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El fraude electoral, el gran ausente

Fuentes: Rebelión

Con respecto a los comicios del próximo año, 2023, para elegir gobernador en el Estado de México y en el estado de Coahuila una cosa es segura: no habrá fraude electoral institucional. Ganará el partido o la coalición de partidos que obtenga más sufragios.

A partir de 2018 quedaron atrás las prácticas comiciales fraudulentas con el aval, el patrocinio, la organización, el financiamiento o el disimulo del gobierno nacional.

Por lo que toca al Estado de México, antiguo baluarte electoral del priismo y del pripanismo, puede decirse que aquella tremenda fuerza política y electoral existía gracias al concurso y al dinero del gobierno federal, sin desconocer la influencia y participación de los gobiernos estatal y municipales.

Pero hoy la situación ha cambiado radicalmente. Porque aun reconociendo la  participación subrepticia de los gobiernos municipales y estatal en los inminentes comicios, ya no existe el ingrediente fundamental del fraude que era la orquestación del gobierno federal.  Y sin ésta, el poder defraudador local se mira muy limitado.

De modo que las fuerzas políticas en pugna tendrán que atenerse a sus propios recursos. Y por lo que toca a la coalición conservadora esos recursos son muy escasos. No tiene cuadros destacados o de arrastre popular. Y para colmo de males sufren un enorme desprestigio, con bien ganada fama de practicantes  y desaforados beneficiarios de la corrupción institucionalizada.

Esto no quiere decir que la coalición conservadora, formada por PRI, PAN y los restos purulentos del PRD, se encuentre condenada a la derrota. Sólo significa que su destino estará en manos de sus militantes, simpatizantes y adherentes. Sin el concurso del gobierno nacional, los comicios revelarán la verdadera fuerza popular y electoral del conservadurismo mexiquense.
Frente al morenismo la fuerza conservadora no parece muy potente. Pero en cualquier caso es una ganancia política mayor que, gane quien gane, el resultado sea fruto del voto ciudadano y no de la mano negra del gobierno.

Desde 2018 la transformación política y electoral de México es innegable. Porque el fraude electoral institucional ha dejado de ser el factótum. Si gana el conservadurismo la habrá hecho sin fraude; y si gana Morena pues exactamente igual.

Porque no se trata de que hoy ganen unos con fraude y mañana ganen los otros con fraude, sino que el fraude electoral no vuelva a ser factor central de lo comicios mexicanos.

Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.