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Los cables de wikileaks

El emperador desnudo

Fuentes: Asia Times Online

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens y revisado por Caty R.


Presidente Bush: «Frank, por favor, considere la posibilidad de ocupar un puesto que estoy creando. Podría significar muchas horas y noches peligrosas, rodeado por algunos de los elementos más canallescos de nuestra sociedad.»

    Frank: «¿Quiere que forme parte de su gabinete?»

    La pistola desnuda 2, con Leslie Nielsen.

Sea cual sea el sesgo, el hecho es que no es probable que los 1,6 gigabytes de archivos de texto en un pendrive que contenía 251.287 cables filtrados del Departamento de Estado de EE.UU. de más de 250 embajadas y consulados provoquen «una catástrofe política» -como dijo la revista alemana Der Spiegel- con respecto a la política exterior de la hiperpotencia mundial en decadencia.

Tras las múltiples capas hipócritas al sesgo presentadas al frenético ciclo noticioso continuo, la política es sobre todo un reality show deshonroso. Es lo que muestra gráficamente el último show de WikiLeaks. Un Muammar Gaddafi que usa botox y lo pasa muy bien con su enfermera sexy ucraniana pertenece al reino de Gran Hermano.

Aunque todo esto sería un gran show en la televisión, no es ninguna revelación que para los diplomáticos estadounidenses el presidente iraní Mahmud Ahmadineyad es «Hitler», el presidente afgano Hamid Karzai un «paranoico», el presidente francés Nicolas Sarkozy es un «emperador desnudo», que al «vano e irresponsable» primer ministro italiano Silvio Berlusconi le gustan las «fiestas alocadas», que la canciller alemana Angela Merkel es «poco creativa», que el presidente ruso Dimitri Medvedev «es el Robin del Batman [primer ministro Vladimir] Putin, o que el Querido Líder de Corea del Norte Kim Jong-il es un «viejo debilucho» que sufre un «trauma físico y psicológico».

Pero creer, como hace la secretaria de Estado de EE.UU. Hillary Clinton, que esas revelaciones constituyen «un ataque no sólo contra los intereses de la política exterior de EE.UU. sino contra la comunidad internacional»; o que WikiLeaks, como dijo el presidente Barack Obama, ha cometido un crimen grave, es no demostrar otra cosa que una arrogancia imperial de pésimo gusto. Como si el mundo no tuviera derecho a engullir el tipo de comida basura política servida a unos pocos consumidores dentro de los palacios del poder de Washington.

Clinton debe de haber notado que el sentimiento general después de leer esos cables refleja un Washington en plena crisis nerviosa digna de una cinta de Almodóvar. Por ejemplo un aliado clave de EE.UU. como Berlusconi, definido como «presuntuoso», «indiferente a la suerte de Europa» y peligrosamente cercano a Putin, de quien parece ser «el vocero», puede ser considerado como una amenaza igual que Ahmadineyad. ¿Cuán paranoico se puede llegar a ser? La embajada de EE.UU. en Moscú, a propósito, describe a Putin como un «macho alfa» que gobierna Rusia, que es virtualmente «un Estado mafioso»; los cínicos dirían que lo mismo vale para el ex vicepresidente Dick Cheney durante la era de George «Dubya» Bush.

Cualquiera con un coeficiente intelectual superior a 75 podría haber llegado a sospechar que los diplomáticos de EE.UU. espían a sus colegas de las Naciones Unidas (por orden de Clinton); que Washington dirigió un bazar para obligar a países pequeños a aceptar a reclusos de Guantánamo; o que ese ejemplo de democracia y derechos humanos, el rey saudí Abdullah bin Abdul Aziz, instó a EE.UU. para que atacara Irán.

El temor al Irán chií es después de todo la regla en esa manada de autócratas/dictadores impopulares árabes suníes que constantemente insisten y ruegan para que EE.UU. les venda las armas que los mantienen en el poder.

Pero las cosas se ponen más serias cuando el embajador de EE.UU. en Turquía dice que el primer ministro Recep Tayyip Erdogan es «un fundamentalista. Nos odia religiosamente» y su odio se propaga; es una mentira flagrante.

O cuando el jefe supremo del Pentágono dice al ministro de Exteriores italiano Franco Frattini que Irán no suministra armas a los talibanes -un hecho que anula la campaña masiva de suspensión de la incredulidad orquestada por el Pentágono que duró meses.

No existe evidencia de que la dirigencia colectiva de Pekín haya sido el verdadero poder tras los ciberataques a Google. Y cuando el ex viceministro de exteriores sudcoreano Chun Yung-woo dijo al embajador de EE.UU. en Seúl que la nueva generación de dirigentes del partido chino ya no considera que Corea del Norte es un aliado útil, ¿no es otra cosa que puras ilusiones reconfortantes? Después de todo, Chun es ahora consejero nacional de seguridad del presidente de Corea del Sur.

El contexto es clave en todas estas revelaciones -unas 220 hasta ahora-. Los diplomáticos o funcionarios de bajo nivel que hablan a través de estos cables dicen esencialmente al Departamento de Estado lo que éste quiere oír, o repiten lo que ya está fijado sólidamente en Washington; el análisis independiente, crítico, es virtualmente cero.

Sigue el show

Una perspectiva mucho más sabrosa es considerar que, desde ahora, la mayoría de los ciudadanos globales preocupados no creerán virtualmente nada de lo que lanzan en su dirección durante estas conferencias de prensa y operaciones fotográficas diplomáticas/gubernamentales/militares.

Los cables filtrados prueban que Europa -nunca insensible al ridículo- ya estaba siendo marginada durante la era de Bush, y más aún ahora cuando Obama se concentra en Asia-Pacífico. En cuanto a la masa de lo que se ha filtrado hasta ahora, especialmente sobre Irán y los que deciden en el Golfo Pérsico, apenas es otra cosa que propaganda estadounidense/israelí.

No es por accidente que muchos titulares globales insisten en lo mismo siguiendo la línea de «Israel recibe los cables de Wikileaks como una reivindicación de su política hacia Irán». Una evaluación general de los cables filtrados revela que tal como Israel y el poderoso lobby de Israel en EE.UU. trabajaron contrarreloj para producir la invasión y la destrucción de Iraq, están doblando las apuestas para hacer lo mismo con respecto a Irán. Hay que prestar atención a un cable que advierte de que «el elegante y seductor» primer ministro israelí Benjamin Netanyahu «nunca cumple sus promesas». Como cuando se trata de no detener los asentamientos en Cisjordania, y bombardeemos, bombardeemos a Irán.

El reality show de Wikileaks continuará durante semanas mientras descargan más rumores en línea. Por lo menos el show vuelve a demostrar que la verdadera información está en Internet -no en los medios corporativos globales; y los ciudadanos del globo deberían hacer el mejor uso para desenmascarar y ridiculizar al poder.

Es saludable saber que el emperador, en secreto, habla mal de sus amigos y aduladores así como de sus enemigos. También lo es saber que el emperador no es amigo de la información democratizada. Pero ahora que el emperador está verdaderamente desnudo, deberíamos celebrar todos a esos escribidores de cables, amigos, enemigos y aduladores por presentarnos ese invaluable reality show -una especie de La pistola desnuda ampliada. Es una lástima que el gran difunto Leslie Nielsen no pueda presenciarlo con nosotros.

Pepe Escobar es autor de «Globalistan: How the Globalized World is Dissolving into Liquid War» (Nimble Books, 2007) y «Red Zone Blues: a snapshot of Baghdad during the surge«. Su último libro es: «Obama does Globalistan» (Nimble Books, 2009). Puede contactarse con él en: [email protected]

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Fuente: http://www.atimes.com/atimes/Middle_East/LL01Ak01.html