el mal ejemplo de wikileaks cunda

Fuentes: Rebelión

El escándalo que ha generado la revelación de los cables diplomáticos de E.U.A. a través de Wikileaks y otros sitios de divulgación de información, deja entrever los graves problemas que enfrenta la sociedad de la información para mantener la confidencialidad de la misma. Así es posible observar como la red secreta de comunicaciones Secret Internet […]

El escándalo que ha generado la revelación de los cables diplomáticos de E.U.A. a través de Wikileaks y otros sitios de divulgación de información, deja entrever los graves problemas que enfrenta la sociedad de la información para mantener la confidencialidad de la misma. Así es posible observar como la red secreta de comunicaciones Secret Internet Protocol Router Network (SIPRNet) que servía como medio de transferencia para los datos entre embajadas, servicios diplomáticos y el gobierno estadounidense, ha sido temporalmente desconectada del banco de datos del Departamento de Estado, que almacenaba y procesaba los cientos de miles de cables que se consideraban clasificados.

La acción en sí revela el enorme temor que siente el gobierno estadounidense para guardar eficazmente la confidencialidad de su información digital y lo crucial que juzga sancionar a quienes han demostrado lo vulnerable que es . No importa que SIPRNet haya sido creada como mecanismo de resguardo de la secrecía de la información diplomática, ni que la base de datos que registra cada uno de los cables disponga de medios para el control a su acceso, el hecho es que la colosal filtración de la información no pudo ser detenida ni con el uso de la mejor tecnología. Y ello se debe a que el problema de mantener un secreto, sigue siendo de trasfondo humano. Son los humanos quienes recaban la información, le dan forma, la comunican o almacenan, y son ellos quienes la usan y la protegen. También son quienes deciden revelarla, sea por razones de venganza, ira, postura política, creencia religiosa o de ganancias económicas. Igualmente, son los humanos quienes cometen errores que conducen a que se divulgue accidentalmente la misma.

En cualquier caso, la tecnología es el medio, pero el fin sigue siendo lo que los humanos hacen con información. Cientos de miles de cables recabados por todo el mundo y con gran esfuerzo y coste, que se suponían serviría para tomar decisiones acertadas, han terminado por desnudar a la diplomacia estadounidense. Han expuesto ante el mundo entero lo que en realidad es el moderno trabajo de las embajadas y consulados . Nos han demostrado lo que desde hace siglos ya se había indicado, que el imperio gringo no vela por más nada que no sea los intereses comerciales de ciertos grupos financieros y por mantener el poder de corporaciones que hoy son quienes dictan la política Washingtoniana. Que el cuento de defender y promover la libertad y la democracia es la careta de quienes sojuzgan pueblos enteros y hacen atroces guerras por todo el globo terráqueo, para apropiarse indebidamente de recursos y con avaricia acumular riquezas, que de estar bien distribuidas mejorarían a las mayorías del mundo y harían un planeta más feliz . Ese es el pecado de Wikileaks, haber dejado desnudo al malvado rey, y por ello ya se ha dictaminado que debe pagar.

No importan la impunidad de los crímenes denunciados, tampoco interesa que semejantes atrocidades se continúen ejecutando o se puedan repetir, solamente interesa enseñar que revelar la verdad es un crimen y que la sanción para quien incurra en eso será la aniquilación. El mundo completamente al revés.

De manera que el gran recopilador de información, que ahora hasta requiere de nuestros datos biométricos -sin explicar por cuál razón-, apela a actividades muy tradicionales como son amedrentar y presionar a todos aquellos que puedan servirle de infraestructura de soporte a Wikileaks y persigue a su director Julian Assange con la clara intención de aplicarle un brutal castigo que sirva de ejemplo para todos aquellos que puedan osar en desafiar su poder. En la era de la tecnología digital los procedimientos que la nefasta inquisición religiosa usó siguen vigentes . La mentira, la persecución y la tortura, los traslados no registrados, el encarcelamiento indebido y el abuso de poder, continúan dominando a quienes hacen la política estadounidense. Pero lo que no toleran es que se les eche en cara tal proceder. Que se les cuestione su maldad y su falta de humanidad.

El malvado quiere se considerado un benefactor, un justiciero y un ser decente, tal vez porque su conciencia acusadora requiere que el resto de los seres la niegue, para que así él pueda disfrutar en paz de sus bienes mal adquiridos.

La otra gran lección que hasta ahora nos deja el affair del Cablegate , es para aquellos que piden datos de los demás. A los cientos que recopilan información privada de los ciudadanos para conformar sus propias bases de datos. Sea instituciones gubernamentales o privadas, deben recordar la grave responsabilidad que asumen por proteger y mantener la privacidad de la información que se les ha suministrado. Por lo tanto, hay que enseñar a cada director o jefe, que bajo cualquier arranque emocional decide crear su propio banco de datos, que al hacerlo se embarca en una dificultad que, ni la potencia mundial que puso a un hombre en la luna en 1969, ha podido resolver satisfactoriamente . Que lo piensen bien y recuerden la sabiduría del político, científico e investigador estadounidense, Benjamín Franklin, quién siglos atrás sentenció: » Tres pueden mantener un secreto, si dos de ellos están muertos «.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.