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Reseña de Vendrá la realidad y nos encontrará dormidos

El cabrón de Santiago y su libro-acordeón

Fuentes: Rebelión

UNO Para escándalo de quienes tratan los libros como reliquias sagradas/objetos decorativos, tengo desde adolescente la zafia e irrespetuosa costumbre de leer en los momentos, lugares y posturas más insospechadas. Peor aún: frase o página que se me antoja crucial, ¡subrayado que te crió! -¡preferentamente en tinta! ¡Horror!-, y pliegue correspondiente. Mi perversión alcanza altas […]


UNO

Para escándalo de quienes tratan los libros como reliquias sagradas/objetos decorativos, tengo desde adolescente la zafia e irrespetuosa costumbre de leer en los momentos, lugares y posturas más insospechadas. Peor aún: frase o página que se me antoja crucial, ¡subrayado que te crió! -¡preferentamente en tinta! ¡Horror!-, y pliegue correspondiente.

Mi perversión alcanza altas cotas de refinamiento: he desarrollado todo un código de tipos de subrayado, notas al márgen y técnicas papirofléxicas que me permiten, de un sólo vistazo, localizar rápidamente el fragmento buscado dependiendo de su temática y grado de interés.

Así, cualquiera que chafardee en mi biblioteca, juzgará cuán apasionante me ha resultado una lectura proporcionalmente al número de lamparones de aceite de oliva, vino y flujos corporales de ambos sexos, restos de arena de playa, tierra e incienso y garabatos ininteligibles en los márgenes, así como número y barroquismo de los pliegues que abomben el ejemplar.

¿Por qué este narcisista apunte autobiográfico, que probablemente al lector le importe un carajo? Pues para justificar el título de este artículo. Desde el primer día en que inicié la lectura del penúltimo libro de Santiago Alba Rico, Vendrá la realidad y nos encontrará dormidos (partes de guerra y prosas de resistencia), se me reveló inmediatamente como un probable libro-acordeón. Finalizada la lectura, la expectativa se ve confirmada de sobras; rara es la página que no tiene algún tipo de pliegue. Imposible cerrar el libro, que ha adoptado el aspecto de un acordeón pequeñito, más bien un bandoneón arrabalero como el que Gardel llevó para su pieza y acunó en su pecho frío.

DOS

Explotemos la metáfora. Como es sabido, el acordeón es un instrumento polifónico, que permite emitir a un tiempo diferentes melodías y armonías, a distintos ritmos. Esta versatilidad de resgistros es característica del estilo de Alba, bien conocido por los lectores de REBELIÓN.

Pero es en esta recopilación de artículos donde dicha virtud casi sobresalta; línea tras línea, capítulo tras capítulo, el Santiago filósofo, el Santiago ciudadano, el Santiago cronista, el Santiago analista político, el Santiago poeta, el Santiago desesperado, el Santiago vitalista, el Santiago rabioso, el Santiago enamorado, el Santiago sarcástico, el Santiago padre y el Santiago humorista (que, pese a todo, sigue existiendo casi 25 años después de Los Electroduendes) se alternan vertiginosamente en una grácil danza circular -al estilo de los derviches sufíes-. Y se alternan al compás marcado por…. el Santiago Cabrón.

Santiago cabrón: ése que te hace detener la lectura y perder la mirada en el vacío para, al siguiente párrafo, provocarte una carcajada que sobresalta a todo el vagón del tren y, acto seguido, hacerte sollozar como un niño abandonado. Todo ello para gran regocijo del resto de viajeros, que ante el show en vivo de un loco se sienten muy satisfechos de su propia normalidad y de su propio filtro para escoger lecturas: «¡nunca leas un libro que no haya vendido tres ediciones en dos meses, o del que no hayan oído hablar el 85% de tus compañeros de trabajo -si es que no lo han leído ya- !».

Santiago cabrón: el que a Desi (mi compañera/amiga/amante, jovencísima mujer de extremada sensibilidad que recién se empieza a meter en política), le hace decir, a dos días de iniciada la lectura:

-Me gusta muchísimo… Pero me revuelve el estómago y el corazón…

¡¡¡Y me dan ganas de sacar el sable!!!

Santiago cabrón. ¿Quién es? El que juega con el resto de «Santiagos», para que éstos jueguen a su vez contigo: Ni más ni menos que el Santiago escritor. Bien lo definió hace un tiempo (2005) Alfonso Sastre: «Esto, además de pensamiento, es muy buena literatura. ¡Aleluia! ¡Aleluia!».

Y yo añado: si no fuera porque en nuestro deliciosamente psicópata «Mundo Libre» la censura -que suponemos existente en Cuba- campa a sus anchas de mano de las Sagradas Leyes del Mercado (ayudadas in extremis por jueces y policías en caso de involuntario desliz), Santiago Alba sería considerado uno de los mejores escritores y pensadores contemporáneos en lengua hispana. Y los intelectuales mediáticos -si en verdad fueran, además de mediáticos, intelectuales-, no tendrían empacho, más allá de afinidades y militancias, en proclamar la solidez y transparencia de su pensamiento.

Pero Alba no vende porque Alba no debe ser comprado; por tanto, Alba no debe ser promocionado. Aunque, seamos sinceros: ¡¡¡Seguro que Alba prefiere vender poco con tal de que Savater o Vargas Llosa no le ensucien el prestigio con un elogio!!!…

TRES

Su pensamiento es transversal; por tanto, directo. Y esto no es una paradoja cuando lamentablemente el enfoque «directo» al que estamos acostumbrados topa viciosamente con una muralla de tópicos. Como se debe hacer frente a un enemigo acorazado, nuestra espada buscará ese punto vulnerable que la armadura no cubre. Y Alba Rico lo hace, mucho más allá de todo tópico (incluídos todos aquellos que arrastra sin darse cuenta eso tan difuso y abstracto que llamamos «izquierda»). Sus ejemplos, parábolas y reductio ad absurdum son tan diáfanos e indiscutibles que resultarían perogrulladas de no ser porque nos hemos dejado arrebatar la capacidad de ver lo más evidente. El Rey está desnudo, y necesitamos al Santiago niño para darnos cuenta y proclamarlo.

Frente al constante bombardeo de «noticias kleenex» que se desplazan entre sí constantemente para que no retengamos ni entendamos nada -ni nos molestemos en intentar entenderlo-, Alba convierte en eterno aquello que enfoca, por muy «anecdótico» o «coyuntural» que nos parezca. Porque, sacándolo de «La (sacrosanta) Actualidad», lo dota de entidad, de existencia, de verdad, de vida, de amor y de rabia.

¿Dije «lo dota«? ¡Rectifico!: Alba, a aquello que enfoca, sacándolo de «la (sacrosanta) Actualidad», le devuelve la entidad, la existencia, la verdad, la vida, el amor y la rabia. Esto, en una guerra mundial cuyo principal campo de batalla son las conciencias, será en breve considerado «Terrorismo».

«Terrorismo», sin duda, y también por los medios utilizados. Pues, para colmo, quien publica el libro es la diminuta, heroica y tristemente recién huérfana Editorial Hiru; y quien recomienda su lectura, un perfecto Don Nadie como yo. Si lo publicara y recomendara un titán multitentacular como el Grupo PRISA (por poner un ejemplo), sería también guerra ideológica, pero legítima; ¡humanitaria, incluso!…

Porque -¡coño!-, ya se sabe que la diferencia entre «demócratas» y «terroristas» es que los primeros bombardean y los segundos lanzan piedras. Y dudo que, hoy en día, en los aviones te permitan embarcar un acordeón.