1. Al parecer, según el mismo gobierno ha reconocido, varias decenas de altos mandos y mandos medios del ejército mexicano se pasan, casi sin pensarlo, a las filas del narcotráfico. Mientras el ejército coloca sus mantas en los Zócalos de principales plazas del país invitando a la población a ingresar al ejército asegurando […]
1. Al parecer, según el mismo gobierno ha reconocido, varias decenas de altos mandos y mandos medios del ejército mexicano se pasan, casi sin pensarlo, a las filas del narcotráfico. Mientras el ejército coloca sus mantas en los Zócalos de principales plazas del país invitando a la población a ingresar al ejército asegurando así a los campesinos y clases medias un trabajo y un salario ante el brutal desempleo que sufre la nación, en los campos de combate al narcotráfico aparecen otras mantas pero invitando a los miembros del ejército (ya bien entrenaditos y con armas) a ingresar a las filas del narcotráfico por un pago mayor. Con un discurso hueco el gobierno ilegítimo de Felipe Calderón está desesperado llamando al «patriotismo» y a la «unidad» sin darse cuenta de su enorme desventaja: el discurso del dinero, en las sociedades capitalista, es más importante que cualquier discurso moralista pronunciado por alguien conocido como inmoral y tramposo.
2. Basta con oír los discursos del presidente Calderón exigiendo «unidad patriótica» alrededor de su gobierno; ver al jefe panista Martínez insultando a López Obrador; escuchar a algunos empresarios exigiendo la privatización del petróleo y a los conductores y comentaristas de radio y TV acusando al gobierno de no poder someter por la fuerza a la llamada rebelión de la delincuencia ni a la oposición de izquierda; basta con ello para darse cuenta que la clase dominante está desesperada y sin saber qué hacer. Lo que parece vislumbrarse (al iniciarse ayer los debates en el legislativo) es que la reforma privatizadora ya no será aprobada porque la derecha no ha tenido argumentos para defenderla y que el narcotráfico tampoco podrá ser sometido porque muchos altos gobernantes y jefes del ejército están coludidos con los altos jefes del narco. Sólo había qué imaginar el brutal desprestigio de Calderón frente al gobierno yanqui.
3. ¿Quién puede olvidar que Calderón tuvo como primer acto de gobierno el anuncio del aumento en sus haberes e inversiones al ejército y (como escribió Granados Chapa) «de dos maneras le confió (al ejército) la función policíaca poniéndolo a la cabeza de la Operación Conjunta Michoacán, y transfiriendo miles de agentes de la Policía Militar a la Federal Preventiva, que reafirma así su condición de cuerpo castrense disfrazado pero identificable». ¿Se acuerdan que la protesta presidencial del 1 de diciembre sólo fue posible por el enorme despliegue del Estado Mayor Presidencial, uniformados y vestidos de civil? Ese día inició Calderón su combate contra el narcotráfico ocupando con decenas de miles (tal vez cientos de miles) las ocupaciones militares a varios estados. Y a pesar de que como civil se vistió de militar y fue arropado por el ejército, parece que después de un año y medio, la batalla la está perdiendo y no sabe qué hacer.
4. Por otro lado, en los llamados «debates» sobre el petróleo, iniciados ayer martes 13 en la Cámara de Senadores los primeros ponentes: Cárdenas, Meyer, Ibarra, Pincheti, incluso la líder priísta Paredes, coincidieron en sus análisis y juicios en que el petróleo no podría privatizarse y que cualquier asomo en ese sentido debería reprobarse. Solamente el presidente del PAN y el investigador Elizondo defendieron el proyecto calderonista. La realidad es que después de aquella sesión que duró unas cinco horas y fue transmitida por el Canal del Congreso y en Internet, pudo verse que la derecha carecía de ponentes, de ideas y juicios para defender la privatización del petróleo y que han preferido escudarse en la frase de que «no quieren privatizar PEMEX y que sólo buscan atraer inversiones privadas. Algún ponente demostró que la derecha no estaba a la altura de defender su propia ideología privatizadora y que prefería negarla o esconderla.
5. Esos dos problemas (narcotráfico y privatización del petróleo) son los que no dejan dormir al señor Calderón porque de ellos dependen otros asuntos graves; pero además hay otros más directos que al parecer están cubiertos (a propósito) por gruesos mantos de humo: crecimiento del desempleo, desconfianza de inversionistas, aumento de movilizaciones de protesta, total desatención de los servicios de salud y educación, crecimiento de la corrupción y encubrimiento de los pillajes del expresidente Fox y sus familiares. A punto de cumplir año y medio de gobierno, Felipe Calderón sigue sin realizar acción alguna en beneficio de la población. Lo que se recuerda de esos 18 meses es represión contra la lucha de Oaxaca y encarcelamiento de miembros de la APPO; haber sacado al ejército para ocupar varias entidades del país, haber reprimido y encarcelado a los campesinos de Atenco y firmado el Plan México con Bush.
6. A punto de transcurrir la cuarta parte de su sexenio, Calderón ha sido «un cero a la izquierda», y no parece que pueda gobernar. Sabía él que si no aceptaba «que se limpiara la elección mediante un nuevo conteo de los votos» iba a ser un gobierno ilegítimo y, por tanto, tendría una oposición permanente. No le importó, más aún se burló de quienes así le reclamaban. Hoy Calderón no tiene ninguna autoridad moral para llamar a la unidad ante los problemas del país. Si el PRI ha aceptado no es por «patriotismo», al contrario: es porque su oportunismo permanente por negociar cargos y poder lo tienen cogobernando, tal como lo hizo con Fox. Ante esa realidad de falta de apoyo, Calderón ha acudido desesperadamente, de manera suplicante, al gobierno yanqui para que el congreso apruebe la llamada «Iniciativa Mérida» y se comiencen a entregar los millones de dólares ofrecidos para la compra de armamentos, helicópteros y contrato de más militares.
7. Pero también la coyuntura yanqui le es desfavorable a Calderón. Los EEUU atraviesan en este momento por una situación económica difícil por la competencia internacional en la que China y algunos otros países torpedean sus productos en el mercado. Por otro lado Bush sufre desesperado por el desplazamiento que tiene su partido, el Republicano, ante el inminente triunfo del partido Demócrata con Obama a la cabeza. A pesar de los esfuerzos de Calderón porque se aprueben los miles de millones de dólares de la «Iniciativa Mérida», parece que pueden pasar a la incubadora, hasta en tanto se define la sucesión presidencial. Sin embargo el Bush hará «hasta lo imposible» para asegurar un control más estricto de la zona, particularmente de su frontera sur. Consolidar «ayudas militares» a México, Colombia y Perú es esencial en estos momentos en que una serie de países como Venezuela, Bolivia, Ecuador, buscan consolidar su independencia y soberanía.
8. Se espera que los movimientos de trabajadores, de ciudadanos y de izquierda crezcan a partir de esta coyuntura en que el gobierno de Calderón está demostrando una enorme incapacidad para solucionar problemas. Más aún, en caso de no aprobarse la privatización petrolera los mismos empresarios y los inversionistas yanquis podrían hacer a Calderón a un lado por no garantizarles los negocios prometidos. El lopezobradorismo sigue siendo una gran esperanza movilizadora; los profesores y la APPO oaxaqueños reaparecerán mañana (día del Maestro) con más fuerza; como cada año el movimiento magisterial de la CNTE sacude con sus manifestaciones la Ciudad de México y otras capitales del país; los electricistas del SME y otros sectores ligados a él han estado movilizados contra la privatización de los energéticos. Sólo falta la estrategia «mágica» que ayude a que esas organizaciones se pongan de acuerdo para conjuntar fuerzas.