Recomiendo:
6

El cuento del éxito

Fuentes: Rebelión

Dentro de la ideología dominante actual el mito del éxito ocupa un lugar central. Es un mito ampliamente extendido que prefigura el actuar de las personas, en mayor medida que doctos tratados de economía o de filosofía. La idea del éxito, construida socialmente, llega a nuestros deseos y se mete hasta los sueños. Como triunfo ideológico la idea del éxito parece no esconder ningún secreto, parece obvia, natural y a-histórica.

En la actualidad ser “un triunfador” o “tener éxito” parece ser el fin mismo de la vida. La utopía neoliberal es una individual y se concentra en la conquista del éxito. Es una competencia porque el éxito es sobre todo una comparación con los demás. De ahí que sea una carreara sin fin. Siempre se puede ser más exitoso y siempre habrá personas más exitosas que uno.  

Insertos en la competencia llamada vida, las cosas adquieren un valor nuevo a partir de una escala de éxito impuesta. El automóvil, el trabajo, la casa, el trabajo, las vacaciones, se miden en tanto al éxito que reflejan, y más aún, la esposa o esposo, los hijos y nuestra figura tendrán a marcar el nivel de éxito personal.  

El éxito se vuelve la medida de uno ya que acorde con la visión individualista del sentido común actual, uno tiene el éxito que se merece. No es un éxito neutral, es uno capitalista, machista y colonial. No hay espacio para debatir la imagen del éxito, esta se impone de manera avasalladora. Y se liga al consumismo, a la adquisición de poder, a dominar, o como se suele decir “a ser alguien”.   

La carrera del éxito es una competencia ingrata, porque hay lugares asignados, hay dados marcados y hay quien ya ganó desde que nació, los “bornwinners”. La eterna búsqueda del éxito se vuelve el camino más rápido a la depresión, a la frustración, a una vida gris y al blofeo como actitud ante la vida. 

La ideología dominante señala que la responsabilidad del éxito es de uno mismo y la superación sólo puede ser individual. De ahí que proliferen literatura y cursos de superación personal, donde se dan las claves del éxito. Entonces, si uno cae en ellos lo que sigue es la amargura, la ansiedad y la soledad del que compite en todo momento.  

Darle la espalda al éxito es un acto rebelde, un acto contracultural, que desmonta la ideología del poder. Enfrentarse a la fuerza demoledora del éxito, renegar de la imagen que homogeniza las vidas y sostener una propia, en silencio y sin parafernalias, es un acto político. Es asumir el mundo como es, reconocerse con el común, con los derrotados, con los “mediocres” que cambiaran el mundo por uno mejor.