Recomiendo:
0

La sospecha se confirma: el 'pirateo' beneficia a los músicos

El ‘copyright’ es malo para los autores: las pruebas

Fuentes: El Navegante

 Hace ya unos años el músico, periodista y ‘blogger’ Ignacio Escolar publicó un premiado artículo titulado ‘Por favor, Pirateen mis canciones‘. En él se defendía que para la mayoría de los músicos la copia indiscriminada de su obra acaba siendo un beneficio económico, al proporcionarles mayor fama y por lo tanto más conciertos y galas. […]

 Hace ya unos años el músico, periodista y ‘blogger’ Ignacio Escolar publicó un premiado artículo titulado ‘Por favor, Pirateen mis canciones‘. En él se defendía que para la mayoría de los músicos la copia indiscriminada de su obra acaba siendo un beneficio económico, al proporcionarles mayor fama y por lo tanto más conciertos y galas. En la practica, sostiene Escolar, los ingresos de los músicos por la vía de los derechos de autor son mínimos, y casi todos viven de las actuaciones. Un artículo publicado en la prestigiosa revista electrónica ‘First Monday’ demuestra que es el caso, al menos en Alemania y Gran Bretaña. En efecto, la legislación de propiedad intelectual diseñada para proteger y favorecer la creación está perjudicando a los consumidores de música (por supuesto) y a la inmensa mayoría de los creadores. Los únicos beneficiarios son un puñado de compositores, y las entidades de gestión de derechos. ¿No es surrealista?

A partir de ahora cuando oiga aquello de que la Propiedad Intelectual es necesaria para proteger a los pobrecitos autores, échese mano a la cartera. Porque hay pruebas de que esa afirmación no es cierta.

El estudio se llama ‘Artists’ earnings and copyright: A review of British and German music industry data in the context of digital technologies‘ (Ingresos de los artistas y ‘copyright’; una revisión de datos de las industrias musicales alemana y británica en el contexto de las nuevas tecnologías), de Martin Kretschmer, y sus resultados son espectaculares. Basándose en amplios estudios sobre la realidad industrial de ambos mercados y entrevistas en profundidad con 8 artistas (4 de cada país), Kretschmer llega a varias conclusiones de interés. La más importante: para la inmensa mayoría de los músicos (entendiendo como tales a compositores, productores y ejecutantes) el ‘copyright’ es económicamente negativo, y cada vez más.

La razón es que los ingresos que obtienen por este concepto casi todos los músicos son ridículos, mientras que el progresivo endurecimiento de las normativas de protección hace cada vez más difícil (y caro) a los mismos artistas asegurarse de que su uso de obra previa es legal. El efecto es que los costes de hacer música aumentan, pero no así los ingresos.

De hecho los datos de Kretschmer afirman que en Alemania tan sólo 1.200 compositores pueden vivir de los ingresos derivados del ‘copyright’. De hecho toda una serie de estudios apoyan la conclusión de que sólo una exigua minoría de los creadores de cualquier género consiguen unos ingresos suficientes a partir de este concepto únicamente. Cifras cercanas al 90% complementan con otro tipo de trabajos, muchos de ellos relacionados con el principal como dar clases, actuaciones en vivo, conferencias, etc.

La segunda conclusión de importancia afirma que las ventajas que las nuevas tecnologías ofrecen se están viendo limitadas a causa de nuevo de los derechos de Propiedad Intelectual. Aunque hay evidencias de que los nuevos sistemas de distribución contribuyen a acercar a autores y consumidores, la interacción entre los creadores y los materiales contemporáneos se ve muy dificultada por los requisitos legales.

En suma: la propiedad intelectual no permite vivir a los creadores de su trabajo, y tiende a encarecer y dificultar el acceso a la obra anterior necesario en el proceso creativo (o imprescindible en casos como el Rap). Para colmo, el endurecimiento de estas medidas tiende a eliminar las ventajas que pudieran tener Internet y las tecnologías digitales ara la creación y distribución de nuevas músicas. Todo ello para beneficiar a una pequeña minoría de autores y las organizaciones que les apoyan.

Estando como estamos en plena tramitación de una nueva Ley de Propiedad Intelectual que encierra, limita y penaliza cada vez más, conviene conocer los datos. Porque estas cosas se hacen siempre en el nombre de la protección de los autores y su creatividad. Pero los números dicen otra cosa. Resulta que los supuestos ‘piratas’ pueden estar ayudando a los profesionales creativos, mientras sus representantes y abogados les perjudican y se benefician de ese perjuicio.

¿Escucha, señora ministra, alguien?